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« Previous Page Table of Contents Next Page »de la muerte el papel verdadero de la Urbe, su sím– bolo oscuro, la cercana victoria del drama. Una son– risa asoma a sus labios agonizantes y una última fra– se culmina su vida como para levantar ante su pue· blo el velo de/la historia: "Acta est fabula!" -dice– "La comedia ha terminado. ¡Aplaudidme!"
("A este niño reciente privilegia, Lucina, rec9ge con tus brazos al que rompe los hierros, y una aúrea familia levanta sobre el mundo. Ya el claro Apolo reina!"),
"Tú modo nascenti puero, quo ferrea primum Desinet, at toto surget gens flurea mundo, Casta, fave, Lucina: tuus jam regnat Appollo".
"Tu regere Imperio populos Romanae momento Roe tibi erunt artes, pacique imponere morem Parceres subjectis, etc debelIare superbos",
Apenas puedo consoHdar, con los ojos absortos, la misteriosa palabra de la diosa romana.
Las claras luces del amanecer bañan las siete co– linas. En la vida romana era esta la hora en que el teatro llamaba a los espectadores. Otra Represen– tación, misteriosa y sagrada, es la que ahora se anun– cia desde los campanarios con dulces voces de metal. Comedia y drama. -¿Dónl!e me llevas?
La mujer de los pechos inagotables me ha hecho, una seña y yo la sigo, Mientras caminamos de nuevo al amplio Coliseo, me 'Señala en los arcos triunfales los relieves de victorias y, batallas.
-"Israel, me dice, recibió la L.ey de Dios. Gravó en las Tablas de Moisés sus X mandamientos y se en– caminó a la tierra prometida. Tenía el cielo y bus– caba el suelo, buscaba la tierra.
"Roma formuló el Derecho. La ley de los hom– bres. Grabó Su justicia en las XII Tablas: adquirió la tierra, y fue tras el Saber que es la pista de Dios. Tenía el suelo y buscaba el cielo sospechado. "Sin embargo Israel, poseyendo la Revelación pe– có contra ella y Dios le negó el goce de la tierra pro– metida. Sometió a su pueblo al cautiverio. Y la voz de sus profetas clamó las promesas venideras entre el llanto y la humillación.
"Roma también fue castigada. Poseyendo la raz n, pecó contra ella. Era dueña ya de la más alta filo– sofía pero Dios le negó el cielo perseguido. Su or– gullo conquistó la tierra toda. Pero sus poetas y
filósofos inútilmente buscaron el Eterno Principio en· tre la orgía de las generaciones corrompidas y las fá– ciles tentaciones del sofisma. "Tendebantque manus ripas ulterioris amore!"
"Así, pecando contra sus mutuos destinos, cuando les llega el momento de cumplirlos, los dos pueblos se extravían. Olvida el uno que es pueblo de Dios. El otro olvida que es un pueblo de hombres. A Israel le nace el Mesías, pero al ver ~ue no es un Caudillo de la tierra, un jefe terrenal y político, lo' crucifica. Buscando sacrílegamente la tierra, perdió el cielo, per– dió hi Revelación. ¿No sigue, acaso, desde entonces. errante y disperso, pueblo sin tierra, extraviado y
mesiánico? - En tanto Roma, cuando dominó al mun– do, al no encontrar a Dios, divinizó a sus jefes. Y, ante los primeros cristianos que no quieren adorar la Divinidad de sus Césares, ante la llegada del verda– dero Dios hecho hombre, opone sangrientamente el extravío del hombre hecho Dios. iRoma, buscando el cielo por un camino irracional, perdió la tierra, per– dió la razón!" (1)
Señalándome el lugar tionde antaño s,e levantaba la estatua colosal de Nerón. agrega:
-"Realmente esa es Úl verdad. Consumada la obl'a de su C!estino, Roma no tiene ya nada que hacer. Ha perdido sus virtudes y es arrebatada por la locura. Pierde la razón porque ha perdido su razón de ser. Locos del placer realizan las más extraviadas formas del deleite. Emperadores dementes moran en sus pa– pero las palabl'as están ancladas en el pequeño mar lacios. Muerto Cristo enloquece Tibel'io! -y desde de su edad. Se busca al niño profetizado en el César. entonces, solo de vez en cuando, entre crimen y cri– Se confunde el amOlO con el oello perfil pétreo de men, un nuevo caudillo un corto período de reacción, Apolo. Se cree la vida en la comedia. . . dan señales de vida ~de razón- en la urbe morí- " ... Sólo Augusto, el noble empel'ador de la áurea hunda y decadente".
paz, el que cierra y pone punto final al destino in- A la nueva luz de las palabras de RQma, yo, el consciente de Roma, parece adivinar en el horizonte hispano" pr,egunto: -¿Y Trajano?
(1) "Todo se acabó. Hemos juzgado a Dios y le hemos condenado a muerte. La sentencia ya ha sido dada, nada falta en ella, en lengua hebrea, griega y latina. Paul Claudel (Vía Crucis).
"Pero la poesía no logra adquirir tales horizontes. La plenitud de los tiempos obligará da nuevo a Vil'– gilio a cantar el sordo rumor de la p'rofesía:
Tu arte ¡oh Roma! canta Virgilio-, es dar e imponer leyes de paz, perdonar a los humildes y debelar a los soberbios. Pero Virgilio también ata al tiempo y al engaño la pI'ofesía. lEI poeta recoge de las hondas en· trañas de la historia datos y cUras del destino, pero inútilmente los aplica a la Roma inconsciente, a la Roma pagana, a la que sólo es camino y no realiza– ción. La Roma de la paz y de los humildes está de· trás de las murallas de la muerte. En el dramático desenlace de su comedia. En su resul'l'ección.
día de los azotes y del l'ey de farsa coronado de es– pinas.
"El destino de Roma le ordena a Roma salirse de su historia, ir al drama, desprenderse de sí, primero para la unidad del mundo por la razón, luego, para la unidad del mundo por la fe. Pero Roma no puede conocerse, debe equivocarse, tergiversar su profesía, creer trazo p,ropio de su Imperio lo que es trazo del plan divino, sospechar su vocación de eternidad pero imprimirla en la materia y desviarla en el orgullo. ¡Ignorar su drama representando la comedial "Analicemos los hecbos. La sangre y ei desastre de Syla, de Catilina y ale Pompeyo llabían ya desnu– dado a Roma de historia. De su historia urbana. Pero de nuevo la voz de Rómulo quiere cautivada con las sabrosas palabras de Cicerón, mientras Cé– sar, habitado por Remo, consolida el Imperio para morir bajo las dagas. La Comedia insiste en su papel histórico y por eso el Divino Julio, aunque predesti– nado, aunque dramático, disfraza Su monarquía con la vieja toga republicana y muere en escena. Pero la muerte de César es teatral, aparente. El destino dra– mático del Imperio exige a Remo, mientras la come– dia insiste, persiste en representar a Rómulo. Y así, t"n esta lucha, en esta dualidad, el César revive en Augusto, pero el Senado y la nobleza y los tribunos siguen en su papel de actores. ¡La inmensa comedia no quiere cesar! Roma se entrega a ella con tanta más pasión cuanto más viva es la realidad de Su drama. Busca todas las formas de la fuga: El arte se irá tras la retórica. La filosofía, al beber en las aguas de Grecia, no buscará ~a fuente dramática del peno samiento platónico o aristotélico, sino el falso espe· jismo de la comedia estoica o epicúrea. El pueblo. más instintivo, llanamente se irá al circo, al espec, táculo. "Recordad:
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