Page 105 - RC_1968_06_N93

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Me habían dicho que pasar por el gallo de Florlda en esa época y en un barco solo. era exponerse casi seguramente a una piratería de las más sanguinarias; y como el viaje a la cosía sería casi imposible si lo demoraba mayor iiempo durante la estación lluviosa. tenía que escoger entre regresa!' inmediaiamen. te o quedarme en el país hasta fines del año En aquel entonces la situación política era todo 10 favo. rabIe que podía esperarse: por consiguiente me incliné a emprender el Viaje. haciendo todos los prepara. tivos del caso.

Al leer los informes recíbidos. me puse a considerar el carácter y las pretensiones de las personas más influyentes de la sociedad; quiero decir las mas ricas; y habiendo oído hablar por casualidad sobre

el monio de las propiedades y capitales que se airibuyen a algunas de ellas, me iomé gran trabajo para averiguar qué bienes poseían las demás. Con este objeto hice un catálogo de los nombres de las principa– les familias del país, y después de recabar la opinión de las personas mejor imozmadas sobre el asunto, añadí en él los datos relativos a las propiedades de aquéllas la naturaleza de éstas y las fuentes de don·. deproceden. Este catálogo se encontrará en el Apéndice; pero por motivos evidentes de delicadeza y pru.

de~cié!l sólo he puesÍO en él las iniciales y el bout ri mé (1) de sus nombres.

De este clocumento aparece que el capital comer cial de treinta y siete familias residentes. en la ciudad porque todas tienen más o menos in·tereses comerciales alcanza a más de 1.500,000 libras esterlinas; y de· be observarse que no se toma en consideración el valor del capital comercial de las demás ciudades y pue· bIas de la República. en los cuales hay algunas familias tan ricas como las de la metrópolí. No tuve los medios de averiguar el valor de esa propiedad; pera suponiendo que en cada uno de los otros cuatro Esta,. dos de la Federación el monto del capital comercial sea la cuarta parte del de la metrópolí, resultaría una suma d~ más de ~ 3.000.000 aplicable directa o indirectamente a los fines del comercio exterior. Este ca¡pital tan sólo necesita de que se le ponga en movimiento, mediante el comercio exterior. para llegar a ser realmente útil a sus dueños y a los países que trafiquen con ellos. ¿Por qué no se ha hecho esto? En mi hl1milde opinión por el siguiente motivo. La priuc1pal nación hacia la cual volvió ansiosamente los ojos el Gobierno guatemalteco para obtener el recClnocimiento de su independencia fUe la Gran Bretaña; pero como ésta no recibió a su Ministro con este carácter. se suspendieron todas las proposiciones para celebrar un tratado. ¿Cuál ha sido la consecuencia~ Un espíritu levantisco de ambición interna, que ha– bía permanecido oculto ante el peligro del grandioso imperio recjen·temente creado el\. México y que ame· nazaba esclavizar al país, ardió súbitamente. El Presidente y su partido fueron atacados y estalló la gue– rra civil. En Guatemala, el agente diplomático de cualquier potencia de prestigio habría podido apaci– guar probablemente la querella con un poco de acto. Sin embargo. esto no pasa de ser una humilde opi– nión. resultado. de un convencimiento sincero. y. espero que no podrá ofender a las muchas personas a quie– nes la delicadeza del asunio afecta tan profundamente en Guatemala'. Hay una cosa enteramente cierta

y es que durante los primeros ocho meses posteriores a mi llegada con mi informe. la Gtan Bretaña no tenía la posibilidad de reconocer la independencia de Guatemala. debido a algunas dificultades Íllsupe· rabIes de carácter importante y confidencial que sUlgieron. y los informes posteriormente recibidos sobre el estado de desorganización del país. debido a las ciJ:cunstancias existentes. han hecho que la indinaclón

éII tratar, de parte del Gobierno británico, esté muy lejos de ser aconsejable, para decir lo menos. Por consiguiente no puede hacerse a nuestro país el menor cargo por la infortunada demora; y si el resulia– do de ella ha sido una calamidad pa!l:a Guatemala. se debe tener la esperanza de que una reciprocidad de amistosas intenciones se establezca de nuevo cuando de las circunstancias aparezca que dicha República merece de parte de la Gran Bretaña. esta consideración que tan ardientemente codició al principio y es de esperar que tenga el buen juicio de desear todavía. . Sábado.' 2 de julio. - Habiendo empleado los últimos cuatro días, que fueron muy lluviosos, en compilar y arreglar los datos para mi informe. comí al día siguiente. domingo, con Don Mariano Aycine– na. hermano del marqués. Tuve la ocasión de ver una comida del mejor estilo guatemalteco. LJa se– ñora de Don Mariano y dos primas jóvenes de éste amenizaron la fiesta que termin6 sin embargo a las seis de la tarde. hora en que la mayor parte de los concurrentes se retiraron·. presumo que él' dormir la siesta de que se habían: visto infortunadamente .privados por el largo iiempo que duró la comida y la cir– cunstancia de haberse fijado para ésta una hora más téU"día que la de coslumbre. Las señoritas Piñol. las jóvenes a quienes aludo, tienen una tez de las más blancas y se parecen más a las mujeres inglesas en el aspecto general de sus personas que todas las que ví en aquellos países. Hay otras jóvenes de la fami– lia. las Pavones. que también son lindísimas y de apariencia europea. Antes de mi partida todas ellas habían adquirido el título de las inglesas. (2) que parecía gustarles mucho. Al hacer estas observaciones particulares no pretendo dar a entender que las damas mencionadas sean las únicas beldades de la ciu– dad. Tendría que consignar los nombres de muchas otras si quisiese hacer una lista de ellas; pero esto sería una simpleza y por lo lanto 10 único que debo decir es que la mayor parle de las mujeres guatemal– lecas serían consideradas como bellas en cualquier parte del mundo.

(1) En francés en el texto. (2) En castellano en el texto.

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