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en 1580, quedando sólo la de Guatemala; la que por Cédula Real del 9 de Septiembre de 1676' mandó Su Magestad, "se conserve y se fomente, y que no se co– bre tributo a las indias que permanecieren en él, sino que antes se las ayude y ampare en todo lo que hubie– re menester".

A mediados del siglo XVIII, o poco después, con– cedió Su Magestad a este Beaterio de Nuestra Seño– ra del Rosario una pensión anual de quinientos pe– sos para sus alimentos. y así, en esta forma, se con– servó dicho Beaterio hasta el año 1771: viviendo en él competente número de indias, con gran recogimiento, pues no salían sino ra en comunidad a oír misa al Con– vento de Santo Domingo, que les quedaba relativamen– te cerca, estando separado de éste tan sólo por una ca– lle a la parte norte. De la Iglesia y Baterio de Indias en la Antigua Guatemala sólo se conservan algunas paredes derruidas.

En el año 1771 comenzarOn a usar estas Beatas el hábito dominicano, que conservaron después hasta su extinción en el pasado siglo, y además empezaron a hacer votos y a guardar clausura. Al tener el Rey co– nocimiento de esta mudanza no le agradó; y así en Cé– dula del 22 de Mayo de 1783, "mandó que se reduzca el Beaterio a su primitivo estado de casa de enseñan– za, que en adelante ninguna haga profesión, que se se– ñale el númro de maestras que se juzgue conveniente y el de educandas que se puedan admitir, qu~ las in– diecitas que se reciban sean de siete a doce anos, y se conserven en el colegIO hasta los veinte y veinte y dos,

y que el dicho Beaterio esté sujeto al ordinario, aun– que los Religiosos Dominicos podrán asistirles, como antes, en lo espiritual.

Esta mudanza que vemos se realizó en el Beaterío de Nuestra Señora del Rosario, cuyas causas principa– les ignoramos, coincidió con el traslado de la Capital de Guatemala desde La AntiE.ua al lugar que hoy ocu– pa, a consecuencia del terremoto de Santa Marta del año 1773. Al trasladarse la Capital, trasladáronse los principales elementos que la constituían en La ~nti­

gua, y con ellos casi todos los Conventos y BeaterIos. La sociedad que se constituyó en la Nueva Guate– mala era, por así decirlo, de lo más escogido de La Antigua. De ahí, que al trasladarse el Beaterio de Nuestra Señora del Rosario, cuyo fin principal era la educación de las indias, no hallasen esta necesidad en la nueva Guatemala; y no pudiendo atender a su fin primero, pensaron las Beatas dedicarse a la propia san– tificación, haciendo votos religiosos y guardando clau– sura. Esto debió ser, a nuestro juicio, una de las prin– cipales razones de tal cambio.

No sabemos hasta qué punto llegó a cumplirse la voluntad del Rey desde el año 1783 hasta el de 1829,

en el que fueron suprimidos en Guatemala los Conven– tos, Beaterios y todo lo que tenía visos de comunidad religiosa. Lo que sí podemos asegurar y ponderar es el gran bien que en todo tiempo resultó de este Beate– rio para los naturales; pues en él, admás d vivir las indias n cierto recogimiento, eran educadas e instrui– das en los oficios propios de la mujer, como coser, bor– dar, lavar, planchar, cocinar, &.

BEATERIO DE SANTA ROSA DE LIMA. - Ha– cia el norte del templo de Santo Domingo de la Anti– gua Guatemala, y al oriente de la hoy alameda de Gál– vez, hay una calle larga y espaciosa con árboles de amatle. En la época floreciente de la Capital, esta vía tuvo viviendas de familias acomodadas; y al extremo oriente están las ruinas de la Iglesia y Beaterio de Santa Rosa de Lima. Lo poco que aún queda en pie da idea de la atrevida construcción de su templo. Fué erigido este Beaterio dominicano por Dña. Ma– ría Gómez, señora de gran virtud. Y aunque no se sabe el año fijo de su fundación, es creíble fuera poco después del de 1580; pues, el 5 de Noviembre de dicho año es la fecha de la escritura de compra del sitio en que se estableció.

Primeramente tuvo por titular a Santa Catalina det Sena, pues en el citado año de 1580 aun no había nacido Santa Rosa de Lima. Mas así que esta gloriosa santa americana fué colocada en el catálogo de los Santos, la tomó dicho Beaterio por Patrona.

Este Beaterio tenía por fin recibir las jóvenes de familias acomodadas, que allí recibían esmerada edu– cación; por lo que el vulgo llamaba comúnmente a la casa "Beaterio de gentes blancas", A diferencia del del Rosario que se decía de "Beatas indias".

En sus principios no tenían más actos de comuni– dad que ir a misa a la iglesia de Santo Domingo donde rezaban una parte del Rosario; a las once de la maña– na rezaban otra parte en su oratorio y tenían lectura espiritual; y por la noche rezaban la tercera parte y hacían oración mental. Por el año 1636, o poco des– put's, se estableció que rezaran el Oficio menor o Par– vo; ya principios del siglo XVIII, habiéndose edificado la casa en forma de convento, con todas las oficinas correspondientes, comenzaron, a comer juntas las Bea– tas en el refectorio común.

Era tal la religiosidad y virtud con que vivían las Beatas de Santa Rosa a fines del siglo XVIII, que me– recieron hiciera de ellas los mayores elogios el vene– rable Fr. Antonio Margil, quien solía 4~~ir: 'Las ~o­

sas, las Rosas verdaderamente sirven .~".uIOS, y no tIe– ne Guatemala recogimiento como qJ.¡,suyo".

Como hemos dicho, se recibían en este Beaterio l1iñasde la primera nobleza de la Ciudad, y se las enseñaba "los oficios propios de su sexo, la doctrina cristiana y todo género de buena crianza". Esto por lo que se refiere a la Antigua Guatemala. Mas al tras– ladarse la Capital al lugar que hoy ocupa, se trasladó también este Beaterio; y su iglesia, que fué de las pri– meras que se edificaron en la Nueva Guatemala, sir– vió papra celebrar en ella los cultos de la catedral, en tanto que ésta se terminaba de construir.

Aun se conserva bien abierta al culto la iglesia de Santa Rosa, muy cerca de la actual catedral. Y en el Beaterio, por el año 1808 en que escribía Juarros, ha– bia "escuela en donde, dice, aprenden a leer, coser y bordar muchas niñas de la primera nobleza de Guate– mala". Las Beatas Rosas que sufrieron también las consecuencias de la exclaustración religiosa, fueron dispersas en el año 1829.

BEATERIO DE SONSONATE. - A imitación de los de Guatemala, hubo también en Sonsonate (Repú– blica de El Salvador), un Beaterio del Orden de Sailto Domingo (1). Se asegura, escribe Juarros, que se fun– dó en tiempo del Iltrmo. Sr. Don Fr. Juan Zapata y Sandoval, obispo que fué de Guatemala desde el año

1621 al de 1630' yen este Beaterio "vivían algunas mu– jeres con gran' recogimiento y edificación".

Este Beaterio sólo duró como medio siglo; pues habiéndoseles arruinado a las Beatas lá casa el año

1680 y no teniendo con qué repararla, se retiraron a vivir' en casas particulares. Mas entre sus Beatas hu– bo una la única cuyo nombre ha llegado hasta nos– otros l~ Hermana María de la Rosa, natural de la mis– ma Villa de Sonsonate, que no quiso retirarse a vivir en ninguna casa particular.

En efecto, la Hermana Maria de la Rosa había co– menzado a gozar de las delicias de la vida de comuni– dad' y animada del deseo de servir a Dios en el claus– tro, 'encaminó sus pasos hacia la Ciudad de Guatema– la, para continuar allí lo que en Sonsonate había co– menzado. No sabemos en cuál de aquellos Beaterios fué recibida; pero se asegura que "su humildad fué tan grande que no se le hallaba fondo; la oración con– tinua; la penitencia extraordinaria; su pobreza gran– dísima. Sus enfermedades, casi intolerables, la pusie– ron en un estado tan conforme a Jesucristo, que no te– nía más gusto que seguir sus huellas y vivir con El crucificada" (1). Murió en Guatemala, como había vi– vido, santamente, a fines del siglo XVII.

Entre las muchas Beatas, que florecieron en el Bea- (1) Juarl'os. Tomo 11, pág, 106. (1) Pabellón del Rosario, N9 lOS,

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