Page 18 - RC_1968_07_N94

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aire lejano parece al'ranc~rme del .present~. ~ingún

lugar mejor para proscemo del prImer epIsodIO.. .El

Qapito~io al :norte, coronando su altura la maiClSa silueta del Senado; al geste el Palatino, levantando tras la Domus Augustana, la Domus Tiberiana y la Domus Caligalae; y, entre el silencio de la noche que cae, el canto de las ranas en el Lacus Juturnae.

SOMBRA Jl MiSTERlIO DEL

Pm:M~R ACTO DEL DRAMA

Viejas lectuI'as, recuerdos de antiguos textos apren– didos de memoria vienen a acompañar mi pensamien– to entre las ruinas. T!)dos ellos me hablan de Ró· mulo, del urbano Rómulo, como símbolo del destin.o romano. P,ero ¿no es la historia de Roma una traI– ción al símbolo de Rómulo?

Rómulo quería una Roma encerrada, amurallada; una Roma nacionalista para decirlo con palabras ac– tuales. Sin embargo, desde su original concepción, Remo inicia la fuga hacia la aventura -raíz de impe– rio- y salta la línea de las murallas romanas encon– trando la muerte.

¿Por qué la muerte? '" ¿Por qué la muerte acecha y castIga t~Ullblen a César, el que pasó el Rubicón y saltó hacIa el 1m· perio?

¿Por qué de nuevo la muerte cae y castiga a lo'> cristianos romanos -Remos bautizados- qtre saltan las murallas del paganismo hacia la Roma de Dios? He allí lo que yo llamo el misterio del drama de Roma.

POI'que si Rómulo es la lClave del destino. de la Urbe, Remo, César y Cr.isto son sus t¡',es e~emIl?ios, y

su imperio y SUI etCl'mdad (Roma ImperIal-CIUdad Eterna) se convierten e~ fábula.

Miremos con los ojos nacior..alistas de Rómulo la

historia romana. ¿Qué faltaba a Roma? - Su virtul'1. ciudadana y natural había escalado el más alto grado de humana perfección. Clásica era y la llaman por– que había encontrado la armonia y la medida del hombre. Porque había absorvido de Grecia las esca– las del saber y de la belleza, que agl'cgadas a la escala de su virtud -de su "virtud romana"- as– cendíim al hombre antiguo a la plenitud racional. ¡Na– da faltaba a Roma! ¿Qué secreto impulso, entonces, la arrojaba de si, sobre el mundo? ¿Qué la llevaba a darse, a abrir sus puertas ciudadanas, a cmlVel'til' sus esclavos y conquistados en romanos?

Mi interrogación, afanosa ante el mistel'io, busca el dato de luz en el espectáculo anochecido del Foro. Cerca de mí, en un templo ultrajado por los si– glos, se destaca la efigie sevcra y majestuosa de la Dea Nutrix, vieja diosa que es pal'a mí la encarnación de la antigua Roma. Sentada, con Un infante dor– mido entre sus bl'azos, proclama aún la virtud fami.– liar del pl'imitivo hogar romano.

-¡Roma! ¡Roma! -murmura el labio, fiel al pen– samiento- ¿dónde tu secreto? ¡"Félix qui potuit n~­

rum cognoscere causas. .!"

Jl al latín antiguo o a la voz, aún romana, de un nieto' de Roma, la «lea Nutl'ix (¡histol'ia que siempre responde!) incorpora su majestad (le piedra y viene a mí descalza, descendiendo las gl'adas y los siglos. -"Mira -me dice- yo soy Roma. La Roma de la leche nutl'idol'a del mundo antes que la Roma de la sa~gre amamantara el espíritu insaciable. ¡He aquí este niño! ¡Ha muerto sobre mi reg'azo! Es Re– mo el que quiso saltar sobre los límites de la Ciu– dad. Apenas le recuerda la histol'ia, pero yo le amo más {'J.ue a Rómulo. Al fin.! a! cab~ él señaló ~l

camino verdadero. El anuncIO mI destmo. Me oblI– gaba la historia -tú lo sabes!- a cerc~r, COl~~ Ró· mulo, mi heredad, a conservarme en mi, a VIVIl' de mi virtud, como lo quisieron mis reyes hasta Numa

y lo expresaro~ .los VIeJOS romanos ~n lab.ios de Na– sica y de SciplOn. Pero Remo habia deJado el ca– mino de su muerte. Algo me empujaba a saltar so· bre la muralla d~ piedra pal'a ir hacia el imperio y algo más fnerte aún me empujó a saltar sobre la mu– ralla de la vida para iI' hacia la Eternidad".

La caduca diosa crece y es hermosa ante mis ojos. Ella prosigue:

-"Nada faltaba a Roma, has dicho, e interrogas al misterio. ¿No sabes a'Ilaso que le faltaba la Reve– lación? -El drama de Roma es haber sido un pue· blo elegido a quien le faltaba la condencia de ser un pueblo elegido. Su virtud y su poder fueron uten– silios de Cristo para armar la razón de un mundo que El iba a Henar de su Espíritu. Cristo usó las tres escalas del orgullo de Roma para ascender con su humildad. Pero esas tres escalas -las escalas de la virtud natUJ'al, del saber l'acional y de la belleza humana- no ,eran lo suficientemente altas para que Roma pudiera llegar hasta el misterio de Dios. Y así, la Roma trazada en el Plan Divino se cumple a pe– sar del plan de sus hombres, y Roma salta sus mu– rallas con Remo, con César y con Cristo, quienes mueren por obra de ella misma, porque con. sus muer– tes, el primero ha de p'l"ofetizal'le su Destmo,. el se– gundo ha de darle su imperio y el tercero ha de con– quistarle su eternidad".

REVEL,AmON DE lLA ROMA ANTIGUA

Un suave silencio interrumpe la relación de la dio– sa. Mis ojos y mis oídos han seguido su . lenta p~.

labra secular. Sin embargo ella pal'ece mnar haCIa lejanías inasequibles. ¿POI' qué las estatuas miran así con una mirada indefcnible y vaga?

, Comó' una síbila -desposeída, sacerdotal- ella me llama y dice: -"¡Acércate!"

Mis ojos siguen su. mano que levanta el velo dt' la noche.

-¡Mira, me dice, esfuerza tus mil'adas haci~ el horizonte. ¿No ves bajar desde el umbral de la hIsto– ria a un pueblo acaudillado por reyes y patriarcas'.'l ¡Es lIsrael, pueblo elegido para la Reyelación! -:Aho– l'a asoma tus ojos sobre el monte vecmo. ¡He alh otro pueblo que avanza: Es Roma, el pueblo elegido para la Razón!

"Israel está predestinado para traer en el arca lile sus generaciones la sangre. JEs llna raza y no un pueblo el que debe perdurar. Roma, al contrario; como ha sido elegida para preparar las venas por don· de ha de circular esa sangre redentora, es su gran pueblo el que se ve empujado a organizarse y a asi– milar, a dominar y a unificar. :B.srae! ha de darnos al Divino Caminante. Roma ha de prepararle sus católicos caminos, ¡Repara en sus rutas memorables: Israel tiene una historia de conservación y de defensa. Roma una historia de expansión y d.e conquista! "El pueblo que trae la Revelación ha de gu:arrlurse incontaminado. Roma al contrario, aunque le nnpm'te la muerte, ha de saltar sus murallas para contaminar, para romanizar al mundo.

"Pero, como tú di.ces, algo faltaba a Roma. Su pl'ed,estinación no era r('velada, y por eso el dram3 de Roma es la inconsciencia de Sil drama. lisrael sabe su destino. Roma lo ignora. !Por eso si Israel peca contra su destino peca contra Dios y lo crucifica. Ro– ma se lava las manos y pregunta: "¿Qué es la Ver–

dad?"

"Pero la razón romana no espera la respuesta, ¡lLa Verdad es el drama, la Verdad es la muerte de. 1:1

Roma que interroga, y se pl'efiere la fuga, la .hUIda hacia el engaño, hacia la farsa, hacia la comedia! lLo que !Pilatos hace con Cl'isto frente a Israel, es lo que Roma hace con su destino. Israel pide el drama de la crucifixión. Roma, empero, concede la come·

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