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89_EI Adelantado suministlaría pez, alquitrán, jal–

cia, estopa y velas; el Vir¡ ey la clavazón, ~nclas, cables, botarén y artillería; los gastos de estos al t1culos estaban a cargo de ambos socios.

Luego Alvarado y Mendoza malcharon a México para el arreglo de otras cuestiones lelacionadas con la compañía, lo cual retuvo a Alvarado hasta el mes de

I novo del año siguiente de 154!.

En los primeros días de junio de 1541 llegó Alva– lado a Nueva Galicia con el objeto de embarcarse con destino a las Siete Ciudades de Cíbolo, con la imagina– ción llena de poder, riquezas y gloria, entre tanto su buena estrella eclipsada ya, preparaba el funesto hance en que concluiría su carrera de fortuna, hazañas y glo–

tia

Los indios sentían muy próximos los tiempos de la conquista rata encontrOlse sometidos ~e~.initivamente A fines de 1538 los indios de Nueva GalicJO se sublevaron al frente del caudillo Coaxicari. Para auxiliar al gober– nador de Nueva Galicia acudió el Adelantado de Gua· temala don Pec.1ro de Alvarado, que lIeg6 o Guadalajaro el 12 de junio de 1541 A pie 01 frente de sus soldados luchó heloicamente ante los albOlradas de Notchistlán, de aquella Provincia, pero el caballo Cl.ue montaba el escribano Montoya resbal6 cuando sublan una cuesta cayendo sobre Alvarado al que al rastró, despeñándole, sufriendo el Adelantado serias contusiones que, Jo lleva– ron al sepulcro En su testamento recom:~d6 a su e~­

posa cumplir estrictamente con la companla que habla formado con el Virrey de México

II!

Entletanto la expedición de Vásquez Coronado, des– pués de vencer las inclemencias del tiempo y ele los ene– migos, sus penosos esfuerzos no fueron coronados pOi el éxito la ciudad de Cíbolo que encontlaron en nada se pare~ía a la de los telatos de grandezas que habían escuchado y les habían animado a la marcha En lugar de las soñadas riquezas y de los magníficos esplendo– res y del 010, vieron una ciudad humilde, con casas de tierra y madera, a las que subía por medio de escale–

I as de palo que se retiraban en tiempo de guerra No decayeron sus ánimos ante tan tris.te lealidad y siguie:on caminando fundados de nuevO en la leyenda; hablan escuchado un nuevo relato fantástico del ley de Quivi– ria, poseedor de glandes riquezas, y hacia aquel reino se dirigieron atravesando arenosas llanuras; pero una nueva decepción les esperaba El leino de Quiviria, si– iuado en el centro del actual Kansas, nada tenía que ver con la leyenda, ni las riquezas anunciadas existían. Los expedicionarios retornaron a tierras de México, que– dando en las nuevas regiones los franciscanos fray Luis de Padilla, fray Juan de la Cruz y fray Luis de Escalo– na, que poco tiempo después fueron sacrificados cruel– mente por los indígenas

Aquella expedición había caminado novecientas le– guas y costado muchos miles de pesos oro.

La expedici6n de Alarcón había navegado hacia el Norte varios cientos de leguas y después de haber de· sembalcado en las costas de la Baja California, se in– ternaron tierra adentro en busca de las codiciadas ciu– dades, habiendo encontrado la misma poblaci6n que había visto Vásquez Coronado, por lo que, decepciona– do, volvió a tierra mexicana.

Así fué como tesultó que la de las "Siete ciudades de Cíbola" y sus extraordinarias riquezas era un mito, como puede vel se en la carta que Francisco Vásquez de Coronado dirigió al Emperador, dándole cuenta de la expedición a la provincia de Quiviria, y de la inexacti– tud de lo leferido por Marcos de Niza acerca de aquel país Dicha carta se encuentra entle los documentos inéditos del Archivo de Indias

Admila que dos hombres como Mendoza '( Alvara– do tan caracterizqdos, se tomaran tanto trabalo y fue– Ion a emprender tan crecidos gastos, descansando única– nlente en la relación, que después resultó ser falsa de un impostor o engañado viajero S610 la sed de oro pudo hacer que Alvarado se enredara en el asunto de

ICIS ciudades de Cíbolo, que de haber seguido su viaje dil ectamente de la Purificaci6n a las Molucas, sin haber ido antes a México, la capital, otra habría sido su suel– te y no hubiera encontl ado su muerte en los barrancos del peñol de Nichostlán

Mendoza, sin embargo de las fracasadas expedi– ciones a las tierras de Cíbolo fué uno de los gobernan– tes más connotados del siglo XVI: introdujo la implenta a México en 1536, fundó el colegio de Santiago de Tla– telolco, mejoró las fOI tificaciones, fomentó la agricultu– ra y la producción, laboró por establecer buenas comu– nicaciones, llevó a Nueva España muchachas solteras para fOI mar los matrimonios, pacific6 varias insurreccio– nes imponiendo el prestigio de su autoridad, en una gran epidemia que causó numerosas víctimas, puso de man¡fiesto sus virtudes caritativas y mereció unánime– mente el título de "Paelle de los pobres" Nombrado Vil rey del Pel ú tuvo la gloria de ser el fundadol de la Univelsidad de San Malcos de Lima.

Tal es la historia de la conquista de las imagina– rias ciudades de Cíbola que costara tanto dinero y tra– bajos al Virrey Mendoza, la vida al Adelantado don Pedro de Alvarado, esfuerzos, luchas sacrjficios y pe– nalidades inútiles a los capitanes Alarcón y Vásquez COIonado sin haber logrado nada efectivo

la falsa relación de un fraile iluso anastr6 tras de sí a otros tantos cientos de ilusos, que con sus vidcls pa– galon harto caro su ingenua cledulidad.

EL PAIS DE "EL DORADO"

Es la leyenda de "El Dorado", una de las utopías de los Conquistadoles y que iba a prolongOl por mu– cho tiempo el reinado de la quimeta geográfica, o sea la existencia del famoso situado en el país de los Oma–

guas, conocido como "El Dorado", y que por singular apareamiento evocaba también el país de las Amazo– nas

¿En d6nde estaba "El Dorado"? Uno de los explo; radoles de Alvar Núñez, Hernando de Ribera, avanzo desde la Asunción del POIaguay hasta los 14 9 45' de latitud meridional Ribera sali6 de Los Reyes en El Go– londrino, el 20 de diciembre del 1543, y regresó el 30 de enero de 1544, contando qve había sabido de un lago, situado en la espalda de una sierra, lago en donde el sol tenía su casa de oro.

Pronto se generalizó la leyenda del misterioso lago que según unos estaba situado en las orillas del río Ma– raz6n o Amazonas, o de algunos de sus afluentes o subafluentes, según otros estaba situado a orillas del

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