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« Previous Page Table of Contents Next Page »!'!n la ciudad de los Médicis Todo cuanto se ha ha– llado son los panegíricos de Bandini y Canovai-Y por otra pOi te, . ¿hab~á en esto motivo de sorpreso, cuando personajes mas cercanos a nuestros tiempos y cuyos escritos y publicaciones han sido enormes, co~
mo por ejemplo, Shakespeare y Moliére, no han deja– do tras de sí' rastro alguno, ni de sus manuscritos ni de sus cartas, sino apenas unas dos o tres firmas cada uno?
La pretendida carta de Vespucci a su padre, fechada en 1476, en latín, no tiene carácter de auten– ticidad Publicada por el panegirista Bandini, que
tuvo buen cuidado de no dar la firma, debe de haber servido de tentación a los fabricantes de autógrafos. Uno de estos falsarios, Vrain, o Vrin-Lucas, admitió en
el proceso (65) que se le siguió al efecto, haber fabri– cado cartas de Galileo, de Vespucci, etc, puesto que, dijo, sé las pedían, y el fabricarlas "no cedía en mal de nadie" Agregó que no quería más que "recurrir a una forma picante, para reavivar el gusto por [as discusiones literarias e históricas".
Aparte de esto, el examen, por rápido que sea, de esta pretendida carta de Vespucci a su padre, (66)
comparada con la sola auténtica publicada en facsí– mile por el Gobierno español, en las Cartas de Indias, etc, (Madrid, 1878, in folio) muestra la falsedad de dicho documento, todos los caracteres son diferentes de íos de la pieza auténtica uno solo de ellos no se parece a éstos La observación de que Vespucci es– cribió la una, a los veinticuatro, y la otra, a los cinCLlen–
y seis años de edad, es enteramente inadmisibJe poro explicar una diferencia caligráfica tan grande, que puede decirse absoluta Es imposible que la misma mano haya jamás escrito esas dos cartas Siendo la de 1508 de una autenticidad cierta, la otra ha debido ser fabricada Por otra parte, la firma del nombre indígena latinizado Americus, constituye una imposi– bilidad desconocida a los falsarios
El árbol genealógico construido por Bandíni más de dos siglos después de la muerte de Vespucci, tiene el valor de todas las piezas de este género aplicadas a los hombres que flegan a ser célebres Vespucci ne– cesitó al menos un predecesor para el nombre Ameri– go, y Bandini no faltó en arrimqrselo, siendo, según él, su abuelo, a quien llamó S Amerigo, mientras a su padre le dio el nombre de Ser Nastagio Ser está allí por Servitore, como se como se encuentra en todos (05
ejemplares de la segunda carta de Vespucci a Soderini, al fin Servitore Amerigo Vespucci in Lisbona
M de Vamhagen, cuyas simpatías por Vespucci no pueden ponerse en duda, ha reconocido, en Floren– cia misma, la falsedad de otra carta atribuida a Vespucci y publicada por Bandin; en 1745 Mira asimismo como falsas otras dos, publicadas por la vez primera; la una en 1789, por Bartolozzi, y la otra en 1827, por Baldelli
(66) Audiencia d~I 'I'dbunaI CoreccíoDBI del Sena, 16 de FebrelO de
1870 Asunto de autógrafos, Gozettc des Trihunaux. y diario Le Tcrnps. Véase también Faux Autograllhes Asunto Vraln-LucDs, estudio crítico por por Ernesto Charavay, Parío, 1870
(66) Durante el .segundo ímPfJríQ MI.'" FeuWet de Canches publieó en
facsímil esta cartu. latina que Val"nhagen rePloduio en su itbro Americo Vespuccl. púg 89.
Déjase ver por estos ejemplos cuán en guardia es, preciso estar contra las publicaciones hechas en Florencia acerca de Vespucci, pues si el prenombre de Vespucci no se sujeta a una crítica minuciosa y de mucha exactitud, pudiera llegar a dudarse si Afberico,
o Amerigo es el verdadero.
La cuestión es de alguna importancia, como ha podido verse por lo que dejó dicho sobre los documen– tos impresos de 1504 a 1507, en los que se encuen– tran los nombres Alberico y Amerigo, sin respicenCia a que su solución toque la parte vital e importante del origen del nombre América, que flota siempre entre la licencia poética de Jean Basin, y Amerrique, nom– bre de lugar del Nuevo Mundo Esta solución impli– cará más o menos el payo que Vespucci puede haber prestado, sin saberlo quizás, al bautismo de Saint Dié Las piezas que sirvieron a Bandini para establecer el nacimiento y filiación genealógica de Vespucci– si en realidad existen-debieron ser examinadas con er mayor cuidado, primero en orden a la lectura exac– ta de los prenombres, y en seguida desde el punto de vista de su autenticidad sobre todo, era preciso ase– gurarse de que no habían sufrido alteraciones ni mu– tilaciones
En general, tratándose del prenombre de Ves– pucci, la lectura aun de documentos impresos, ha adolecido de mucha inexactitud, y no se ha pensado en deletrear letra por letra. El mismo d'Avezac, tan exacto en sus citas de los cambios de letras y errores de los primeros cuadernos impresos en Saint Dié y Strasburgo, tradujo dos veces el nombre Albericus por Americ, en lugar de Albert o Alberic, a la página 91 de su Martin Hylacomylus Waltzemüffer
Humboldt es quien mayor corrección ha observa– do en la ortografía de aquel nombre, que siempre tuvo cuidado de escribir Con todas sus letras, según se en– cuentran en los documentos impresos o citados en publicaciones Sin embargo, cuando habla de Ves– pucci no vacila en f!amarle Americ, y nunca Alberic o
Albert.
Cuantos conocen la Italia y la España, soben que es absolutamente imposible, conseguir que un pa– dre calólico dé por nombre de pila, uno que no se halle en el calendario de los santos Esto es lo mismo aun en Francia y Bélgica Los empleados del registro civil en Francia, antes como ahora, han rehusado fre–
cuentemente inscribir como prenombres, los que no son nombres de santos En Italia, en la época de la omnipotencia de la Iglesia católica, la dificultad debe de haber sido aun mayor, y no se tiene noticia de ex– cepción alguna de esta regla absoluta, salvo en los casos de los grandes nombres latinos, como César,
Vespasiono, Mario, etc, o en las designaciones numé–
I icas para indicar el orden en la serie de los niños, como Quintino Aun estos nombres no los acepta sino como ocultos entre otros muchos pertenecientes a santos, y de bueno y legítima ortodogía.
Cómo creer, sin un documento de autenticidad indiscutible, exento de raspaduras y enmiendas, que nos· sirviese de prueba, que un padre haya podido bau– tizar o Vespucci con el solo nombre de Amerigo, sin acompañarle otros prenombres de santos bien conoci-
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