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« Previous Page Table of Contents Next Page »vas conferencias interamericanas se han venido agre· gando nuevas estructuras a la magna Organización que desde hace buen tiempo motiva el interés y ad· miración de los gobiernos y pueblos del llamado vie. jo mundo.
La OEA es un producto muy de nuestro continen– te. Es que América, tierra de horixontes Uímites y
de las grandes sorpresas, como dijera Vargas Vila, ese incendio mental digno del escenario americano, "es el útero fecundo de la humanidad del porvenir". Aunque la OEA es, sin duda alguna, el más alto organismo jurídico americano para dirimir diferen– cias entre pueblos hermanos, no puedo creer que el hablar o escribir sobre lo que es su total estructura, lo que debiera ser ésta y las nuevas metas a conquis. tar, pertenezca a una función reservada tan sólo a los jurisperitos. No puede ignorarse que la OEA cuenta con un Consejo Interamericano de juriscon–
suIt~ero también es de sobra conocido que la ma– yor".. de las actividades que desarrolla son regi~
das por' los dictados del sentimiento popular de las Américas. el que es expresado, en las Conferencias. por los representantes de los pueblos americanos. Siempre he creído que en la Casa de las Améri– cas. donde funciona la Secretaria General de la OEA, amplio anfiteatro abierto hacia todos los costados de nuestro continente, debiera escucharse con más én· fasis las genuinas voces de nuestros pueblos expo– niendo sus necesidades perentorias, dando a conocer sus ansias de adelanto y superación, sugiriendo ideas destinadas a hacer de nuestras naciones, las Repúbli· cas que soñara Platón, Campanela y otros pensadores que se esforzaron por ofrecer a la humanidad, la ima. gen de la República perfecta. Por esO, cuando supe el nombramiento del Honorable 'Galo Plaza, cuya a– mistad me honra, para servir la Secretaría General de la OEA, sentí la más grande satisfacción. Es que Galo Plaza está dotado de un admirable dinamismo mental y de un también admirable dinamismo para la ejecución de todo pI·oyecto. Es que Galo Plaza, de– mócrata eminente de América, sabe sentir en su pro– pio corazón, las ansias que palpitan en los pueblos de nuestl'o continente.
Pienso que se impone hacer de la OEA una Or– ganización popular, más popular' de lo que es al pre– sente. Que los pueblos no crean, ni por unmomen· to, liue ella tan sólo sabe distinguir a los Estados miembros más poderosos o influyentes, ni que sirve los particullll.'es intereses de persona alguna. Hay que conducir los actos de la OEA, en forma tal, que motive el reconocimiento y cariño de todos los ame· ricanos. su constante fervor.
Para conseguir este fin es indispensable iJ,vigo· rizar a la OEA, darle más autoridad y un mayor radio de acción. Más autoridad para que tenga más capa– cidad para hacer cesar en nuestros países la injusti. cia, más autoridad para que todos los americanos ob-
El treinta de abril de este año cumplió la Organi– zación de Estados Americanos, veinte años de existen.
tengan un salario justo por su trabajo, para que vivan libres de ignorancia, de enfermedades, para que sus hijos, tengan acceso a las fuentes del saber y sean capacitados para enfrentar, en la mejor forma, las luchas del vivir.
Pudiera formular un esquema de lo mucho que urge hacer al presente en beneficio de los pue– blos amel·icanos. pero después de leer las amplias y enjundios'as declaraciones que ha ofrecido en este sentido, el Secretario General de la OEA, Honorable Galo Plaza, noto que concuerda en un todo el pensa– miento suyo con lo que anhelamos. Por eso reitero que fué muy feliz escogencia la que se hizo, al llamar al Honorable Galo Plaza para desempeñar la Secre– taría General de la OEA. Ahora lo que cabe. si se quiere hacer de la OEA una Organización que funcio– ne a perfección, es que nuestros gobiernos y pueblos se dediquen a la inteligente y patriótica tarea de in·
Vigorizar a la Benemérita Organización Interameri. cana.
Séame permitido decir que debe ser prácti. ca constante de la OEA. el tratar de interpretar, en su mayor grado, todas las ansias de nuestros pueblos, porque la unión de nuestras nacionalidades fué con– cebida por Bolívar, específicamente, para que las grandes masas de americanos vivieran y crecieran a la sombra de bien guardada dignidad y en la paz. Los pueblos nunca van mal orientados en sus pretensio. nes. Como dijo un escritor francés: "Eso que llaman voz popular contiene más espíritu de verdad, que esa
otra voz que llaman de los hombres técnicos o sabios". El pueblo, como la naturaleza, reacciona siempre en defensa de' lo que es esencial para mantener el milagro de la vida. ' Dicen las más viejas leyendas de la Humanidad, que cuando nació el concepto de sociabilidad en los pueblos primitivos, estos fueron g1iiados y prote~.
dos primel'o por los Dioses que bajaban a confundir– se con los mortales y luego por hombres extraordi– narios, por grandes capitanes y héroes excelsos. Esto me ha llevado a pensar, después de hacer unarevis– ta sobre el desarrollo exitoso de la OEA, que el ge–
nio de Bolívar, el hombre extraordinario y héroe de primera magnitud de nuestras naciones, a pesar del fenómeno de la muerte física. no ha dejado de prote– ger, desde la región ignota en que mora su potente espíritu, a la Benemérita Organización que él conci· biera para que los pueblos americanos vivan y crez– can a la sombra de la bienandanza que se deriva de su funcionamiento.
Antes de terminar quiero decir que desde hace más de un siglo, Bolívar ha continuado haciendo su parte más allá de la muerte. hagamos nosotros nues– tta parte trabajando en el sentido de entregar a las grandes masas de americanos el precioso legado de felicidad que al morir el Libertador les dejara, feli– cidad que en verdad mucho se merecen.
HORACIO ARGUELLO BOLAÑOS
Jurista y Catedrático Nicaragüense.
cia. La Carta de la Organización fué suscrita en Bo–
gotá en 1948.
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