Page 31 - RC_1968_02_N89

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flexionar dcerca de la pérdida de excelente potencial ocasionada por deselciones académicas prematuras, que uno buena orientación liberal pudo hetber evitado Mientras los países que gozan de la reputoción de ser "ctvanzados" luchan por reclutar talento, nosotros nos damos el luio de tirarlo por la borda, al frustrar nuestrCJs cuerpos estudiuntiles con la presentación de inertes materiales infol mativos, que añadidos a una do– cencio poco dinámiCCl, producen lebeldías, inconformi– elelcles y abandono de las aulas Y en lugar ele com– prender (cen bondad franciscana que nuestra propia lea– lidad nos exigel la "mala conciuctel" estudiantil, a me– nudo nos damos el lujo de invocar el SClClosanto pseudo– olatonismo de nuestra misión "espiritual," y de acusar

~ll necesitado de "ingratitud" e ':irrespeto" por la Casa de EsJudios El que pide ayuda no siempre tiene tiempo de ser cortés y refinado; el hombre joven y desqsperado

pOI multitud de problemas ambientales que la aCOSCln, y sobre los cuales no tiene control alguno, tampoco tie– ne tiempo de escoger entre la dulzura y la agresividad Lo lógico ser ía concluir que si nosotros, los pr ofesores, fuéramos "realmente superiores" al alumno en madurez y buen juicio, la comprensión y empatía deberían prove– nir de nuestlo lado ya que "tan por encima" estaría– mos de ellos Entre "psiquiatra y paciente," entre "país culto y país inculto," se espera siempre que el que dis– fruta de un grado mayor de desar rollo sea el primero en comprender, perdonar, y hacer algo para remediar la situación ¿Cómo podremos esperar que la población estudiantil sea "más consciente" si en la universidad no les damos los medios formales y sistematizados para desarrollar tal "conciencia"? ¿O si los damos defectuo– samente? Yo estoy firmemente convencido de que sola– mente una educación de tipo liberal es capaz de abrir una primera brecha en la eliminación de tales proble– mas, y de muchos otros que presionan terriblemente la estabilidad institucional de nuestros países En mi opi– nión la brecha está abierta La mayoría de universida– des latinoamericanas ha logrado establecer ya (muchas veces "a sangre y fuego") un ciclo básico, o general, que trata de compensar las deficiencias de la escuela serundaria, y trata también de confol mar un caudal for– mativo necesario para el ejercicio de las profesiones Lo que resta ahora es tratar de ir refinando ese plan, y de irló convirtiendo, lo anteS posible, en un genuino pro– grama liberalizante, que cree actitudes científicas y hu– manísticas, en vez de proporcionar solamente informa– ción general Si se queda solamente en esto último, el remedio puede resultar peor que la enfermedad, y los conflictos o quejas estudiantiles (y aún "profesionales"l irán en aumento Algunos cambios requieren cierta me– dida de (:ontroversia, y tal es el caso cuando se trata de modifiwr actitudes enraizadas en una larga tradi– ción de creencias emotivas,:o no examinadas

En suma creo que solamente una "eficiencia docen– te" (en sentido aristotélicol será capaz de nivelar el con· cepto pUlO de "formación universitaria" con el plano de lo que la universidad debería ser: una institución cor– parada de "estudíantes" 1I0s que dan las clases y los que las recibenl al servicio de las necesidades culturales O, en otras palabras:, una entidad funcional, y no dua– lista, que se constituya en vector primordial para el lide– la2.go que" necesita la etapa partícular, o el privativo, de nuestras sociedades predóminantemente estratificadas

(l incipientemente industriales El cambio de énfasis que paulatinamente tendría que experimentar la universidad,

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lo dictada la altulO del tiempo hist6rico por venir Ya para entonCes convendría hablar más de grados de "de– sarrollo," de la conveniencia de énfasis tecnológico, de las investigaciones av~:tnzadas, y demás expresiones hoy de rnoda, pero poco examinadas, en su practicidad ver– dadera, frente al reto vital que nuestra "realidad" nos

lanza Yo (Jeo que eslas preocupaciones vendrían con los estudios post-graduados, las especializaciones ex– tremas, y atlas tipos de programa similar, cuya consi– deración monopolizante me parece prematura en nues– ira caso

Humanísticamente hablando, Le., no sólo vocacional sino "liberalmente considerados, necesitamos buenos maestlos ele secundaria, lícencias universitarias para maestlos de educación elemental, carreras cortas de apli– cación comercial e industrial en escala menor, adminis– tladores pr ¡vados, conocedores de bellas artes a nivel univcl sitario, trabaiadores sociales, y cientos de quehd– celes similares de poca pretensión científica pura, pero con un respaldo sólido en nuestro caudal cultural, y la ploblemática vital de nuestras necesidades locales Ne– cesitamos CI estas I¡ersonas "formadas" en su actitud hu– mana y la intervención universitaria en estas necesida– des valÍa de un país a otro; algunos empezQlon hace ya tiempo, otros recién comienzan a preocuparse por ellas; muchas culturas dejan estas preocupaciones a un nivel que podríamos llamar "terminal-vocacional" de ca– rácter post-primario; otras consideran que la universidad cJebería intervenir plenamente; otras piensan que estas cosas no atañen a la universidad; y otras estiman que la extensión univel sitaria debe servir estas áreas sola– mente en car étcter asesOl Algunas ya han llevado estos problemas a la universidad, o más bien, ya han llevado la univelsidad a los problemas

Necesitamos también un estímulo de tipo académi– co p<;lra los "profesionales menores" en ejelcicio Hablo aquí de lo que en algunas pOltes se denomina "educa– ción continuada," Le, la oportunidad de ploseguir estu– dios de mayor madurez para maestros, y oficinistas, o pel sanas con algún crédito académico proveniente de establecimientos. de nivel medio En otras palabras, si la "formación" fué deficiente en el pasado, la universi– dad debería proporcionar una oportunidad para que la intuición sistematizada académicamente se coordine con la riqueza de vivencias que es característica de la per–

son~ de edad madura Sea que los gobiernos de turno, o los establecimientos comerciales, fomenten o no tales oportunidades universitarias, éstas deberían hacerse dis– ponibles en forma menos pasiva No veo ningún peca– do en la práctica de "reclutamiento estudiantil" (envio de folletos, prospectos, y estímulos académicosl para en–

I iquecer el reducido número con que cuentan ciertos de– pOI telmentos, especialmente los humánísticos, en las u-ni– versidades latinoamericanas Y esto no cuesta gran can– tidad de dinero Puede hacerse aún a mimeógrafo si los recursos no abundan.

[n suma, la universidad debería "formar al pueblo", y no solament.e esperar que este último llegue a ella; e insisto que petra todas estas Clctiviqades la "formación estudiantjl" debe marchar paralelamente con un esfuer– zo intensificado por mejOlar la calidad y disponibilidad de una docencia "eficiente" El resto surge de esta atención inicial

2-[cl Formación estudiantil frente a lo que la

universidad puede ser.

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