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pariamentario sobre los órganos ejecutivos, y el Tri– bunal de Justicia tiene jurisdicción obligatoria para juicios entablados por los gobiernos o por los intereses privados afectados. En cuanto a financiamiento. la CECA es totalmente autónoma mediante la imposición de contribuciones al carbón y al acero.
'El caso de la OEA es completamente diferente. Se trata de una organización cuyas funciones no son téc– nicas sino políticas y de cooperación entre los Estados miembros. El número de sus miembros en la actuali– dad es de veintitrés y entre ellos existen enormes dife– rencias respecto a poder. riqueza, cultura. extensión. población, etc. En tales circunstancias. por lo menos en la etapa contemporánea del desarrollo internacional no cabe pensar en la delegación de facultades sobera– nas a dicha organización.
A lo que debemos aspirar es a un mejoramiento de la estructura de la OEA y lli un apoyo más firme de parte de los Estados miembros.
Para lo primero ya contamos con un instrumento consistente en la reforma de la Caria constitutiva de la OEA. que. aún ,cuando todavía no ha entrado en vigor por no haberse reunido el número de ratificaciones ne– cesarias. se espera que lo estará dentro de corto tiem–
:;>0.
La extensión de este artículo no permite enirar al análisis de esa l'eforma, por 10 cual basta con seña– lar, . fuera de importantes cambios en el programa de la Organización. la concesión de faculiades aunque limitadas al Consejo para la solución pacífica de con– troversias, la inclusión de normas económicas y so– ciales y la incorporación en la Carta de la Comisión de Derechos Humanos.
No puede deeine que la l'eforma sea revolucio– naria. pero en esta materic:. el progreso
);'lO puede con· seguirse por medio de ~evolueiones.
En iodo caso ella representa un paso hacia adelan– :I:e en la verdad(;;i.'é! dil'ección.
Es uno de los fenómenos más interesantes del 81·
glo XX, dentro del marco de las relaciones interame· ricanas, esa notable evolución de la diplomacia pura· mente política. a lo que se ha dado en llamar diploma· cia del desarrollo.
y l'esulta pertinente aborda¡- este apasionante te– ma, cuando los países americanos han tomado plena conciencia de que la diplomacia continental no puede continual' discul'1'iendo, por los cauces de los moldes estrictamente protocolarios o convencionales del pa– sado, sino que debe orientarse hacia horizontes más amplios que le permitan avoca¡'se con los grandes pro· blemas económicos y sociales de nuestros pueblos en la hora presente.
Sir nuestros pueblos. !Porque el énfasis actual de
la problemática interamericana. está aplicado primor– dialmente hacia la superación y bienestar del hombre americano en una escala internacional. lEn el pasa-
No se ha tratado de rever los prineipies angulaTes de la Organización y en particular el principio de no intervención tan querido al corazón de los latinoame– ricanos en la forma absoluta en que actualmente se encuentra consignado en la Carta. No quiere esto de– dr que tales pl'incipios sean considerados como abso– lutamente inmutables e incapaces de ser desarrollados o precisados. El mismo principio de no intervención, en su origen estaba orientado principalmente en con tra de los Estados Unidos y desfinado a proteger a los países débiles, pero no a aislar a cada país de los demás y permitir a su Gobierno actuar conforme s \\ capricho sin tomar en cuenta los iniereses del Conti· nente y aún los deseos de su propio pueblo. como en el caso flagrante de Cuba. Mas ese desarrollo y pred sión de los principios angulares no puede ser hecho con l'apidez. Es indispensable que de previo se forme una conciencia -favorable. no sólo entre los juris– consultos y estadistas, sino en todo el pueblo de Amé· rica. ()f'~';
En cuanto a la obtención del apoyo mi:.) firme y
decidido de parte de los Estados miembros. no se trata de una labor sólo de los Gobiernos sino también de los pueblos a quienes ellos representan y de la ol'g,an~za·
ción misma. Esta debe proyectar su imagen hacia las gl'andes masas. haciendo conoeel' sus realizaciones al mismo tiempo que sus limitaciones.
Tanto desde este punio de vista. como del de las observaciones que podrá indudablemente hacer pero sonalmente y de las informaciones que recogerá de pri– mera mano. es indudablemente beneficioso el viaje que en la acfualidad realiza por todo el continente el ilus– tre Secretario General de la OEA señor Galo Plaza.
Es seguro que los frutos de ese viaje se dejarán vel' en un fuiuro cercano y que. bajo la acedada dhección de tan eminente estadista. la OEA recibirá la confian– za de iodos los Estados miembl'os y un mayol' apoyo en la (:onsecución de sus nobles propósitos.
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Vice Ministro de Relaciones Exteriores Catedrático de la Universidad Centroamericana de
Nicaragua
(lo. este nobilísimo e inaplazable empeño, estaba prác– ticamente limitado a la política nacional que cada país, recibiendo mayor o menor gardo de cooperación in– ternacional, desarrollaba casi aisladamente.
lLos fenómenos histói'Ícos, nunca suceden de pi"on– to y porque sí. Requieren un proceso lógico y gl'a– dual. de causas y efectos, así como lile hechos sucesi· vos que Se relacionan. Por ello, si las circunstancias históricas del siglo pasado y de comienzos de este Si· glo, aconsejaban para los países americanos, la prác– tica de una diplomacia política. los imperativos de nuestros tiempos no dejan otra alternativa que la a· plicación de la diplomacia del desarrollo.
La Organización de los Estados Americanos. tal como se llama oficialmente, hoy en día. es el más antiguo de los Organismos regionales. Ello de por SI
constituida. suficiente elemento de juicio para eva– luar la profunda raigambre que históricamente tiene
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