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« Previous Page Table of Contents Next Page »pultado el segundo Obispo de Verapaz, Iltrmo. Fr. Tomás de Cárdenas.
El historiador P. Fr. Francisco Vázquez, en su "Crónica de la Provincia del Dulce Nombre de Jesús de Guatemala", (1), llama "Esclarecido mártir" a Fr. Domingo Vico; y si bien la Iglesia nada ha dicho sobre esto, dada la veracidad del anterior relato, bien podemos considerar como verdaderos mártires de la fe a los Padres Fr. Domingo Vico y a su com– pañero y hermano de hábito Fr. Andrés López. FR. CRISTOBAL PANDa y FR. TRANSITO V AR–
GAS. - Por los años 1695, siendo Presidente de la Audiencia de Guatemala Don Jacinto Barnos Leal, se dispuso a conquistar el Lancadón y Petén. Para con– seguirlo, disp ....so una doble excursión: unos, a cuyo mando iba el Capitán D. Bartolomé de Amézquita, entraron por la Verapaz; en tanto que otros, manda– dos por el Capitán Jacobo de Alcayaga, entraban por Huehuetenango.
El Capitán Amézquita se internó en el Chol hasta Mopán; mas, no pudiendo seguir adelante con todo su ejército, ordenó al Capitán Juan Díaz de Velasco lo hiciera él Con cien hombres. Con ellos y los Reli– giosos Dominicos Fr. Cristóbal Pando y Fr. Tránsito Vargas se internó hasta llegar al lado del Petén, en una de cuyas islas residía Canek, rey del Petén o Izteas.
Habiendo atravesado el lago sin mayor dificultad, trataron de internarse también en la isla; mas, sien– do atacados por las tropas de C.anek, murieron el Capitán Díaz y la mayor parte de sus soldados. No cupo mejor suerte a los ReligiosOs Dominicos; pues, tomándolos prisioneros, los internaron en la isla, y
atándolos, como a San Andrés, a una cruz en forma de aspa, les dieron muerte cruelísima. Ya muertos, Quincanek, sacerdote d~ los ídolos, tomó una cuchi– lla, de pedernal, les abrió con ella el pecho, y sacán– doles el corazón, palpitante todavía, no colocó en el ara para ofrecérselo en sacrificio a sus dioses, en tan– to que los indios, según su costumbre, daban gritos de alegría. Así terminaron sus días estos dos Reli– giosos Fr. Cristóbal Pando y Fr. Tránsito Vargas el año 1695, dando sus vidas en aras del celo apostóli– co que les había llevado a procurar la conversión de los indios de Lancadón y Petén.
"Por los años 1712, escribe Juarros, enfurecidos los indios que componían los treinta y dos pueblos de la provincia de los Tze:ndales contra los españo– les, determinaron deshacerse de ellos.,. y a la vez dieron cruel muerte a algunos de los ministros evan– gélicos, como fueron: Los VV. Padres Fr. Marcos de Lamburú, Fr. Nicolás Colindres, Fr. Simón de Lara y Fr. Juan Torres, todos del Orden de Santo Domin– go; y, apostatando de la fe católica que habían abra– zado, reincidieron en la idolatría y sacrílegos ritos de su gentilidad".
A principios del siglo XVIII, los Religiosso Domi– nicos conquistaron el Petén y llegaron hasta Belice, como lo escribe un autor (2). Más tarde intentaron conquistar también a los Lancadones, tribus salva– jes, aunque sin éxito por falta de elementos y de apoyo. Para este territorio Se dirigía el P. Chica. lle– vando por guía a un criado indígena; y, creyendo éste que el Padre llevaba dinero, con el fin de robárselo. le mató en el camino.
El Pv. Jacinto de Santa Cruz, ,corrió parecida suerte con los de Cahabón, pues fue muerto por ha berles prohibido que bailasen en el templo. Acaeció esta sensible muerte el año 1830; si bien el Padre perdió gran parte del mérito por haber intentado defenderse con una escopeta, la que de antemano ha– bía descargado la cocinera, que era india y estaba de acuerdo con los suyos.
lEn 1849 tomó a su cargo la parroquia de Tactie
el P. Fr. Domingo López, quien en 1857 era cura de Santa María de Cahabón y Lanquín. Estando predi– cando un día en un lugar de la misma parroquia, en donde nunca se había predicado el evangelio, un in– dio infiel le dio un machetazo en la cabeza por cau_ sa de la fe que predicaba. Gravemente he~ido pudo llegar a Ravinal, el 15 de Enero de 1864, a la casa de su hermano D. Joaquín López, quien lo curó y asis– tió convenientemente; pero, al fin, después de recibir el Viático y la Extrema-unción de manos del Padre Fr. Basilio Cordero, murió el 19 de Marzo del año
1865, siendo sepultado en Ravinal al día siguiente. La calavera de este Padre, en la que se distingue bien el machetazo, que le causó la muerte, se halla en Guatemala en la segunda Casilla del Panteón de San– to Domingo, al lado de la epístola.
De este modo se marcó el suelo centro americano con la sangre de tantos Religiosos Dominicos derra– mada por la propagación de la fe católica ~iviliza
ción del país y en el cumplimiento de su ::ninisterio apostólico. Mas "esta sangre, como dice un autor guatemalteco, no ha sido infructuosa pues Centro América es católica". '
Para terminar, pues, el presente capítulo hagamos un recuerdo siquiera de otros dos IW'i1'tire~ Domini– cos, ql;le s?n los Padres. Fr. TomW¡1'á.e San Juan y f.r. LUl~ Cancer. Del p;l~ero escribe Malpeo (3) que . co~ono sl;ls ~randes merltos en la conversión de los lUdlOS, sUJetandose al martirio, que deseaba con an– sia, y quiso Dios lo lograse de manos de un luterano Siue le segó la garganta para satisfacer el odio que el y los de su secta tenían a los Religiosos. El Padre Fr. Tomás de San Juan era hijo del Convento de San Esteban de Salamanca, en donde había hecho su profesión ~l 30 ~e Dicierr.bre de 1534. Pasó después a las IndIas aromado del deseo de convertir a los infieles, en cuyo ministerio trabajó por muchos años. Pero habiéndole encargado la Provincia de San Vi– cente una comisión que debía desempeñar en Espa– ña, se embarcó, cayendo en manos de los corsarios ingleses, quienes por odio a nuestra fe le quitaron la vida.
Fr. Luis Cáncer, uno de los primeros Religiosos Dominicos que a Guatemala llegaron el año 1535 en compañía de Fr. Bartolomé de las Casas, fUe sin éiuda alguna el primero que entró en la Verapaz y el que más contribuyó a la conquista pacífica de aquella tierra. Del P. Cáncer hemos hablado diver– sas veces en el decurso de este libro, y la última cuando salió de España acompañando a los misione–
r os Franciscanos que salieron para México el año de 1544.
Estando este Padre en México, animado siempre del deseo de convertir almas para Jesucristo, inspiró– le Dios el deseo de pasar a la Florida para convertir a aquellas gentes. Y al efecto salió en México en compañía de otros cuatro Religiosos Dominicos, que .fueron Fr. Gregorio de Beteta, Fr. Juan García, Fr. Diego de Tolosa y un Hermano que se apellidaba Fuentes, quienes después de una feliz navegación, dieron vista a: la Florida.
Ya anteriormente habían los españoles intentado desembarcar en la tierra, y siempre habían fracasa– do sus intentos; por lo que ahora procuraron desem– barcar con toda clase de prevenciones. Con todo apercibiéronse los naturales de la llegada del navío, y pensando fuesen en son de conquista, como los es– pañoles habían hecho en otras ocasiones, dispusié ronse los naturales para la defensa. Se escondieron cerca de las riberas del mar, cubriéndose con hojas y ramas de árboles, y, con sus flechas en la mano. guardaban profundo silencio eoperando que la gente del navío saliese a tierra.
Desembarcaron solamente los Padres Fr. Luis Cán- (1) Tomo 1, Gap. XXV. (2) Pabellón del Rosario, N9 50. (3) In palma fidel, Folio 121.
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