This is a SEO version of RC_1968_07_N94. Click here to view full version
« Previous Page Table of Contents Next Page »-"Trajano es ya, más bien -me responde- un símbolo para el futuro de España que un salvador del pasado de Roma. Así, tras él, los Antoninos, que res– catan por la letra el espíritu del Derecho Romano Y
por ,el arte el sentido clásico de la belleza; pero su período es la última claridad mental de la Roma ago– nizante que mande escribir su testamento a favor de la Cristiandad".
Luego, entrando al Anfiteatro, concluye:
-"Solo queda Constantino que extenderá sobre ese "viejo testamento" del Paganismo bU rúbl'ica en for ma de Cruz.
EL NUDO pEL DRAMA
Las palabras sibilinas de la diosa romana han pe·
netrado, como una bandada de pájal'os oscuros, en el vientre monstruoso del gran anfiteatro, fiera solemne ya dormida y harta de sangre y de siglos. Pájaros son, agoreros, misteriosus, que sólo pasados en el ár· bol de la Cruz, cantan su claridad.
La dea Nutrix, casi bO,rrosa a la luz de la mañana, me lo exp'¡¡ca al pie de la cruZ! levantada en el centro de la arena:
-"Las palabras de Roma son misteriosas hasta que llegan a este momento en que la Revelación las inun– da de luz. Toda la historia antigua usa del miste– rio porque no lo posee. Pero el Mist,erio llega con la Redención y desde entonces se usa la claridad por
que al misterio se posee. En este Coliseo luchó el Paganismo y su oscuridad misteriosa contra el Cris– tianismo y sn misterio de claridad. Lucha de la Loba
y del Cordero. Lucha de la materia y del espíritu. Eterna lucha del hombre requerido por Satanás y por Dios, por la sombra y la luz. Cristiandad y satanidad. ¡Mírala con tus ojos cristianos a la luz del nuevo día, porque las sibilas y las diosas pertenecen a la SOm–
bra, a la noche y al sueño. ¡Aeternull1 vale!" Un rapto de luz destruye su presencia. Quedo solo ante la estatua, piedra muda. Solo.
. . . El lento calor del sol, poco a poco, hace circular mis ideas, sin pensamientos detenidos, susp,ensos por el atormentado misterio de la diosa. Ella me ha dado, entre datos y sombras, la Roma qne el tiempo me en– trega ,entre vestigios y ruinas.
Sus palabras, martilleantes, golpean mi imagina– ci.ón, prendida de los muros vetustos del .Anfiteah'o. "¡Comedia y lh'ama! - ¡He ahí el nudo del drama de Roma!
Sin embargo ¡en qué posición, en qué terl',eno más dispar y distinto cruzan sus armas estos concepto,; en lucha!
La comedia no baja a la arena del drama. La Loba: esparcida en las ~l'aderías espectantes, no con– ci.be esa tierra dura donde el Cordero lucha: esa arena dramática del pecado original y de la Redención. Per– siste en mirar como comedia la celeste foi'taleza de los mártires. La plebe quedará suspensa, quizás des– engañada, como si los actores representaran mal su papel, ante la originalidad desconcertante de esos nne" vos gladiadores en éxtasis, en. cuadro vivo. La Loba aúlla inclemente contra este nuevo teatro donde el drama es tan simple, tan carente de lUCha escénica
y sin embargo tan complicado para la mentalidad po– pular. ¿Cómo entender un hombre que canta mien– tras las llamas consum(·n sus miembros? ¿Cómo no encontrar desagradable esa fuga de "los actores" que parecen no darse cuenta del dolor y de la sangre, entregados de rodillas, con la vista en el cielo, a la
ful'ia desgarradora de lab fieras? -Esa nueva escuela del arte gladiador tenía que producir un desasosiego, !Un disgusto en los espectadores. Pedirán mayores tor– mentos para que el act,o~ vuelva a su papel y no se escape. Pero los intelectuales y Jos retóricos quel'l'án
solucionar con su filosoHa cómica el dramatistn0 inau– dito de los mártires. Dirán: "inexplicable estoicis'
mol'"~ mientras los políticos, alarmados por esa ~ue
va e~cuela sombría, agregarán al disgusto d~l mIste rio una razón más para la lucha. Llamaran a los
"te~tigoS de la fe", "anarquista~ .peligrosos" qu.e es
tornar implacable a la Luba, fanatIca de la urbamdad,
del orden ciudadano.
y por esto la lucha es tan cruel. O, más clara· mente, por esto es la lucha.
La Roma equivocada, la que ha extraviado su pro– fesía, no comprende la voz, no entiende el verbo de los que traen la eternidad de Roma., .
lEI concepto político, urbano, d~ Romulo l'e~cc!o
na -como eont1·a, Remo y contra Cesar, pel'~ ,mas ra–
dicalmente- contra la amenazadora converSlOn de la Ciudad de Dios. Es el primer encuentro de la polí– tica con la teología.
Si por ley histórica el Estado sin Dios es un dios, "la política romana tenía que imaginarse atacad~ en sus fundamentos -cito a Bossuet- cuando sus dioses eran menospreciados". Porque para Roma los dio– ses eran lia ciudad, la ciudad invisible. Lo tras-natu– l'al. La razón romana no concebía lo divino o sobre– natural como de esenci~, distinta a lo natural. Sus (lioscs eran hombres trasportados a las deservas del trasmundo. Sus dioses eran una especie de héroes, de l)olíticos supremos, de gigantes en la virtud y en el vicio. En palabras más precisas: .los dios.es, ~e Ro
roa no eran divinos sino. al contrariO, las dIvlmdades de Roma eran romanas. El Olimpo era el cielo na–
tural de la natm'aleza de Roma. Y el Cristianismo, rasgando ese cielo raso con su Divinidad absolu.ta, per– fecta y eterna; desprendía de un tajo la copa del á~
bol urbano. El Cordero iniciaba el drama por arrI– ba. Rasgando cl techo, bajo y material, del templo de la Loba. Destl'uy;endo el decorado de la Comedia. El choque, por tanto, tenía que ser fOl·~nidah1e.
Basta confrontar a los dos grandes personaJe de la primera hora de la lucna, para medir la fuerza de ese choque. Nerón, la cumbre de la comedia, el que incendia a Roma sólo para tener un escenario para un rato de representaci(1'n lídca; y Pedro, el que ha sido testigo de la Tragedia cumbre, el que tiene tal conciencia del dI'ama de Cristo en el Calvario, que no qui.ere repetido e invierte su rruz, humillando hacia la tiNTa su cabeza ungida. Un hombre santo, escogi do por el mismo Dios, solo quiere ser testigo de hH·
mUdad, siervo de los siervos. Un hombre-monstruG como Nerón es, sin embargo; dios romano. La co media nunca había llegado a tal podredumbre. lE! drama' nunca a tal pureza.
Con tal abismo entre ambos conceptos la Loba no podía menos de sentir, por instinto, que si el Cor– dero la vencía, caía ella en el vértigo de tal abismo, despeñándose para siempre su historia. Era preciso el martirio, la persecución, el aniquilamiento del Corde– ro. Para enfrental'se a la Revelación, Roma dio su razón máxima: la Razón de Estado, que era como de· cir, la razón de Roma, h defensa de la tradi.ción, del mas majorum. POI' eso dice Bossuet: "Los lEmpel'u dores cui[1abal1 más de extel'mi.nar a los cristianos que
de ,destrui.r a los partos, marcomanos y dacios. En sus inscr"ipciones aparecíian con igual pompa el cl'isti.anis– mo hummado y las derrotas de los Sármatas". La unidad religiosa no sólo se defendía en el espacio, sino en el tiempo. Rómulo creía defeuder, además de las murallas de. la ciudad, las de toda la hi.storia romana. Por oÍl'a parte, San Pablo, que es la voz más vio– lenta del Cordero, sabe y hace saber que se ,enfrenta a la comedia. "lEI Señor -dice- me ha enviado a predicar el Evangelio, nO por medio de la sabiduría
y el humano raciocinio, porque Ha pl'elUcación del mis– tecio de la Cruz la creen locura los que se pierden". "La Civilización antigua se apoyaba sobre un po~er
digno, aún para los cristianos, de simpatía y de res··
16
This is a SEO version of RC_1968_07_N94. Click here to view full version
« Previous Page Table of Contents Next Page »