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la abastecer las necesidades de una economía comelcial);

d) La alta dependencia de los mismos productos de exportación, que padecen todos los paises de la zona (café, algodón, bananos, carne, etc.); así como la falta de coordinación de su política de comelcio exterior, que los expone a una com– petencia desventajosa entre si, y con otras re– giones del mundo;

e) Las deficiencias de la infraestructura y del agro en sí, cuya transformación requiere grandes in~

versiones públicas, a un ritmo suficientemente acelerado, para armonizar su crecimiento con el de otroS' sectores de la economía; y

f) La escasa participación del sector público en esta actividad, que se demuestra mediante el análisis de los presupuestos nacionales, en que los recursos asIgnados para el desarrollo agrí– cola vienen siendo, si no los más pequeños, de los más reducidos en la distribución presupues-' taria

Todo apunta a que en los próximos años la agri– cultura demandará una atención creciente y sistemai– tica por parte d~ los gobiernos Y de las instituciones de la integración, razón por la cual se volverá indis– pensable organizar los mecanismos que hagan falta para promover su crecimiento armónico, basados en una pol1tiCq agrícola que, t~niendo en cuenta los in

~ereses nacionales, sea igualmente la expresión de la nueva pauta de desa,rrollo que demanda la integración regIonal. Sobre este as.unto se dice lo sIguiente en el "Informe del Sec~etario General sobre el Estado dI Programa de Integración Económica Centroameri– csna" (2):

En estas circunstancias, no es posible soslayar la significación de impulsí.lr decididamente una política de fomento coordinada en el conjunto de la zona de integlación. Se trata, en pr'mer lugar, de ~nimentar con ra.ptdez la productividad y la

producción de alimentos, a fin de facilital el cre– cimiento industrial, fortaleclendo el poder de com– pI a de amplios gl upos de la poblaclc\n rural yaba. ratando los abastecimientos a la opblacióll urbana

Se trata, 'en segundo lugar, de identificar y desa– rrollar nuevas líneas' de eXportación. compensar hasta donde sea posible el escaso crecimiento de las actividades agrícolas tradicionales y alivar las limitaciones al mercado común que se derivan de la éris;s del sector externo

Por otra parte, "la conservación ele élevados lItmos de incremento del intercambio hlter cen– troamericano e incluso la ap1ic~ci6n del plincipio

del desarrollo eC'1ufliprado dependen, hasta cierto punto del ap01 te de la agricultura y de la gana– dería al nrocp.so df! intp..E!raci6n pcón6m l ca Desde

e~te punto' de vista parece evidente due el desa– 1'10110 del sector agropecuar:o no sólo es ~mpor­

tante en mll':mo, sino t:.mblén 10 es en la buena marcha del mercado común

POR QUE ES NECESARIA UNA POLITlCA

AGRICOLA COl\WN Una política. agrícola común es necesaria, ~n pri-

mer lugar, porque al existir el Ubre comercio de plO–

duelos aglicolas es aconsejable una especialización en

este campo, así como aumentar la productividad, por– que hasta ahora el intercambio se ha basado en ex~

cedentes ocasionales; si bien algunos países empiezan

a dirigir su política de producción con miras a abas· tecer oh os mercados Tales hechos pueden obser val se

al examinar las cifras de intercambio No obstante lo anterior, las estadísticas muestlan que la producción agropecuaria no está creciendo al mismo ritmo que las demás actividades económicas, y en algunos casos apenas llegar a cubrir la demanda genel ada por el

crecimiento de la población; es más, esta situación

ha dado lugar a que se importen cantidades aplecia~

bIes de mafz y arroz, que son productos alimenticios básicos de la población y a cuyo cultivo se dedican grandes extensiones de tierra y mano de obra. Es ló–

gico suponer que, por 10 menos en estos productos, la región debería ser autosuficiente y producir a pre·

elOS similares a los existentes en el mercado intefl1a– cionaL,

Por otro lado, la política común está contemplada

en el propio Tratado General, al obligar a los gobiernos a suscribir un protocolo para Ifregular el intercam– bio, coordinar las polfticas de abastecimiento y ase– gurar la més amplia libertad de comercio"; que fue el UProtocolo Especial de Granos", suscrito por los .Ministros de Agricultura y de iEconomía en octubre de 1965. La razón de ser de este compromiso es el re– conocimiento de que un intercambio creciente de gra– nos sólo puede lograrse en la lJledida que exista una

1)oUtica coordinada de producción y abastecimi~nto

que pueda sustituir las pollticas nacionales dirigidas al autoabastecimiento. Las políticas de autoabasteci– miento son contrarias a la filosoffa de un plograma de integración económica al pretender anular las ven– tajas comparativas manifestadas en las corrientes de intercambio que ya se realiza entre algunos paises

(y que ha sido elemento compensador en las balan– zas comerciales bilaterales) La politica común ten– drfa el efecto qe aumentar la productividad y redu– cir costos, en beneficio del consumidor

En segundo término, la pol1tica .común es necesa– lÍa para llegar

d. producir l~s materias primas que va requiriendo el desarrollo industrial que, como se ha

visto, tiene que basarse en una creciente utilización de los recursos naturales y humano$ de que dispone la región En tercer lugar, la política aglÍcola co–

mún puede c~adyudar a le 1 ealización de programas de refOlma agraria, porque con la existencia de un mercado asegurado, más amplio que el 'uaciona), es

más fácil dirigir la produc;ción h.acia lenglones en que ya existe una demanda. En relación a los progl amas de refol ma agraria, porque con la existencia de un la estructura-productiva y mejorar la distribución de la riqueza, una co~secuencia inmediata de su re~li­

zación serfa ampliar las posibilidades del pI opio l\'1er– cado Común, al aumentar la capacidad de compl a de la pobl~ción rural. Como ya s~ ha indicado, uno de

(2) Informe presentado a la Séptima R-eunión Ordina ria (lel Consejo Económico Centroamericano. celebrada en San José. Costa Rica, del 14 al 19 de agosto de 1967 Documento SIECA/CEC/VII-O/D.T.2.

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