Page 84 - RC_1968_07_N94

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echando al agua unas cuantas mojarras, continua~do

de este modo hasta qpe terminó de rezar las ciento c~n­

cuenta Ave Marias. Piénsese de esto lo que se qUIe– ra; lo cierto es que la laguna de Amatitlán, antes sin pepescas ni mojarras, ahora las tiene, y las tiene debi– do al Dominico Fr. Diego Martínez.

En confirmación de esto podemos consignar aquí lo que el Sr. Batres Jáuregui dice, y es: que en el a~o

1832 "el común de los indígenas se quejó del despOJO de sus tierras, fundándose en que los Padres Domini– cos las habían cedido para egidos del pueblo. En pos– teriores tiempos, se quiso alguna vez prohibir la. PE}s– ca a los dueños del lago, a los naturales de Amatitlan, sin recordar, o mejor dicho, sin saber, que el venera– ble religioso Fr. Diego Martínez, el introductor de las mojarras, y sus sucesores los demás regulares Domini– cos, habían cristianizado y enriquecido a los vecinos de aquellos cinco pueblos". Ojalá, escribe el mismo au– tor en otro lugar (6), que todos los que se han decla rada benefactores de los pueblos hubieran ten:do la dicha siquiera de haber introducido en algún lago pe– ces deliciosísimos... La mayor parte sólo han recorda– do aquello de *a río revuelto ganancia de pescadores"'. Corría el año 1675 cuando se internó en la región del Chal el M. R. Padre Ex-provincial. Fr. Francisco Gallegos, con el objeto de conquistar-"álmas para Je– sucristo. Al año siguiente volvió (!¿- nuevo acompa– ñado del P. Fr. José Delgado, bautizando a dos mil trescientos cuarenta y seis indios y formando once pue– blos, los que en 1678 se sublevaron volviéndose a los montes. En 1685 entraron de nuevo en la región los Religiosos Dominicos Fr. Agustín Gano, ex-provincial, Fr. Cristóbal Pando y Fr. Tránsito Vargas. Fundaron nuevamente algunos pueblos, entre los que se cuenta el de San Lucas, que aún existe; y no sólo predicaban el Evangelio y bautizaban a los indios, sino que, como dice un autor, "les proporcionaban géneros de hilo pa– ra sus vestidos, semillas para sembrar y herramientas para el trabajo". Pero en 1688 volvieron a sublevarse aquellos indios, librando los Religiosos sus vidas con gran dificultad.

Fr. Domingo Carrascosa, también Dominico, leí– mos en el manuscrito anteriormente citado, "fué muy celoso por la industria: fabricó con sus propias manos, y enseñó a fabricar, multitud de telas, colchas, panas, medias, rasos de algodón y de papel. Hizo mucho por la agricultura, tanto que llegó a conseguir el cultivo de la cochinilla, que más tarde fué ramo de exporta– ción en Guatemala. Por fin, se retiró a Verapaz a ejercer el apostolado, y fué uno de los que acompaña– ron en la conquista del Languedón".

El Dominico Padre Fr. Francisco Paz Quiñones, estando en 1680 de cura en la Doctrina de San Pedro Sacatepequez, saliendo un día a pasear al campo, se escribe que descubrió un yacimiento de diamantes; pero, habiendo sido trasladado por sus superiores a otra parte, se quedó así.

Los primeros relojes de torre que en Guatemala hubo debidos fueron al Dominico Padre Fr. Domingo de A'zcona que los llevó en uno de los varios viajes que hizo a España; de modo que ya en 1553 se coloca– ron dos, uno en Gobán y el otro en la misma Guate– mala.

Pero en lo que de modo especial se distinguieron los Religiosos Dominicos, fué en el estudio de las dis– tintas lenguas que se hablaban en Centro América, cuyos extensos territorios trabajaron por evangelizar, publicando gramáticas y diccionarios que aun en el día de hoy son de admirar, y que entonces fueron de gran utilidad para la civilización del país. De esto hablaremos más detenidamente en otro lugar. Por los datos aportados, se ve claramente que los Religiosos Dominicos, no solamente fueron los cam– peones de la evangelización en el suelo centroameri– cano, sino que también contribuyeron directa y efi– cazmente a la civilización y progreso material de estas tierras.

muchos indios de Ravinal, y los pobló allí (1). Este Padre "murió en el Convento de Guatemala muy ma– yor de edad, continúa diciendo el P. Remsal, jubil~do

de muchos y muy gloriosos trabajos, que por el bien de las almas había pasado en la provincia de Sacapu– la y en esta de Guatemala; fué muy puntual teda su vida en guardar nuestras sagradas Constituciones. De gran sufrimiento y paciencia para oír a los indios, que son esp¡l.ciosos Y flemáticos en su modo de proceder; de aquí fué ser tan amado y respetado como un s~nto

del cielo. Aumentó mucho el culto divino en la I~l~.

sia capillas, ornamentos, música y toda buena pollcia de 'los naturales. En Sacapula edificó el. puente tan necesario al bien común de toda aquella tierra, por el río tan peligroso en tiempo de invierno: juntó todos los lugares que administraba el convento, y a cada uno encargó un arco, y a muchos pueblos uno, conf~rme

eran, y él asistía constantemente a loa obra; y en tlem- : po de cuaresma en una chozuela alh cerca estaba c~n-

fesando a los que trabajaban. Con u~a gran avenida se rompieron unos arcos' y siend. PrlOr segunda vez el P. Fr. Bernardo de Al~za. los reedifi~ó el año 1616". El P. Fr. Benito de Villacañas fué el prJ.mer~ q~e seJ!l; bró trigo en Centro América, que se sepa: y el enseno a los del pueblo de Cumen a sembrarlo, Y dase. muy bueno en aquella tierra; e hizo otras cosas e~ bIen y utilidad de aquella provincia, que son muy dignas ~~

persona tan religiosa, como lo era este Padre. MurlO el año 1610 a los setenta y tres años de edad" (2).

Santo Domingo de Sacapula fué Doctrina de la Or– den Dominicana, y uno de los primeros lugares d~nde

predicaron el Evangelio los Hijos de,Santo Dommgo por el año de 1537. En 1554 se fundo Conv.en~o, que fué declarado priorato en el Capítulo ProvmcIal del año 1582 celebrado en Ciudad Real, en el cual. se deter– minó también que en Sacapula s~ celebrase SIempre el Capítulo intermedio, por estar sItuado este Co~vento

en medio de la Provincia de San Vicente de ChIapa Y Guatemala. .

"El pueblo de Aguacatlán habíanle Juntado los Pa– dres Fr. Pedro de Angula, Fr. Juay?- de Torres y otros Religiosos de la Orden, que predicaban en aquellas tierras de Cuchumatlán, de muchos caseríos que esta– ban esparcidos por aquellos montes, aunque de len– gua singular, que sólo ellos hablan" (3). . "No todos saben, escr~be el Sr. Batres Jáure~Ul

(4), que a raíz de la conqUIsta vino a fundarse ~a. CIU–

dad de AmatitIán, en un luga~ que en rem~tIsimos

tiempos dejó convertido en flOrIdos valles y pmto~es­

co lago la destrucción de un v.olcán que se., deshiZO, produciendo entonces un catacllsmo que vano el cur– so de los ríos y la topografía de aquella zona. Menos saben todos cómo y cuándo se llenó de peces l~ her– mosísima laguna que provee de pepescas y mOJarras el mercado de l~ Capital.

"Los Padres Dominicos, entre otros. varios curatos que desempeñaron, fuer<?n. a formar cInco pueblos a orillas del lago de Amatltlan, en terrenos que el Em– perador Carlos V les concedió, por Real Cédula, en re– compensa de sus serv.icios". El P. Fr. Diego Martfnez, refiere el P. Remesal (5), pasó al llano en que ahora está, el pueblo de San Juan de A~a~itlán, junto a la laguna, y les hizo comprar _aquel SitIO, que era p~e

de la estancia de un espano!. Este Padre poblo la laguna de mojarras, trayéndolas en botijas del mar del sur' porque antes no se criaban allí, sino unos pesca– dmos muy pequeños": "logrando, continúa diciendo el Sr. Batres, que al poco tieI!?'po tuvie.sen los ~oblado;r~s

de aquellas alquerías, no solo un allmt;nto nco y facl1 de obtener sino un artículo de comercIo y un elemen– to de regalo para los habitantes de la antigua capital del Reino y de los pueblos comarcanos".

, Cuéntase en un manuscrito, que leímos en Guate– mala, el singular modo con que Fr. Diego Martínez echó las mojarras al lago; pues, al t.iempo de echarlas, dice se puso a rezar el santo RosarlO, y a cada cuenta que 'pasaba, uniendo al rezo del Ave María el acto, iba

(1) Libro VIII, Cap. XV. (2) Remesal, Libro XI. Cap. XXIII. (3) Remesal, Cap. XIX. (4) La A. C. ante la Histoflia. Tomo 11, Cap. XXI. (5) Libro VIII, Cap. XV. (6) Pabellón del Rosario, N" 93.

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