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« Previous Page Table of Contents Next Page »mente introduce simplicidad, y simpleza, pluralizantes, en un problema mucho más complejo merecedor de se– ria investigación No estoy de acuerdo, por tanto, con las teorías de individualismo extremo que consideran el plexo social como un conjunto simple de unidades hu– monas, ni creo que la felicidad colectiva es el resultado automático de una serie de inversiones subjetivizantes
y resulta obvio que tampoco estoy de de acuerdo con uno concepción de universidad que estime a tal institu–
ción como una especie de factoría, cuya finalidad esen– cial consisto en el aporte de oportunidades para que ca– da estudiante se convierta en un burgueols bien asala– riado porque ha logrado hacerse médico, o ingeniero, o biólogo En lenguoie más corriente, me aterra conce– bir el lo univelsidad como un establecimiento que haga posible el ascenso de clase socio-econ6mica, mediante el famoso diploma que permitirá ganar mejor para te– ner un buen automóvil, vivir en una buena cosa {situa– da en un buen sector residencial}, y proporcionar una "buena educaci6n" para los hijos.
N6tese asimismo que pude haber agregado a este concepto de universidad, como instrumento para el "mo~
dus vivendi me ¡orado", la presencia de una buena cuen– ta bancaria, y la posibilidad de esa "servidumbre" que muchas amas de casa latinoamericanas consideran con– dición sine-qua-non para la vida tolerable. Y, si bien es cierto que 01 menos algunos de las aspiraciones anterio– res no ameritan condenación, ji.e., que ciertas aspiracio– nes son digl\as de universalizarse, ello no autoriza (ni
16gica ni empíricamente) la instauración de tales deseos como la raz6n de ser para la educación superior. No obstante, muchos padres y madres de familia han logra– do influir a sus descendientes con tal imagen, que pron– to ha trascendido a las demás esferas sociales o comu– nales de América latina . Hoy día la universidad se percibe como un gran instrumento de movilidad social,
y mucha gente piensa que existe con el objeto de en– señar algún tipo de destreza refinada, especialmente "tecnoI6gica," y que tal es la filosofía básica del lla– mado "desarrollo socioecon6mico," o sea el camino ha· cia una socieda¡j feliz, compuesta por "profesionales" que, a su vez, hacen florecer la economía nacional. Na– da más ingenuo, y muchos educadores se refieren a es· ta creencia como la "falacia vocacionalista," i.e., la fa· Jacia de asumir que la creaci6n per se, de "nuevas ca· rreras;' preferiblemente tecnol6gicas, impulsarán el bien. estar comunitario de los paises econ6micamente subde– sarrollados. Esto es patentemente falso porque ignora la ubicación de las instituciones educativas dentro de la matriz cultulOl que las sostiene, y, por tanto, ignora que la educación (como instrumento socio-cultural del llama· do "desarro/lo"¡ no es la panacea esperada para el
progreso, si su acción no se orienta paralelamente a la acción simultónea de las demós instituciones sociales que componen la cultura local.
La consecuencia, un tanto escandalosa pero 16gica, del razonamiento onterior es que la preparaci6n alta· mente especializada de "profesionales universitarios" re– sulta poco práctica si antes no se asegura su ubicación dentro de fa etapa histórico-social de aquellas culturas que supuestamente van a servir Y América Latina es fa– mosa por la ubicaci6n cultural deficiente de sus especia· listas Existen casos en que un abogado, o hasta un militar de carrera, ocupan puestos importantes en minis– 1erios de educaci6n, de economía de hacienda y crédito p¡jblico, o aún de salubridad. Tampoco es infrecuente
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el caso qe becados al extJOnjero que se especializan, por ejemplo, en diseño de puentes, y que las burocra_ cias de turno colocan en puestos tan inadecuados como la administra<;i6n de direcciones generales, o aún de in– geniería de tránsito y servicios telefónicos ¿Puede ima. ginarse algo menos "práctico"?
La anterior anomalía parece indicar, entonces. qUe las universidades deberían especializar menos, en vez de especializar más, asumiendo, por supuesto, una edu_ caci6n liberal fundomentadora en función de todas las "carreras" y esto, sobre todo, frente al lugar común de que son las universidades latinoamericanas el sitio ópti. mo para formar a los líderes, del mañana. Por tanto, si "el mañana" aún incluirá las improvisaciones potiti– zantes, y si el profesional latinoamericano tiene por en– cima de sus colegas de otras naciones no "subdesarro_ lladas", la enorme responsabilidad de que "el mañana" quizás le pida la formulaci6n de decisiones importantes, aún en áleas no directamente relacionadas con su propio "canera," resulta vitalmente práctico que su educaci6n universitaria se liberalice conforme a la demanda Esto no significa que la universidad deje de formar médicos, abogados, ingenieros y economistas, sino más bien que debe dotarlos del caudal cognoscitivo necesario para que estos profesionales puedan enfrentarse mejor a la mul· tiplicidad de problemas interdisciplinarios que la propia realidad latinoamericana les espetaró de golpe al asumir posiciones de liderazgo. N6tese que a esta altura em– piezo a dejar el problema de formación de carreras es·
peclali:l:ados, para entrar a un nuevo universo de inves· tigaci6n: la formaci6n liberal de los líderes latinoameri. conos, que supuestamente es tarea de la univenaJidad,
y que en lenguoje orfeguiono necesita imperativamente
Q~Qndo"ar "'a barbarie del especlallsmo".
No solamente en América latina, sino también en
otras partes del globo, lo que hacen las universidades parece quedar englobado en el siguiente esquema:
(a) Transmisi6n cultural, interpretado a menudo como el mantenimiento de ciertas tradiciones o ciertos "valores", entendiéndose por t{lles aquellos pa–
trones de conducta, supuestamente enraizados en un trasfondo hist6rico, y supuestamente aproba– dos, de hecho y derecho, por mayorías técnicas o demográficas.
(b) 1 a enseñanza de las "profesiones;' a menudo in– terpretadas como respuestas al llamado de la de· manda cultural, pero que de hecho han degene. rada también con frecuencia, en una búsqueda de movilidad social, y, por tanto, en motivaciones odql,Jisitivas (1.&., el aumento de medios para los
fines de un modus vlvlendi económicol. Y. por úl.
timo,
{e) La investigación científica, o lo educación de los
"nuevos hombres de (:iencig" (como les llamara Ortega!. Esta actividad implica también, con cier· ta fr~uencia, el ejercicio de lo que Ortega deno· minará "raz6n pura~', ya sea como fin en si, o
como una especie de ajustarse para la vida Tal
"ajuste vito'" se interpreta a menudo como (Jn
ajuste efectuado frente a las actividades del tipo
(a) o del (b), o ambos
Ortega pudo haber agregado eh (el que en algunos cosos las actividades de investigación también sirven el prop6sito de mantener la tradición, y la búsqueda de
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