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notoriedad fugitiva a raíz de su famosa novela Las Uvas de la Ira Aún la premiaci6n de Albert Ca–

mUS, escritor admirable desde luego, pero más joven y considerado como un discípulo -yo no lo creo- de Sartre, fue interpretado en el mundo de la literatura universal, como una relegaci6n deliberada del autor de

Los Caminos de (a Libertad

Al fin, a la cansada, le es concedido el premio hace dos años jY Sartre lo rechaza! Jamás había ocurrido tal cosa Ni escritores tan orgullosos como Kipling, Bertrand Russell, Q'Neill, lo desdeñaron Las conjeturas se multiplicaron, las interpretaciones, mu– chas de ellas malévolas y mal intencionadas salieron

al encuentro de la actitud del gran escritor. Se habló de resentimiento, de soberbia, de amargura. Hasta se' llegó, por los menos malévolos, a decir que era un gestor de significación comercial mós, mucho más -se dijo que había calculado Sartre- se venderán sus libros, con el escándalo que seguiría al rechazo, que con la aceptación del mill6n de NF que significa el premio

Pero Sartre, en declaraciones, en reportajes, dio una explicación, muy alta, muy valiosa, que tiene ple– na vigencia para su caso personal, para la libertad de su activa militancia por las más nobles causas del hom– bre universal Pero que no creo que afecte a poste– riores ganadores y aceptantes del premio.

En efecto, Sartre afirmó, como argumento de ar– den personal pOTO el rechazo del premio, su necesidad de mantenerse libre de toda influencia, de todo com– promiso i El, el apóstol de la literatura engageé!

Que el premio, por su acta de nacimiento y su signi– ficación histórica, enaltecía un modo de ser, un modo de pensar, una conducta humana, en suma. Y que él, Sartre, no quería verse ligado, ni con las más suti– les ataduras, con el pensamiento -según el consenso universal- amparado por el premio Que su libertad de pensamiento y acción quería tenerlos tan libres y que, por tonto, no aceptaban razones o vínculos que los disminuyan, así no fueran sino los de la gratitud

y presentó algunos ejemplos que él, por ejem– plo, querría estar en posibilidad de enrolarse en la causa de los guerrilleros venezolanos, y que el Premio Nabel lo cohibiría Ademós, agreg6, el premio ha sido entregado sin discernimiento y que, si no era así

eh esencia y verdad, por lo menos eso creía mucha gente de letras en el mundo que la política interna– Cionpl de las grc;mdes potencias ejercía influencia manifiesta sobre la atribución del premio .

Estos y otros razones, sin duda valederas para el cosa personalísimo de Sartre, pienso yo que no' afec–

tan, que no han afectado a los antecesores ni a los

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sucesores del gran filósofo existencialista, a no dudar– lo, una de las cifras mayores del pensamiento, de la sensibilidad y, sobre todo, de la dignidad humana Alta y egregia figura de la inteligencia universal, Sar– tre se gobierna a sí mismo, pero en realidad ---él mis– mo lo sabe y lo proclama_ no quiere ni puede gober– nar a nadie

El gran ejemplo de la más heroica voluntad de ser libre que ofrece el mundo actual es, justamente, el gran sabio, pensador y filósofo britónico, Sir Ber– rantd RusseIl, Premio Nobel 1950, quien ni antes ni después del premio, ha doblegado ante nadie su alta–

nera cabeza de hombre en franca protesta contra el mundo y los hombres, contra la injusticia, la explota– ción y la crueldad, contra la guerra inútil -¿no son inútiles todas las guerras?~ contra las grandes infa– mias de República Dominicana, de Africa del Sur y de Vietnam ¿No es justamente Sir Bertrand RusseIl el promotor, con Sartre, del famoso Tribunal pam juzgar a los autores criminales de guerra de estos tiempos? Pues bien a Sir Bertrand Russell no le es– torbó el Premio Nobel para sus campañas infatigables, o la altura de sus bien vividos noventa años. Como tampoco le ha estorbado recibir por dos veces el Premio Nobel -uno por la Paz, otro por la Química- a Linus e

Pauling, el sabio norteamericano que conduce en forma inderrotable, su gigantesca campaña contra la

guerra atómica y la guerra química

¿Cómo olvidar a Romain ROlland, el patriarca de los pacifistas en lo que llevamos de siglo, el que en ple– na guerra mundIal 1914-18, lanzó su condenación a la matanza universal civilizada y cristiana, cuando declaró colocarse au dessus de la melée, desafiando el mandato de su patria, que se habi'a precipitado -por la salvaje invasión germánica- en la guerra más san– grienta de los siglos? Romain RoIland recibe el Pre– mio Nobel el año de 1915, en pleno salvajismo y

matanza occidentales. El Premio no lo olvidó para desarrollar una de las más bellas campañas intelec– tuales de la historio cuando, con el inolvidable Henri Barbusse, fundó el Grupo CLARIDAD, cuyo lema era

j Guerra a la Guerra!

Pocas gentes admiran más que yo a Jean-Paul Sartre Al filósofo de El Ser y la Nada, de Crítica de fa Razón Dialéctica, el novelista de La N6usea y Los Caminos de la Libertad, al dramaturgo de A puerta Cerrada, Las moscas, La Prostituta Respetuosa, de

Muertos sin Sepultura, Los secuestrados de Altona, El Diablo y Dios Al crítico genial de San Genet, co–

mediante y mártir, al autor de Situaciones, al fundador de Jo mejor revista francesa de esto-época Los Tiem– pos Modernos, y sobre todo, al redactor y promotor del

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