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la leyenda de "El Dorado" por un singulOl aparea– miento evocaba también el país de las Amazonas, pues se decía que aquel país estaba situado al Oeste de Ma– deira o al Oriente del país de las Amazonas Este últi– mo país se afirmaba que estaba situado en el Casi– quiare o entre los ríos Magdalena y Cauca

De las mujeres amazonas se supo y se habló por primera vez, cuando de ellas habló Francisco Orellana Después todo el mundo desde el Paraguay hasta el Atra– to, desde Santa Marta a la Guayana, todos afirmaron

haberlas visto También los compañeros dp. Colón ase– guraron haberlas visto en las islas Caribes. Conquistada la provincia de Quito por Benalcázar, como teniente de Pizarra, éste envió a su hermano Gonzalo para que to– mase el mando Pero Gonzalo Pizarra no pudo perma– necer en Quito, pues empezó a sentir ra seducción de un país misterioso, "el país de la canela", rico no sólo en especies, sino en oro, y formando una expedición muy bien organizada, de 350 españoles y cerca de 4 400 indios, salió a su exploración el 31 de diciembre de 1538

Eh las orillas del Coco, Pizarra comisionó a Francis– co Orellana para que practicara un reconocimiento flu– vial con 50 hombres Orellana descubrió el río Napa a fines de 1540 y llevado por la tentación de una con– quista independiente, siguió adelante con algunos de los que quisieron seguirle Entró en fas aguas del gigantes– co río Marañón, como lo llamaban los naturales, y en siete meses recorrió la extensión enorme que lo sepo– raba de la desembocadura. Una serie de prodigios Jo salvó de los peligros de la navegación, del clima, del hambre y de los indígenas Cuando llegó al Atlántico Siguió en su bergantín hasta el Delta del Orinoco y los demás expedicionarios que habían seguido por tierra a las órdenes de Pizarra, llegaban a Comagua a bordo de uh bergantín construído en el Arto Amazonas. Pi·

:drro emprendió una desastrosa retirada, y entró en Quí'

de la cordillera para dar vuelta a la montaña y pene– trar entre los callejones donde se parten las aguas del Magdalena y el Cáqueta

Felipe de Hutten tomó una resolución que lo aleja– ba de todas las tentativas anteriores, buscó "El Dorado" hacia la izquierda y llegó al país de los Omaguas la gallardía con que este mozo intrépido y crédulo hizo el avance no le compensó del necesario desencanto llevaba como guía y apoyo a Pedro de Limpias, el adalid que abrió la ruta de Federman por el Meta, el Cáqueta y el Magdalena

Hutten conoció todas las virtudes de sus predeceso– res Personalmente conoció las de Jorge Espira, pero las suyas se intensificaron en la medida de la audacia con que varió el rumbo Para que nada le faltase estu– vo a punto de morir como había muerto Alfinger, herido durante un ataque indígena; todos le tenían por muer– to El y su compañero Arteago habían recibido una p,ja indígena en el costado. No habiendo quien atina– se a curar las llagas de los dos Diego de Montes, ma– drileño, se presentó ofreciendo sus servicios Sabía la– var heridas y entablillar los huesos Pero la región del cuerpo interesada retraía a los remendones de carne. Montes no vaciló; había un indio viejo cansado de vivir,

Se le puso a caballo y se le dió una lanzada semejante

(J la del capitán y se procedió al estudio de la anatomía topográfica que importaba "Terminado esto, Montes to– mó sus dos enfermos y rasgándolos por las costillas, les hizo cierto lavatorio y meciéndoles de una a otra parte, según se suele hacer con los odres para lavarlos, fueron limpios y en breve sanos".

Todo marchaba desatinadamente, era preciso retro·

ceder Hutten y Pedro de limpias riñeron Hutten apo– yado únicamente en su compatriota Bartolomé Welsar, fue despiadamente perseguido y no pudo pensar ya en el anhelado regreso al país entrevisto, que se perdió para siempre entre sombras de misterio y de tragedia Bastidas había dejado el puesto a Juan de Carvajal, es– cribano lleno de ardides y de mañas. Después de una sucesión de intrigas y de embrollos, Hutten y su compa– triota quedaton prisioneros de Carvajal en Tucuyo, y fueron decapij-ados con bárbara crueldad.

la corte de Castilla nombró como gobernador a Juan Pérez de Tolosa, quien llegó a Venezuela y aholcó a Carvajal, en la misma ceiba en que éste hizo sus eje– cuciones

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El famoso país de "El Dorado" nació de la ímagi–

nació,! calenturienta de los hispanoamericanos, pues aquella región no existía y viendo las novedades que a diario advertían, no tuvieron empacho en admitir lo sobrenatural y maravilloso las relaciones fantásticas que Pedro de limpias había dicho que aquel rey todas las mañanas se hacía cubrir de oro en pó(vo el cuerpo, el que se fijaba con resina y por las noches se baña– ba, era poseedor de grandes riquezas y por encontrar

ese país soñado fiJeron Jos afanes de tantos conquista·

dores, habiendo caído en la cuenta hasta el Obispo de Coro, Rodrigo de Bastidas que expedicionó por encon– trarlo

Hernán Pérez de Quezada, hermano del conquista– dor de Bog01':, y otros varios oficiales españoles, em· prendieron también la Huso ría conquista de "El Dorado", Esta ilusión, Jice Humboldt, "era una fantasma que pa-

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recia huír de los españoles y que no cesaba de llamar– los" Tan penosas expediciones se continuaron repitien– do durante medio siglo; tan arraigada estaba en los es– pañoles la existencia de "El Dorado" y tal eta su apego a lo mOlavilloso.

Benalcázar buscó "El Dorado" en una hoyuela de Cundinamarca; los conquistadores de Bogotá extendían

la mirada hacia el Sogamaso; los compañeros de Alvar Nuñez, subiendo por el Alto Paraguay, vieron señales indecisas que ya parecían indicarles el lago Titicaca, ya la selva amazónica; Gonzalo Pizarra, el más temerario de los exploradores del Nuevo Mundo, se lanzó en su busca OreHana afirmaba haber pasado junto a "El Dorado" Espira aseguraba que lo había descubierto Hernán Pérez de Quezada, pretendió asir con las manos

aquel fantasma geográfico

El Marqués de Cañete, Virrey del Perú, envió por Huánuco a Gómez de Arias y a Juan de Salinas: los

dos volvieron desbaratados; después eligió a Pedro de Urzúa, a quien improvisó una flotilla y entró en la boca del Amazonas Urzúa no tuvo tiempo de desengañarse, pues murió a manos de conspiradores, en un punto no lejano de la confluencia del Putumayo

EL PAIS DI; LAS AMAZONA!;

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