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« Previous Page Table of Contents Next Page »graron a la revolución cumpliendo a diario religiosa. mente con sus compromisos de llevar víveres al Can. tón. Entre tanto, Souza se llevó consigo al cura salván. dole así la vida.
Pues bien. es lo que me sucede a mí. soy de la raza
y desconozco a la. nueva imagen del Carmen.
Mas volviendo El mi tierra digo: que todos estos re. cuerdos de esa edad encantadora. me obligan al volver a pisar el suelo de esta ciudad de mi cariño. hacer de preferencia una visita a la dicha iglesia. Y con tal in. terés he podido gozar en todas sus transform"ciones de mejoras. inspirándome altas simpatías todo lo que ya de un modo ya de otro intervienen en su fllvor. Por es– te camino se ha abierto paso a mis consideraciones el Canónigo Pérez desde que fuera Cura de esta ciudad. mereciéndolas cada vez más. sobre todo hoy que ha aco– metido la gigantesca obra de construcción de esla Cate. dral, en medio de una pobrísima situación económica: pero que llevará sin dutia a efec~o por que tiene fé, y la montaña viene hacia e.sos hombres, dice Jes6s • Los trabajos de la capma son preciosidades del arte. don– de se ve princip¡¡lmente el mérito de.! mae~tro Carlos Ferery, que ya no existe. por desgracia nuestra. Otros trabajos de embellecimiento interior y exterior. transo forman la iglesia, dándole l,lspecto de belleza moderna en la cual loca al Padre Alfaro la mayor parte del mé·
~ito. y q~e 111 pueQlo granadino le reCompensa con la popularidad de que gOZ8.
ConserváQa yo esas gratas ini-Ple5ionell después de
1I:ll último viaje, con la consideración de continuar toda Vía "la oQra de emQellecimiento: pero ¡ah! qué impresión tan desfavorable me produce ahora al contemplar sus. tituido el magnífico toral en pórtico. El arco aQarcaha de una mirada todo el recinto donde está el altar ma. yor. pudiendo' contemplar desde cualquiera localidad de asientos. la Qelleza de ios adornos ori ¡os días de ga. la, ó seguir los movimientos dei sacerdote en las fun. ciones religiosas. El pórtico estrecha 18 mirada. el arcó la espande, el p6rtico como que cierra horizontes reli· giosos que el arco extiende a la Divinidad misma allí en el recinto sagrado.
Son magníficas las column8s de ese pórtico: pero dado 10 que estrecha desagrada. En otra parte esas ca. lumnas harían efecto admirable.
¡Ah! Esa belleza de primer orden, ese arco des· truldo. ¡Qué sensible y que magestad a la vezf
Para mi ha sido fatal ese cambio de decoración. y
ojalá sea para mi solo. Desde luego. los db:igentes de lli obra: por su práctica en el trabajo. deben adquirir mejor gusto artístico. que los profanos, digamos así. y más bien que el suyo. quiero el mío sin valor ninguno.
No es cri1lca la que pretendo hacer, son impresio– nes particulares las que expreso. Los gustos cambian
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y el mio, puede sér ya Vlel0 como mis años, coma la imagen del Carmen susfifuida, como la desaparición del soberbio iU'co de la Merced.
EL PADRE EVARISTO
ALDANA DE MENESES
Cuando yo abrí mis ojos al mundo, existía ya en
Granada un sacerdote llamado Evaristo Aldana de Me· neses. ¿Cuál era su genealogia? No la sé, y aunque la supiera. no la diría, que quiero dar yo, por mi parle, al traste con esa costumbre de biÍlgratos que remontan sus pesquisas hasta Adán. en busca de los ascendientes del que tratan de biografiar. como si el hombre no va. liera por sí mismo, conforme [\ sus propios méritos.
Existía. pues. y erlll lin sacerdote sencillo' en sus usos y costumbres. de esos que al pan llaman pan y al vino. vino, por el comino real del idioma: un hombre
ya machacado y bien prensado, a doble: a triple, a múL tiple presión. jamás se hubiera podido sacar de él una sola gota siquiera de la esencia que hace a lós decaden. tes o modernistas. y era. adeiTiás una personá FRÁN.
COTA. de esas que hasta al lucero del' alba le diceJi sin empacho la verdad.
,Dónde había hecho sus estudios el Padre Everaris·
too como se le llamaba, no por su ap~Jlid9 'co~o a todos
10$ sacerdotes. sino por su nomQre propio?-Tampoco lo sé: pero lo que me maravilla es que ningún centro de instrucción entre nosotros, entonces y aún ahora. le hu!;liera podido dar ese fondo de filosofía práctica que tenía-Muchos contratiempos debió haber sufrido en la vida. y la propia negra experiencia le hizo. sin d~da,
maestro-. y para las que le conocimos ¡Cómo lamen. tamos hoy la falta del maestro y de su saQia y pruden– te doctrina!
Bien grabado ha quedado en mí aquel hombre l'
aquella sotana. que de negra se iba convirtiendo en ver. duzca. pregonando así indistreta sus años de Matusalén.
7::1'8 yo, aunque niño, muy de la casa. por compiche de Un su criado. medio hijo de casa, un negro Aurello. que ejercía un depotismo atroz sobre mi, templado. sin embargo. por la relación de esos cuentos encano tadores de los muchachos que me hacía todas las no_ ches. previa ración de mí pobre CENA. y a guisa de in. timo de la casa. ayudaba, con orgullo de hombrecillo, a poner el NACIMIENTO. y rezaba la novena del NmO: recuerdos dulcísimos de la infancia que me es. tremecen todavía de plaeer al oir hoy. ya anciano. en los alegres ecos de la Pascua, el canto del VEN. SANTO ESPIRITU, EN ETC.
y recuerdo que un día. allá por la Semana Santa. cuando el maestro mandaba a todos los niños de la es. cuela a confesarse. el bendíto Padre. por cariño. sin du– da. pues esa tarea de muchachos nadie se la quería echar encima. me oyó a mi de confesión, y en sus exhorta.
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