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« Previous Page Table of Contents Next Page »mayores posibiliuucles adquisitivas (económicas o de plestigioL 1'anto de parte del estudiante como del plO– fesor En sociedades no-latinoamericanas esta tendencia parece sel especiahnento verdadola hoy día, ya que po– cos negarían el fenómeno de "publicar o pel ecel ' que caracteriza, especialmente, a las universidades norte– amelicanas Cuando la pureza formal del término "in–
vestigación" degenera de este modo, tal tendencia po– lece considelar esa actividad como un ente de valor in– tiÍnseco, que CI menudo se contempla como el m6s alto criterio para evaluCH la labol de un profesor univelsita– rio y el lector anglosaión está ya tan familiarizado con la significación casi totémica que el vocablo "inv'es– tigución" ha llegado a tener en sus cílculos académicos, que 5ería ocioso desan ollC1l este punto en particular La llamada función de la universidad (que, por extensión, se ca-implica con la formación estudiantil) aCUSa pues un rigol formal, y una pUlfJza conceptual, que a menu– do no corresponden a los hechos Tal fenómeno, ni es pliliutivo de América Latina, ni tampoco exonela de im– perfecciones a las "meioras" univelsidaues del mundo
y aquí, una vez más cabe notar que las proposiciones del tipo "lo que Iq univelsidad latinoamericana debería ser" son de particularidad engañosa, ya que en el fon– do del problema continuamos enfrentándonos a unel
cuestión universal de filosofía educclliva
No obstante, quizás sería más atinado decir que existen diferencias de glado entre universidades, y que en tal sentido pocldo conjeturarse una fisonomía apro– ximada de lo que necesita Amél ica Latina en educación superior. Es en tell sentido, y sólo en él, que me per– mito concluir lo siguiente
La necesidad univclsal de casi todas las universi· dades (yen esper ¡cil fl ente CI fenómenos como el ya n'wllcionado de IfJvelencia tolémica hacia la "invesliga. c Ión") parecc, apuntCII haCia la disponibilidad deseable dé buenos doc311tes, maestros, o profesores Es . ésta una crisis total en 61 mundo, y, por tanto, América La· tina participa de ella en buena medida Y, por supues– to, la universidcld latinoamericana necesita también in– vestigadoles, pero haria bien en evitar (como lo aConse· jala también Oltega hace una lleintena de años) que sus objetivos esenciales se confundan con el iluso pi Q.
pósito de Iwcer un hombre de ciencia de cadd estudian– te El concepto de "investigación como docencia" pare– ce ser una buena solución, ya que tlota de' producir so· lamente una actitud humana, y no Uf1 científico genial en cada alumno
Lo anterior me lleva a la debilidad inhelente que pOlece residir el1 los actuClles plogramas de "estudios básicos" o "estudios generales" El uso de los términos "básicos" y "general" me parece bien empleado, ya que el contenido curricular de tales plogramas parece ser solamente eso: información básica, e información ge– nI;! ro 1. "Básica" será aquella infolmación que se
consi– dere adecuada en tanto que fundamento para una futu– ra especialización; y "general" sl;!rá aquella información que produzca una especie de sección transversal panorá– mita, entresacada de la compleiidad inherente al plexo psicp-bio-social en que, por fuerza, tendrá que vivir el futUro profesional En tal sentido, la Sección 2'(01 de este trabajo ha tratado de identificar los elementos esen– dales de una posible "formación" básica, o aún de una posible "formación" general en el futuro médico, aboga. do, o agrónomo latinoamericanos Pero nótese que toda la primera parte de este trabajo ha tratado de mostrar
una distinción crucial entle el concepto de "información y el de "formación", pudiéndose asumir, por tanto, que la Sección 2-(01 considel a factible cierta posibilidad for– InCltiva aún en el estudiante que va a especializOlse en alto graclo No obstante, cleo haber indicado e/Ola· mente que tnl solucción no me pOI ece ideal ni para Amé– Iica Lalina, ni pdla atlas sitios del globo, especialmente aquellos que legistran cmomalías políticas Cltribuibles al llamado "subdesarrollo económico"
Creo pues que el Cl ítico paso de la "in-fol moción" a la "formación", frente C1 las necl;!sidades imperiosas de países como los latinoamericanos, reside concreta– mente en lel labor pedagógica Aunque necesitamos urgentemente buenos investigadores, necesitamos aún más a los buenos profesores Es cierto que \a idea fun– damental de los l/amados estudios básicos, y estudios generales, es liberolilt:Hlt"', ¡.G., "formativa" y no sola– mente "in-formativa" Pero como la educación liberal se distingue de la básica, y de la general, esencialmen– te porgue trata de crear actitudes formativas frente a nec.e:Sidades problemáticas, solamente el docente puede lograr tal objetivo Mejol aún si es un "docente investi– gadOl" (lo cual estimo diferente al "investigador-docen– te") porque el primero es nada menos que la causa efi– ciente para que los hallaz:gos del segundo cobren vida dentro del 6mbito cultural que pretende beneficiarse Unos cuantos investigadores,docentes pueden trazar pau– tas sensatas para varios miles de docentes-investigado– res Aún nos fal1a a muchos terminar de entender todo el impa,jo de las técnicas presocráticas y socráticas de enseñanza liberal, de manera que no hace falta men– ciondl el ROllsseau, Froebel y muchos otros
La humanidad ha tenido buenas teorías educativas r1esde hClce varias centurias, y aún milenios, de manera que el el rOl inlerpl etativo es nuestro, i e., d~ los docentes que pcetendemos haber entendido el mensC/le clásicó de
IC\ formación eduCCltivci Una COSa es saber física, por ejemplo, y otra es· saber enseñar física En el siglo ac– tual sabemos suficiente física pala hacer enormemente difícil la tarea de enseñarla al no iniciado, pela nótese que el meollo de la cuestión no consiste en transmitir cualltitcl1ivamente toua la física posible, sino máS bien en loglar que el educdrido no especiali¡¡:ado entienda
lós Pl'il'dpios que hocen dela física un dsunto proble–
méllico. O, como lo plemtclI ía, de nuevo, Ortega, el desd–
~I'oilo (i.e., la "formación") de una imu·gen física del mundo en el alumno es la única alternativa que queda frenle CI los dos grandes factores que limitan la tared:
(il la capacidad asimilativa del estudiante ordinario, y (ii) la imposibilidad de aplender tocio lo que se sabe acelca de determinada disciplina en el mundo contem– poráneo. Y lo mismo puede decirse de todas las di– mensiones formativas que el hombre model no necesita: la historia, la psicología, las ciencias·sociales, las cien– cias naturales, y en especial el desarrollo vivo de la acti– vidad filosófica
En resumen, Ulge que las univelsidades se convier– tan en buenos conjunlos de profesores eficientes frente a una posible heterogeneiidad estudiantil. Su misión formativa consistirá en el paso de la información libres– ca a una actitud problemática viva, pues al confrontarse la realidad his·iárico-social de cada cultura, es preciso que el estudiante comprenda que su ciencia no es una asignatura sino una actividad Un buen profesor de fi– Io'sofía, pOI ejemplo, será aquél que sepa transmitir a sus alumnos el desafío constante del universo, del se-
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