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(il mayor iniciativa universitario frente a los ministerios de educación, o fin de adecuar la calidad estudiantil de primer ingreso; y (ii) tomm la obligación "fofmativa" sobre los propios hompros, y echarse encima tan grove responsabilidad El problema es dificilísimo, y obvia– mente la solución (il petrece más viable. No obstante, la circunslancias regionales var ían enormemente, y exis– ten países donde el vínculo "universidad-ministel io" es próctiCClmente nulo Tales culturas confrontan irremisi– blemente la segunda solución, y no parece haber otro tomino Mientras no se opele una revolución que ate– núe lo dificultacJ inherente a la falta de contribución positivel, de parte de las demás áreas del plexo cultural, estas universidades tendrán que tratar de suplir de f(teto
la deficiencio formativa previa a su intervenci6n, a que
de iure les asiste todo derecho a esperar mayor ayuda de la sociedad que sÍlven Esto requiere un v<J16r heroi– co
En otros casos la situaci6n es más afortunada, y el nexo entre ministelios y universidades al menos existe al nivel de cortesía mutua, o algún intelcambio diplo– mático Veo aquí gran plomesa en los rectores dinámi– cos y cultos, que sepan aplovechar sus fuentes de aseso– ría políticu, y cuenten con apoyo razonable entre los sectures menos reaccionarios de su personal docente y administrativo Algunas universidades han logrado ya la proeza, 011010 insólita, de filmar c.onvenios coopela– tivos con los ministerios de educación pública, y presen– lan
UI1 estimulopte panorama de constante actividad pe– dagógica frente a los agudos problemas que c<Jnfrontan Esta pionera labor requiere también una dedicación constante, y hasta un espíritu de sacrificio, de parte de los funcionarios dinámicos ("mayoles" y "menoles," od– ministraj"ivl1menle hablando) que mantienen viva la chis– pa CI eadol a de uno auténtica reforma No obstante, tal devoci6n, cuasi-fanática, es condición sine-qua-non para un avance gradual hacia la meta formativa ya esque– matizada en la Sección 2-(0) del presente trabajo Tengo muchos amigos entre los funcionarios, catedráticos, y es– tudiantes que mantienen esta lucha (sea frente a la pi i– mera o a la segunda soluciones anteriormente esboza– das) y sé de muchos otros a quienes no tengo el gusto de conocer personalmente Pero es a ellos a quienes se debe la esperanza de lograr alguna vez el ideal de la universidad que sugiero en páginas anteriores, y es a ellos a quienes ofrezco el sincero homenaje de mi res– peto y admiración Por ellos también, y sé vivencial– mente de su existencia positiva, me atrevo a afirmar que es posible lograr que las universidades latinoame– ricanos dejen de ser fápricas profesionalizantes, y se transformen en verdadel as instituciones formativas, en día no muy lejano De todas las edades adultas con– cebibles, muchos de estos funcionarios han dedicado vi– das enteras, cOltas y largas, al ideal universitario ya mencionado, e inclusive han sufrido exilios y humilla– ciones que solamente el revolucionario convencido y "formado" puede soportal El presente trabajo ha tra– tado de sugerir la posibilidad de que la universidad fO rnle hombres de este tipo, y tal empresa merece todo sacrificio La dificultad del problema invita al pesimis– mo, pero la existencia "real" ele estos universitarios 10– tinoamerícanos lo destierra.
Quedó ya apuntado anteriormente que la. bu~na
uocencia parece s.cr el plol)lema mós urgente Ademó;s ,Je lo indicado, en ·tanto que causa efi<;iente para ¡¡I
,rurnbio, el elemento docente parece ser el méJs vioble.,
en el sentido de que no invoca plesjpn extelior (por tOl;– to, no omenaza Iu "outonemía"l y. responde a "una ne– cesiduJ que debe Ilenars!;) a mediua que aUl1)entan l~s
volúm"nes de inscripcion. El actual estado de transi– ción de los puirones oligárquicos a diversas etapas de democracia incipiente han producido tremendas presio– nes, internas y externas, on; las universidades latinoame– ricanas lsto exige la construcción de nuevos edificios,
y la disponibilidcid de facilidades adiCionales, ya, no li– mitétndose solamente el una necesidad de tipo cuantita– tivo. En ol((1S palabrus, no se trata solamenl'e de con– seguir profesol es adicionales, sino de decidir óptimas formas y métodos tormativos, ya que los m~cariisrnos de selección para estudiantes de pi imer ingreso distan¡ de ser perfectos, y ademós se tiene el serio problema de for– mación il1adecuclda. (y aUIl "de-formación' ) en los niveles elementul y medio' .
Frente a lo que lu universidad lat"inoamericana pue– de, pragmáticamente, ser, lo que he sugerido es la posi– bilidad de moverse del concepto descrito en la Sección 2-(0), al desclÍl0 en la Sección 2-(bl del presente traba jo No deseo entrar en mayores dej"alles, aunque hay mul– titud de medios pOlo lograr tal finalidad Los llamados "worksliops," y les "seminCllios," han dado muy buenos resuÍ1tldos en ulgunc1s localidades Pragmáticamente ha– blando, conviene lealizur seminarios de metodología, y en tal sentido, me alrevcrfa a sos1ener que muchas opor– tunidades de estudio postgradual para plofesoles no dé– berían hucel lonl0 énfasis en la especialidad científica, sino más bien en la adquisición de efi<.iencia docente '
No obstante, son aún pocos los seminarios y sim– posios destinados a fomentar los aspectos pedagógiCos de la enseñanza especializada Iy de la no especializa– da) y la mayoría de documentos que he e)(aminéido €on respecto a la especialización poslgradual: hace peca, o ninguna, referencia a los aspectos de formaeiÓri educéi– tiva Repito que, en mi opinión, quizás nos urjan' más buenos maestros, que nuevos especialistas Y mientras las facuhacJes, o universidades, no estructuren un plan de estímulo para los méritos didáct-icos de sus profeso– les, dudo mucho que se haga progreso espectacular en la calidad de la enseñanza superior latinoamericana, por muchas nuevas especialidades que Se abran.
Hablando de necesidades plácticas urgentes, ten– dremos qué lecoriocer que el mejoramiento cualitativo de la enseñanza es más plóclic;o que la instauraci6n de nue'/as especialidudes, si los procedimientos eficientes de la docencia fundamental prosiguen en la formo ac– tual. Para libelar a nuestros futlJros profesionaies de la presión burocrática y de la amenaza de un forzado desempleo, la ins1auración per se de nuevas e~peciCJ(ida
des es un ti atamiento solamente sintomático El proble– ma for mativo debe ser atacado én su raíz causal, y esto lleva a un asunlo metodológico, que poco tiene que ver con la "reforma"---,si esta última se entiende solamente como cambio programático formal, Por otro lado, si
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