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« Previous Page Table of Contents Next Page »la isla de Cuba le puso tiena de Alfa y Omega, porque creyó que allí terminaba y principiaba el mundo, a la Española le puso Ofir, por alusi6n a la obra de este nombre en donde se habla de la tierra de Ofir, tierra que se suponía cerca de la Cipango de Marco Polo, o de Catay
Cuando en el siglo XVI un puñado de aventureros españoles se lanzaron a sojuzgar el Nuevo Mundo, fue· ron ilusionados por seis grandes quimeras, que fueron el incentivo, que los hizo lanzarse rumbo a todas pOI tes, aguijoneados por la sed de oro; estas quimeras fuelon las siguientes:
1 9 -1a fuente rejuvenecedora de la Florida.
2 9 -105 siete ciudades de Cibola y el reino de Qui– viria
3 9 -la provincia de Omagua o sea la tierra de "El Dorado", en donde estaba el lago famoso y la Casa del Sol.
4 9 -EI país de las Amazonas, las mujeres fabulosas, que existían contiguas a la regi6n de "El Dorado". 5 9 --la provincia fabulosa o sea "la Meta de Or–
den."
6 9 -los dominios del reino Blanco, lo Sierra de Plata y la tierra de los Césares
Exponer estas quimelas que dominaron el alma de los conquistadores, es el prop6sito que nos anima al bosquejar el siguiente estudio:
LA FUENTE DE LA ETERNA JUVENTUD, DE FLORIDA
Parece increíble que la península de Yucatán, la parte del Nuevo Mundo en donde hay más vestigíos de una civilizaci6n aut6ctona que dejara la raza maya, no haya merecido toda la atenci6n que debía de parte de los denodados exploradores del siglo XVI. En tanto que la Flolida, península poblada de tribus en estado sal– vaje, sin palacios ni ruinas, que fuesen dignos de admi– loción, solicitaban la atenci6n de los españoles que po– blaban las Antillas, al grado de singularizarse el país pOI el poder mágico de una leyenda la Florida por un azClr subjetivo, fué la tierra del agua de Juvencio. El célebre inglés Mandeville, viajero imaginario, ha· bla de este modo: "Junto a una selva estaba la ciudad de Polombe, y ¡unto a esta ciudad una montaña, de la que toma su nombre la ciudad Al pie de la montaña hay una gran fuente, noble y hermosa; el sabor del agua es dulce y oloroso, como si lo formaran diversas maneras de especiería El agua cambia con las horas del día; es otro su sabor y OtlO su olor. El que bebe de esa agua en cantidad suficiente, sana de sus enferme– dades, ya no se enfelma y es joven para siempre Yo, Juan de Mandeville, vi esa fuente y bebí tres veces de esa agua de mis compañeros, y desde que bebí, me, siento bien, y supongo que así estaré hasta que Dios disponga llevarme de esta vida mortal Algunos lla– man a esa fuente "Fons Juventutis", pues los que beben de ella son siempre jóvenes". (Roxburg: libro de Man· deville)
Esta fuente de Juvencio, traída del relato medioeval de Mandeville, y trasladada a las tierras descubiertas por Col6n, se hallaba, según escribi6 Pedro de Mártir en Brimini, al Norte de la Isla Española. Este escritor se produce así: "A trescientas veinticinco leguas de la Española, cuentan que hay uno isla, lo~ que fa explora-
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Ion en el rnterior, que se llama Boyuca o Ananeo, la cual tiene una fuente tan notable que bebiendo de su agua se rejuvenecen los viejos Y no piense vuestra bea· titud que digan esto de burla o con Iígeleza Tan for– malmente se han atlevido a extender esto por toda la corte, que lo tiene por verdad, no s610 el pueblo, sino que alguno de los que se han elevado a causa de su virtud o de los que ocupan lugar de rango por su foro tuno".
Pero hay otro pasaje en la obra de Mártir en el que la fuente mágica ya no está en \0 isla de Bayuca o Ananeo, sino en La Florida
"En mis primeras décadas, dice, que COI ren impre. sos por el mundo, se dió noticia de una fuente dotada de tal virtud oculta, según se dice, que usando su agua bebida o en baiíos, hace rejuvenecer a los ancianos. Apoyándome yo en el ejemplo de Plínio o de Arist6te– les, me atreveré a consignar por escrito lo que no va– cilan en afirmar de viva voz hombres de gran autori· dad" Estos "declaran unánimemente que han oído la historia de la fuente que restaura el vigor y creyeron, en parte, a los que cóntaban esa histol ia. Dicen que ellos no lo víeron ni lo comprobaron con la experiencia, porque los habitantes de aquella tierra florida tienen las garras muy afiladas y son acérrimos defensores de sus derechos No quieren huéspedes, y menos cuando es– tos pretenden quitarles su libertad Pasando en flotas desde la Española, y con viaje más corto desde Cuba, se pi opusieron varias veces los españoles sojuzgar a aquellos indígenas, y establecerse en sus tierras; pero cuantas veces acometieron la empresa, otras tantas fue– ron rechazadas, derrotados y muertos, pues aun cuando los naturales andan desnudos, pelean con armas arro– jadizas y con flechas envenenadas De estos milagros de la fu~nte cit6 el dean un caso Tiene de criado a un yucayo que se lIoma Andrés Barbudo, porque entre los de su raza, que todos son imberbes, él es barbado Dí– cese que fué engendrodo por un hombre muy viejo. Es– te, aj·raído por la fama de aquella fuente, y por el an– helo de alargar la vida, quiso ir desde su isla natal, como los nuestros van de Roma o de Nápoles a los ba– ños Puteolli, para recupelar la salud perdida V, hechos los preparativos marchó a tomar las aguas de la desea– da fuente; fue, en efecto; se bañ6 y bebi6 del agua mu– chos días, haciendo todo cuanto le aconsejaban los del balneario, y se cuenta que lIeg6 a su casa con fuerzas viriles Se cas6 otra vez, y tuvo hijos.." Pedro de Már– tir desde luego no cree una palabra de lo que al respec– to escribieron los historiadores de Indias, y si lo cuenta es porque lo atraen las narraciones folkl6ricas que toman baio su pluma el encanto de la belleza literaria.
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Oviedo, hombre de juicio y testigo directo, que no escribe para distraer a Papas y Cardenales, sino que para construír monumentos científicos, cuenta las COSaS de atto modo "En 1512, Juan Ponce de le6n, equip6 dos caravelas y se dirigió al rumbo Norte, habiendo descubierto en la parte septentrional de la Isla Fernan– c1ina, las islas de Bimini Entonces se divulg6 la fábula de la fuente que el los viejos los hacía tornarse mance– bos Esto fué ton divulgado y constatado por los indios, dice el autor de la "Historia General y Natural de las Indias " que el Capitán Juan Ponce de le6n, su gente y
sus caravelas que se proponían encontrar la fuente, ano
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