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voz pavorosa de "¡se inuere el padre Fajardo. se mue re. se murió!" y al pueblo de Jalteva se le metió en la cabeza que el santo debía de enterrarse en la iglesia de su pueblo; más el enterramiento en las iglesias era entonces prohibido. Se gestionó sobre el particular y

nada pudo conseguirse. Estalló entonces la conspira. ción encabezadlli por otros sacerdotes. y se dispuso en terrarlo en secreto. a puerta cerrada. en el templo. aro mándose todo el pueblo de machetes. ¿Quien convocó a los muchachos de la escuela para aquelllli insurrec. ción? Nadie. La curiosidad del niño nos hizo seguir todos los detálles del suceso. y a la hora del enterra miento ningún escolar faltó a la iglesia. como si. se le hubiera dado cita para ello; y cosa más extraña toda vía. nadíe les señaló el lugar que debieran ocupar: pe ro el instinto nos llevó al campanario. donde los repi ques debían coronar la obra. insultando así a la auto ridad que había negado el permiso: más ésta no tardó en llegar con gente armada y trató de desenterrar ei cadáver: pero aquello no era posible en el estado de 103

ánimos. Se convino en dejar las cosas como estaban, llevándose sí algunos exaltados que creían los acto. res. y entre eltos a' nuestro maestro Feimin Rocha 8

quien suponian" por los alumnos bochincheros de la es cnela. instigador principal. ¡Pobre víctima inocente. que tuvo por resultado perder su empleo. en el mOmen to preciso en que nosotros temblábamos de compare. cer ante el verdugo!

II'

y sucedió también que ·."/0 tuve que cambiar de ca. sa. De la de mi madre pasé a la de mi padre. Dejé B

Jalteva por la ciudad. con harto sentimiento de mi parte.

Entré a V1V1l' con una anciana hermana de mi pa dre. muy rezadora. Frente a la casa de esa tía mía se reunían lodas las· nocbes· m~chachos del vecindário a jugar. y a lo mejor del juegc;¡. el MARTINILLO por lo regular. daban las ocho. y al primer campanazo de la iglesia inmédiata. sallaba dé·l~ casa un voz: "¡Isidro. al al rosario!" Ah tía y rosario de mis pecados! Por allá hacia la conclusión del rosario ha~ía una pausa. y

la voz de mi tía exclamaba: aquí se hace la petición: y

yo. ingrato. decía dentro de mí: "¡ánimas benditas del purgatorio. que se muera mi tía!", como si las pobres ánimas pudieran v~lerse elllls mismas (1). y sin pens&J que sin mi tía tampoco hubiera habido MARTINILLO.

y al rosa'rio se juntaba en el día otro tormento. el de la escuela. Había cambiado de mllestro: pero n.o de sistema. Siempre el mismo; LA LETRA CON SAN. GRE ENTRA. Y el maestro oiro Rocha. rígido. con la conciencia de sus deberes. pero de tipo diferente. Este era alto. delgado. sin sonrisa tampoco. Palmeta y lá– tigo en la mano: más no había el potro del tormento. En cambio había otra cosa. EL MAL PAIS. (pil!dra bo. rtoñosal y LAS OREJAS DE BURRO. Desnudas las rodillas tenía uno que arrodillarse sobre la piedra. Ila. mada MAL PAIS. y las ORI::TAS DE BURRO eran unas enormes orejas de clldón que se acomodaban bonita.

meDie Bobre la cabeza del delincuente. No eran tam– poco diario esos nuevos tormenlos. sino ocasionales. por fallas fuera de 10 ordinario: por ejemplo esta: era un sábado y el maestro nos daba. a unos cuantos niños lec. ciones religiosas. De pronio preguntó: "¿Por qué na vino el Padre y el Espíritu Santo y vino el Hijo a pa. decer en la fierra?". No sé. dije yo. paso dijo otro. imi tando el juego de malil1al¡i porque lo encontraron más CHICHE. dijo un tercero .. ¡Ah! que estupenda here– jía. lUna semana de MAL PAIS gritó al momento fu. rioso el maesho: de MAL PAIS. con OREJAS DE BU RRO. todos los días. tarde y mañana. a la puerta de la escuela!! Lo de las orejas no le importaba al niño' pero lo del MAL PAIS. sí. porque a la larga ese cast; go era insoportable. Sin embargo. el niño encontraba el medio lié trampear. deslizándose de la piedra cuan. do no se le vigilaba.

En la escuela se aprendía a leer, a escribir, la8 cuatro reglas de la arífméfica. el catecismo del p"dre Ripalda .• ¡Ah catecismo! •Otro de mis tormentos! Me costó mucho cuero: pero por fin quedó TODITO impreso en mi memoria ¡qué la letra con sangre entra! Se llamaba el maestro Nicolás :Romero. y yo fuí discípulo predilecto' suyo. cadño que pagO ahora en una hijá suya. Panfila. la única persona sobreviviente dé aquélla buena familia. compuesta de padre. madre y

dos hijos.

Había yo aprobado ya mi' curso escolar y asi podía pasar al estudio del latín. en la Universidad. El latín era. la ~rimera grada de ese templo misterioso de lá sabldul'la.

. Un .día m~ encontré ya, estucUante del latín eli la UniverSIdad. SItuada en el antiguO convento d S F' N' ean l'anClsco... o cabla de contento Del lat'n d'

• . , • 1 , me eCla

yo. a fllosofla. de filosofía a Derecho civil y ca • .

..., nonlCO,

CInCO anos. poco mas o menos para subir todas las grao das., en aquel entonces. del templo sagrado de ia sabio dur.la. es poca cosa: emprendamoB. pues. ·ia obra coD teson. y pasaban días y la cosa parecía DURITA. so– bre todo al llegar al QUIS VEr. QUID. de ese embrolla endemoniado. de donde salió e,l dicho: Qt1IS VEL. QUID. TODO BURRO SE QUEDA AQUI. ¡Ah! a sudores. pe ro 10 pasé. y andando el tiempo. llegué por. fin a CUARTO. la úlfima etapa del camino que hacia reco· rrer Nebrija con su gramática. Apenas empezaba mi 'tarea de euartlsta. cuando vino un incidente a echado a perder todo. El maestro del latín era un hombre que lo sabía: pero tenía un trato tan áspero con sus discípu. los. que desagradaba mucho a todos. lo que ocasionó una quej a por escrito ai Rector. Este pide ínforme al maestro pasándole el escrito de queja. poniendo a los suscritos al descubierto. y lay Dios mío. aquí fué troya. Nos quejábamos del mal trato del maestro. y el senci. Ilo hombre nos arroja al fuego. La clase del latín se dividía por grados y a cada grado se le designaba como maestro uno de los niños más adelantados que daba esa clase. sistema de enseñanza mutua. Todas aqul1l1as de. curias con sus respecfiYos decuriones. Be extendían en

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