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días se converlía en culebra y verdaderamenie se volvía serpiente, siete días se convertía en águila, siete días se convertía en tigre: verdade– ramenie su apariencia era de águila y de tigre. Otros siete días 8e convertía en sDngre coagula– da y solamente era sangre en reposo", (Id"

p. 2471.

"y luego el capifán Tectín alzó el vuelo, que venía hecho águila, lleno de plumas que nacían. de sí mismo, no eran postizas, traía alas que también nacían de su cuerpo y traía tres coronas puestas, una era de oro, otra de per– las y otra de diamantes y esmeraldas"

"Venía lleno de quefzales y plumas muy lindas, que pOI esto le quedó el nombre a este pueblo de Quezaltenango, porque aquí es don– de sucedió la muerte de este capitán Tecum ..

{CItónicas indígell1as de Guatemala, p 891

sentido que retoma elegante y sugestivamente Mi– guel Angel As1ur:ias.

"Los que bajan a las cuevas subterráneas, más allá de los cerros que se juntan, más allá de la niebla venenosa, van al encuentro de su nahual, su yo-anirnal-protector que se les pre– senfa en vivo, fal y como ellos lo llevan en el fondo tenebroso y húmedo de su pellejo" IHombres d.i! maiz, p 2541 '

Esta es la profunda impregnación que se da en su personaje el Venado de las Siefe Rozas, así como en la miseria desesperanzada del Correo-coyofe, el señor Nicho Aquino

El Popo! VIlh, documento llierario local, con su primada de lo sobrenatural se convierle en generosa simiente.

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Al sumergiInos en la lectura de Hombres de

DlCÚZ, tenemos, al igual que cuando leemos el Popol Vuh, la sensación de penetrar en la semioscuridad de un 'viejo relato', donde asoma cierta 'habla' clá. sica de los antepasados.

-El Gaspar n6m deja que a la tierra de nóm le roben el sueño de los ojos" (Hombres

da ma.iz, p 9)

También lo 'coloquial' del maya-quiché se fu· siona con el mundo ling\il.stico actual de nuestros indígenas o de nuestros mestizos.

-"La tierra cae soñando de las estrellas, pero despierla en las que fueron monfañas, hoy <ierros pelados de I16:m, donde el guarda canta con lloro de barranco, vuela de cabeza el gavi. lán, anda el zompopo, gime la espumu y duer– me con su pefate, su sombra y su mujer :'

lId. p. 91

con el ailenio vigoroso de la figura y de la imagen contemporáneas Se nota un hablar misterioso en el que juegan los vocablos del 'habla' comenie y diaria del hombre de roaiz.

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Cada una de las fonnas poemirlicas de la expre_ sión de Miguel Angel Asfurias encierra una simbio_ sis para dar escenas de un mundo interior muy pro– pio del hombre quiché, y cuyos confenidos muestran las vicisitudes psico-bio16gicas del hombre america_ no en busca de una salida

Miguel Angel Asturias, para el desarrollo de su obra, ha recurrido a las expresiones y formas realis_ fas de un espirilu pnznilivo, al habla diaria de nUEls– tro hombre, mezclando, a la cal y el canfo de los glandes señores, el espíritu conieznporáneo de la poesía:

"Conejos amarillos en el cielo, conejos amarillos en el monte, conejos aznarillos en el agua guerrearán con el Gaspar Eznpezerá la guerra de Gaspar nóm arrastrado por su sangre por su rio, por su habla de ñudos ciegos" '

"La claridad de la noche gofeaba copal las cañas del rancho. Su mujer apenas hacía bul– fo en el petate Respiraba boca abajo, como si soplara el fuego dormida" 1 Hombres da maiz,

pp. 10-111.

Se sienle su vínculo con el Popol Vuh y con los hombres de la fierra de ahora, porque el instinto poético del novelista 10 mueve hacia la búsqueda de las esencias locales a fin de dar su festimonio del hombre, de su conflicto, de la fierra y de su dimen– si6n angustiada. Hay un atado indisoluble entre lo que relat6 el hombre maya-quiché y lo que preten– de 'confar' uno de sus representativos que ha tras– cendido de aquellas lejanas edades

El Popol Vah es una realidad poética peculiar que ha sido retomada por un elegido en avidez de amarrar dos mensajes para toda la humanidad. Si bien hay conienidos y fonnas nuevos en la obra de Miguel Angel Asfurias, su verdadera esencia emerge del Libro Sagrado de los Quichés Asoma el uso de nombres indígenas con su preciosa sonoridad, ob– servamos la 'castilla' de la conversa'ci6n de los in– dios: Gaspar 116m, Calisfro Tecún, los Zacat6n

-Ve, Piojosa, diacún rato va a empezar la bulla Hay que limpiar la fierra de Ilóm de los que botan los álboles con hacha, de los que chamuscan el monte con las quemas. de 109 que aiajan el agua del rlo que corriente duerme Y en las pozas abre los ojos y se pugre de sueño.. los maiceros..... (Hombres de maíz, p. 12).

Mi maestro, el Dr. Salvador Aguado-AndrelÚ dice:" la lengua oral es rebelde, y por fanto, pre– senia cambios bruscos tanfo en su esfera fonética cuanto en la léxica y la siniácfica".4 Agreguemos que, el atrapar esfa lengua oral. con fodos BUB mafi– ces, es fado un sínfoma del arle. Miguel Angel As– turias lo logra subsumiéndose en dos mundos lin– güísticos disfantes En lo que al habla diaria con– temporánea de nuestros indios toca, manejando un español estructurado a su manera, la muestra está dada también.

La lengua oral con sus contenidos mágicos es todavía una evidencia en nuestra nerra. Vive en el

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