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« Previous Page Table of Contents Next Page »den y especialmente para el P. Fr. Tomás de la To– rre ' que tanto había padecido y trabajado por librar a ';quellos pobres de tan gran tiranía".
"Concluido este negocio en Ciudad Real, que no era cosa de poca gravedad e importancia, trató el Juez de visitar la tierra y de hacer informaciones contra los culpados en los malos tratamientos de los Religiosos y opresión de los indios. Viendo esto algunos espa– ñoles, temiendo al Juez, trataron por medio de los Religiosos de concierto y composición con los indios,
y al fin algunos les pagaron lo que bastó para dejar– les contentos. Otros no pudieron hacer esto, porque debían tanto que hallaron ser imposible el concierto. Estos acudieron a los Religiosos, diciéndoles que por amor de Dios mirasen, ya que no 'a su hábito y a su Orden, que eran todo misericordia y piedad, a lo me– nos a su sangre y a su natural nobleza, y que pues eran caballeros de España, como tales les perdonasen las molestias y los agravios que les habían hecho ... "De este suceso tenían noticias los de San Salva– dor, y por eso temían al P. Fr. Tomás de la Torre an– tes de conocerle; mas en conociéndole, le trataron con el amor y liberalidad que se ha dicho. Siempre sacaba el P. Fr. Tomás de sus trabajos mucho fruto y aumen– to de _méritos; y para que éstos nunca le faltasen, ni le faltase qué o:tt.ecer y en qué merecer, estándose fundando aquel c1rnvento de San Salvador, le afligie– ron tanto los accidentes de su continuo y antiguo acha– que, que estuvo en grande peligro y riesgo de la vida. Mas experimentó tanta caridad en todos los vecinos de aquel lugar, que como si fuera padre y hermano de todos, así le acudieron con medicinas y abundancia de regalos. Y entre todas estas cosas lo que más se . estimaba era el grande amOr y benevolencia que le mostraban todos".
"Estando en la convalecencia de este nuevo aprie-
to, recibió un pliego el P. Fr. Tomás de la Torre en que venían los despachos de más importancia que se podían por entonces desear ni esperar para el gpbier– no y aumento de aquella Provincia; porque entre los despachos iban cartas del Rdmo. General de la Or– den, Fr. Francisco Romeo, en común para todos los Religiosos, y en particular para el P. Fr. Tomás de la Torre, a quien enviaba patente de Vicario General, inmediato a sí mismo, de to~os los Religiosos y Con– ventos de la Orden que hubIese en las Provincias de Chiapa, Guatemala, Nicaragua y Honduras, desmem– brándolos y apartándolos de otros cualesquiera Pre– lados de la Orden, y sujetándolos solamente al P. Fr. Tomás de la Torre como inmediato y propio Vicario suyo. Era su data en Valladolid a 2 de Noviembr~
de 1550" (1).
"Enviábanle también orden para que en su aU– sencia hiciese el oficio de Vicario el P. Fr. Pedro de Angulo, y en ausencia de éste el.;P. Fr. Pedro Gue– rrero". "El P. Fr. Tomás de la Torre, dice el P. Re– mesal, aceptó el oficio a los 15 de Agosto, día señala– do de la Asunción de Nuestra Señora de este año de 1551, y le exercitó el mismo día, asignando al Conven– to de San Salvador al P. Fr. Vicente Ferrer y al P. Fr. Matías de Paz, revocándolos del Convento de Santo Do– mingo de Guatemala, adonde estaban asignados". (2). Por razón de su oficio vióse el P. Fr. Tomás de la Torre obligado a partir de San Salvador antes de lo que deseara, así por el mucho fruto que alli se hacía, como por ayudar a sus Hermanos en la construcción del Convento, que ya se había comenzado a edificar. Fuese, pues, a Guatemala: quedando en San Salvan· los dos Padres anteriormente dichos, Fr. Matías de Paz y Fr. Vicente Ferrer, cuya biografía merece ca– pítulo aparte.
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BIOGRAFIA DE LOS PR,IMEROS RELIGIOSOS DOMINICOS QUE VINIERON A FUNDAR EL CON– V:iDNTO DE SANTO DOMIGO DE SAN SALVADOR. - EL P. FR. MATIAS DE PAZ. - EL P. FR. VI–
CENTE FERRER, PARIENTE DEL SANTO DEL MISMO NOMBRE.
El P. Fr. Matías de Paz. - "En el año 1579, escri– be el P. Remesal (3), envió esta Provincia al cielo uno de los observantes y devotos religiosos que en aquella era podía tener toda la Religión, y que en otras era bastante su santa y sincera vida a hacer un libro muy grande. EJ'ste es el P. Fr. Matías de Paz, hijo del Convento de Santo Domingo de México, y fundador y obrador del de Guatemala".
De este Padre hemos hablado anteriormente, de modo especial al tratar de la fundación del Hospital de San Alejo, el primero que hubo en Guatemala y
·aun en todo Centro América. Profesó en Santo Do– mingo de México en manos del PrIOr, P. Mtro. Fr. Domingo de la Cruz, jueves 21 de Noviembre de
1538, saliendo poco después para la Provincia de Gua– temala en compañía del P. Fr. Pedro de Angulo. De modo que los cuarenta años de su vida religiosa 105
pasó en Centro América, principalmente en la ciudad de Guatemala, en cuyo Convento de Santo Doming() moró siempre, a no ser en el tiempo que fue a fun– dar el de San Salvador.
"Como antiguamente, continúa diciendo el P. Re– mesal, se escribían de diferente modo las profesiones de los Religiosos, no consta por ellas la patria y los padres que tuvieron; y :mnque siento mucho esto en algunos varones ilustres, de quien se ha escrito en esta historia ... , de quien en particular lo siento es del P. Fr. Matías de Paz, que era para honra la ciudad más famosa de España que le tuviese por hijo". Des-
pués de lamentar nosotros con el P. Remesal, la ca– rencia de datos, sobre el origen, nacimiento, infan– cia, & de Fr. Matías de Paz, aprovechando los datos que el mismo historiador nos da en distintos luga– res, tratemos de hacer aquí la biografía más completa que nos fuere posible de este tan caritativo Domi– nico, y por tantos titulos digno de eterno recuerdo. "Tenía Fr. Matías de Paz, escribe el P. Remesal, una pobreza de espíritu tan grande, que teniendo toda la ciudad de Guatemala de su mano y siendo en ella dueño de las haciendas de todos, principal– mente cuando los vecinos comenzaron a amar y a estimar a los Religiosos, jamás quiso recibir cosa que le fuese propia; y así nunca poseyó más qlle los hábi– tos muy precisos, yesos a veces muy remendalos. "Salía pocas veces de la ciudad, porque era muy necesario en casa, así para edificarla, como para el cuidado de los pobres. Cuando en ella se quedaba haciendo las veces de Prior, daba la obediencia a otro Religioso, aunque no fuese sacerdote, y todo lo que le mandaban lo hacía con grandísima puntuali– dad; y aunque algunas veces le mandaban alguna cosa rigurosa, la hacía obedeciéndoles como si fuese a Cristo Nuestro Señor.
"Era tan dado a la oración, y dábale el Señor tanto consuelo en ella, que todo era gemir y sollozos, de suerte que siempre aguardaba para tenerla cua~
do estuviera solo como después de Completas o MaI– tines, cuando ya' se habían retirado los demás Reli-
(1) P. Araya, Parte n, Cap. XXIII. (2) P. RemesaI, Libro IX. Cap. V. (3) Libro XI, Caps. V y XXI.
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