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PRJMERA PARTE

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CRISTOBAL COLON. - SUS RELACIONES CON LOS RELIGIOSOS DOMINICOS. _ INFLUENCIA DE ESTOS EN EL DESCUBRIMIENTO DE AMERICA. -RASGOS BIOGRAFICOS DE FRAY DIEGO DEZA Dejando a un lado el lugar en que nació Cristó– bal Colón, cuestión hoy tan debatida, pero que en na– da atañe a nuestro propósito; se tiene por cierto que tan ilustre marino se hallaba en Portugal por el año 1470.

El Príncipe Don Enrique había fundado, el año 1415, una "Academia Naval" en Sagres; (1) y fué aquí donde Colón, estudiando y observando uno y otro día por los medios que estaban a su alcance, llegó a sospe– char, y aún a convencerse. de que existan nuevas tie– rras habitadas y desconocldas para el mundo antiguo. La hora de Dios había sonado ya. El genio enar– decido de Cristóbal Colón se agita; y quisiera ver con los ojos que se dibujaba en su mente. Ya cree, ya se persuade, y entra de lleno en la convicc~ón de q?e Dios le había destinado para ser. como dICe su hIJO, la paloma de paz destinada a llevar el ramo de oliva y el óleo del bautismo a través del Océano. Fallé al Señor muy propicio. refiere el mismo Colón, y hobe del

para ello espíritu de inteligencia... Me abrió Nuestl·o Señor el entendimiento con mano palpable a qu,: era hacedero navegar de aquí a las Indias, y me abl'ló la

voluntad para la ejecución". (César Cantú». (2).

Colón, naturalizado en Portugal desde hacía doce años, expuso allí sus cálculos por los años 1482 a 1483.

Que el Rey Don Juan II no desoyó a Colón, pruébalo el hecho de que, mal aconsejado, envió secretamente naves a explorar la verdad del caso. Súpulo Colón, e indignóse tanto que se propuso abandonar a Por~ugal

e irse a Castilla, como lo hizo furtivamente el mIsmo año de 1483. ,

Pid endo pan, no para sí, sino para su hijo de seis años, llegó un día Colón al convento franciscano de La Rábida, en donde fué bien recibido, escuchado y atendido por Fray Juan de Marchena, quien, admiran– do la idea del ilustre marino, tomó a su cuidado al tierno niño, en tanto que a la Corte española continuó su viaje Cristóbal Colón.

Después de no pocos obstáculos, consiguió ést.e t.e– ner una entrevista con Isabel la Católica (20 de Ene· ro dé 1486), la que dispuso con grandísima prudencia se

estudiase el caso en una Asamblea de sabios que con alquel fin habíase de reunir en Salama!1ca que era considerada entonces como la Atenas espanola.

A Salamanca dirigíó también sus pasos Cristóbal Colón, en espera de lo que allí se resolviese. Y caso extraño: no fué a hospedarse a la casa de algún mag– nate o letrado, sino al Convento de San Esteban de Padres Dominicos, en donde, como escr'be el Sr. La Fuente, "florecían a la sazón todas las buenas letras, que no solamente había maestros y cat.edráticos de teología y artes, pero aun de las demás facultades y artes liberales". (3).

"Las ideas de Cristóbal Colón, dice el Sr. Contre– ras, eran corrientes entre los Dominicos; est.aba segu– ro de encontrar amigos entre ellos". (2). En efecto, el proyecto de Colón se apoyaba en la esfericidad de la tierra, doctrina sostenida por los discípulos de San– to Tomás de Aquino, pues en los escritos del Doctor Angélico y en los de su maestro, San Alberto Magno. se trata de probar que la tierra es esférica. El sabio dominico florentino Fr. Leonardo Dati, era aut.or de u,n trabajo, titulado "La Sfera", basado en las doctri– nas tradicionales de la Orden. De otra parte, América Vespucio, que habia de darle nombre al Nuevo Mundo fui discípulo de los Dominicos de Florencia, bajo la' dirección de su tío Fray Jorge Antonio Vespucio.

Por todas estas razones, que tal vez no ignoraba Colón; o como aseguran otros, po~· recomendación de la misma Reina (4), es lo cierto que al llegar CalAn a Salamanca dirigió sus pasos al Convento de Padres Dominicos, en donde estuvo aposentado todo el tiem– po 9ue duraron las Juntas de la Asamblea, las que t.uvIeron lugar, no en la Universidad, sino en el Con– vento de San Esteban.

"Llegó Colón a San Esteban, se lee en un Memo– ria.l manuscrito. de dicho convento, y aquí encontró qUIen lo entendiese. Detúvose largo tiempo aposen– tado en el Convento, asistiéndole éste en todo lo neo cesario para su persona y viajes a la caSa de Valcue– va, para hacer sus observaciones en ella; teniéndose al mismo tiempo largas y frecuentes conferencias en– tre los maestros de Matemáticas". Valcueva era la casa de recreo que tenian los Dominicos a legua y me– dia de Salamanca, al lado de cuya casa ha levantado la Universidad salmant na una estatua a Colón. Por otra parte, en el libro de gastos de la Comunidad de

Sa~l Esteban de aquel tiempo, cemservado hasta nues– tros dias, constan las pf\rtidas de lo que Colón y Deza llevaban para su estancia en Valcuevo.

"La primera vez que compareció Colón en el gran Salón del Convento de San Esteban, que hoy se llama "Claustro de Colón", escribe Lamartine, nadie se' dig– nó escucharle, excepto dos o tres Religiosos del Con– vento de San Esteban... Los demás examinadores confundieron a Colón con textos de la Biblia y Santos Padres. Colón en vano contestaba a sus interlocu– t.ores con un respeto que no desdecía de su natural ca– rácter.... Tan sólo algunos Religiosos aparecieron emocionados por la duda muy fundada, o arrastrados por la convinción ante el razonamiento de Colón Die– go de Deza, religioso de Santo Dom"ngo, hombre su– perior a su siglo, se atrevió a combatir calurosamen– te las preocupaciones del Consejo y rendir su autor;– dad y palabra a Colón",(5).

Estas conferencias de la Asamblea fueron inte– lTumpidas por la renovación de la guerra con Gra– nada, sin que augurasen una conclusión definitiva, y "así se tomó por obra informar a los Reyes, ayudan– do a Colón los Religiosos en todas sus operaciones.... Pero quien más se singularizó fué el doctísimo maes– tro Fr. Diego de Deza. Este Maestro habló a los Re– yes distintas veces, acompañando siempre a Colón has– ta que pasó al Nuevo Mundo.(6). La dilación de la guerra con Granada, a la que asistieron Fr. Diego Deza y Colón, produjo tal desaliento en el ánimo de éste que pensó en marcharse de Castilla, lo cual hubiera reali– zado si el m smo Fr. Deza no se lo hubiera impedido. Así lo escribía Colón a los Reyes Católicos en carta del 21 de Noviembre de 1504: El señor Obispo de Palencia. dice, (y entonces 10 era Fr. Diego de Deza) fue causa de que sus Altezas descubriesen las ][ndias, y que yo quedase en Castilla, que ya estaba yo de camino para fuera".

La paz, seguida a la conquista de Granada, dió lugar a pensar de nuevo en el proyecto de Colón, el cual fué sometido a un segundo examen en Sevilla; y la opinlón de desechar el proyecto del aventurero ma– rino. De modo que muy bien podemos decir con el historiador Sr. La Fuentes: "El Dominico Fray Diego de Deza, Catedrático de Salamanca y Maestro del Prín– cipe Don Juan, fué el principal apoyo de Colón al la– do de la Reina; y a no ser por él, quizá no fuera Co– lón, ni fuera España, quienes descubieran el Nuevo Mundo.

(1) "La Conquista de las Rutas oceánicas", por D. Carlos Pereira Cap. JI. (2) llist. Unive. Tomo IV. pág.

6lo8. (3) ~a. Sopa de los Conventos. (4) Ideales Dominicanos, Cap. XXIII. (5) Fr. José ColI.-"Co– Ion y la Rablda", Cap. XII. (6) ·'Columbus". Pág. 220. (1) I\'lemorial citado.

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