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« Previous Page Table of Contents Next Page »Jos espadasos corredores del viejo convento, y el maes. tro recorría el espacio supervigilando el trabajo. No faltaba al decuri6n su palmeta o férula, ¡cómo había de faltar, si por todas partes Imperaba siempre el prin– cipio de LA LETRA CON SANGRE ENTRA! Pues, como iba diciendo. el maestro recorría un día. como de costumbre, las clases, y de pronto se paró en nuestra clase de CUARTISTAS, y quiso probar nuestro grado de adelanto. La férula del maestro se distinguía en que era de GUACHIPItilN, madera pesada y verde. por añadidura. Por instinto, todos temblamos a su presen– cia. y empezó el ensayo. No nos equivocamos: empe– z6 al revés, por lo difícil, y todos nOllotros no atina.. bamos, 'l la férula rugía en el aire. 'f las manos, dere– cha e izquierda. parecían brotar la Ilangre: aquel hom–
bre descargaba sin piedad, con furia, sobre débiles ni– ños. Comprendimos la venganza: aquello fue acto afros: pero ni una queja salió de nuestros labios. Cesó por fin el martirio, llllJ mano. fuo preciso nevadas en cabestrillo. y determinamos ir directamente al Rectal a enseñarle su obra pOI' su sencillell o malicia, y quizá lo hicimoll de tan mala man0rD, quo acabó por ponerse l1el lado del verdugo, deseando qlllll aquello fuera acom pañado de azotes. POI' fortuna intervinieron algunos padre!! en nuestro favor y miontl'all 90 gestionaba sobro GIl asunto. estalló la revolución de 51 Con el pronuncia. miento en Lo6n del Comandante General Muñblll, con· tra el Gobierno de Pineda. con el cual so suspendieron indefinidamente las clases, y yo hube de quedarme e
la entrada del santo templo de la sablduria. de aquellOl doradOll tiempos. .
(1) Las benditas ánimas no pueden merecer pBl'1lI si, pero pueden interceder por nOlotrOl.
N. do la B.
LA ANTIGUA CAMPANA DE LA IGLESIA DE LA MERCED
VE GRANADA
Desde los tiempos coloniales pO'eia la igle.ia de la Merced on Gl'anada, una campana sonora y grande. que era el orgullo I'eligioso de Ja dudad. Decía la iJ'adl. ción que al fundir esa campana, las mujeres todas, sin distinción de clases, a-rrojaron 111 horno sus prendas de oro y plata. que mOlllclad8IJ a los materiales propios de la obra. le dieron la mágica nota de sonoridad que tenía y así vino a ser ella la prenda rell.glosa más preciada de la ciudad. Siempre tuvo esa iglesia sus humos aristo– cráUcos. coino que a ella concurrían la flor y nata de los CHAPETONES a la misa DE DIEZ, envueltos los caballeros a usanza de la época, en sus capas de paño azul con vueltas de terciopelo. y lns damas vestidas con su tradicional POLLEBA, sudando a mares unos y o–
iras. nos los figuramos en sus envoUuras. en esta iie–
rra de fuego. Tema el templo. y llene aún, una eleva. da torre que es otro orgullo granadino. no sabemos sj
religioso también o ai'tistico, que según dice la ins. cripción mide 33 varas y mecüa, SIN LA CRUZ. Y la
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campana fue desde luego a ella quedando instalada con el orgullo do una altiva castellana en el toncón de su castillo feudal.
Aquella campana no se tocaba. por supuesto, sino era en ciertas ocasiones, y nosotros recordamos toda.. vía. con las dulces emociones de la juventud, su taiíido solemne y sonoro. Un toque de arrebato en ella. te. nia el mismo efecto eléctrico de la marsellesa que pre– dispone al combate: unos DOBLES. verdaderos queji. dos lúgubres: tenia. en fin. la tal campana UNA LEN– GUA que modulaba todos los tonos del sentimiento) pero donde mejor lucia sus acentos plañideros. era en
esa triste, solemne y conmovedora PROCESION DEL SILENCIO al peso de la noche del Jueves Santo.
Con mucha anticipación se aglomeraba la gente en 01 atrio de la Merced. Ahi adentJ'o el MONUMEN. TO, espléndidamente decorado y alumbrado a GIOR. NO. atraía a los devotos más fervientes. mientras que afuera quedaban los menos fervientes. sentados a la
oriental. en el extenso atrio. formando grupos afines. y
tan nU\n81l'Ofili e1l'll la muchedumbre que no se podía trlJnsitar por eUIl sino con suma dificultad.
La nota dominante era triste como inspirada por la pasión del Hombre.Dlos y para suavizarla, cuentan los profanos. que mil amorcillos. volando inquietos por entre la reunl6n. susurraban al oído de las piadosas Jóvenes dulces palabrll3 de consuelo. tomando a veces
al vuelo. los pic81'uelos, una manecifa hechicera que. con intención también pIadosa. ]levaban a sus labios. ocultándola bajo sus alas: pero añaden los dichos pro. fanos. de quienes nosotros tomamos estas notas. que a\ sonido de la mágica campana, se desvanecían los amor. cillos y volvía Il 10ll pechos la emocl6n I'etigiosa.
La cllmpana marcaba la hora de la procosión. y esta representaba el prendimiento de Cristo y su vuelta del la casa de Pilatos. y un pregonero gritaba en cada es– quina la orden de azoles para el inocenle. La noohe. la imagen de Jesús atado. aquella voz del pregonero. aquel clarín que la acompañaba para uclamar el si· lencio y pudiera ser mejor eseuchllrdll aquellzt campana lllnllando al aire. a intervaJos, su voz lestlmera, todo eso conmovfa profundamente y exaltaba 01 .enlimien. to católico; pero 1& campana sobre todo el principal era resorte del trágico suceso de aqualla DOl:he.
Así las cosas. llegó el fatal nño de 1854. Se levan· tb en León la revolución democrAUca de entonces y
'rino lobre Granada como una avalancha: pero ahí es· taba SU torre y su campana con la que no contaba la revolución: su torre como gigante de las Mil y una Noches. defióndola. y su campana para retemplar el valor. como los anliguos cantos de Tirteo en la Grecia.
Les fueullll democráticas pusieron smo a Grana da: pero el sitio era infructuoso. y el a.alto imposibl~
con aquella torre en BU centro. erizada de cañones. que todo lo dominaba y Jodo lo vrollaba eJ fuego de su. entrañas. como la lava de un volcán en erupción: y
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