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« Previous Page Table of Contents Next Page »la política, que se reflejó en el ascenso a la presi– dencia de Andrew Jacl{Son en 1828. DesllUés y poco a poco fueron los Estados del Norte los gue, por el desarrollo en grande del maquinismo y la adop– ción de formas liberales para el trabajo, la agricul– tura, la industria y el comercio, fueron adquiriendo el control de la nación. ratificado miJitar y política– mente en la Guerra de Secesión.
y ahora repetimos la pregunta: ¿cuál fue la causa fundamental de la disolución centroamericana? ¿Acaso la diferencia entre las tendencias políticas de las fracciones dominantes en Guatemala y en el resto del Istmo? Tampoco: hay un gran ejemplo histórico que nos apoya en la negativa: el de la federación ar– gentina que acabamos de citar. Buenos Aires que, como lo hemos dicho, era la sección naturalmente di– ¡'ectora, sostenía la tesis unitaria (mantenímiento de la unidad política argentina), y las provincias del in– terior, la federal( aislamiento de las provincias y su organización política autónoma). Las dos tendencias chocaron en sangrientas y prolongadas luchas, y, sin embal'go, no se produjo la desunión. Más aún, las pl'Oc vincias interiores vencie¡'on con sus masas de gauchos y con Rosas a la cabeza, pero tampoco se disgregaron, Más bien resultó algo que aparentem~nte es paradoja, pero en el fondo realidad natural: Rosas, diciendo de– fender y ejercer los principios .federales provinciales, implantó durante su ·gobierno, para siempre, el uni– tarismo proclamado por Buenos Aires. Por eso dice con sencillez y precisión el histo-riador Carlos Pereyra que Rosas "desarrolló una política interior de uni– dad, sin el nombre, pero con realidades". (21}) Es decir, que cuando el autonotnismo provincial, disgregante y antinacional, parecía llamado a imponerse por su 1'0–
tundo triunfo militar, sus hombres representativos se plegaron, inalvertidamente, en los hechos, al pensa– miento nacional bonaerense. Ahora bien, si en la A¡'– gentina las diferencias de opinión política, a pesar de estar tan completamenet localizadas y de mani– festarse en una forma tan violenta, no alcanzaron a producir la desintegración nacional, menos podría atri– buírseles, solamente a ellas, la de Centro América. Tampoco en los Estados Unidos la aguda oposición y
cruenta lucuha entre esclavistas y no esclavistas, pro– vocó la escisión política.
Pero estos mismos ejemplos nos van a dar, indi– rectamente, la clave del desastre centroamericano: En los Estados Unidos y la Argentina, sus secciones natu– ralmente directoras (respectivamente los Estados del Norte y Buenos Aires) representaban la tesis progre– sista. Ambas propugnaban, con las diferencias naturales por ¡'azón de medio y de momento, las ideas liberales,
y ambas luchaban por destruir totalmente las rezaga– das formas feudales de la Colonia, representadas por la esclavitud, en los Estados Unidos, y por el estan– camiento agrícola e industrial del inte¡'ior, en la Ar– gentina. O sea, que las secciones llamadas por sus condiciones económicas y su mayor desarrollo político
(20) Breve Historia de América, pág, 542,
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a la dirección nacional, tenían también en su habel" la razón y la fuerza suprema del progreso. Y esto aseguraha históricamente y justificaba sociológicamen– te el final reconocimiento y acatamiento de su pre– eminencia, y, consecuentemente, la integración defi· nitiva, más temprano o más tarde, de las respectivas nacionalidades. Por eso el federalismo argentino, que l'epresentaba la defensa de las formas econótnico– sociales feudales del interior (grandes estancias y lati– fundios abandonados o mal culutivados, ausencia de· comercio, producción doméstica o local, paternalismo en las relaciones de trabajo, pago forzoso de diezmos: y primicias, falta de autoridad, bandolerismo y liber– tad rurual salvaje), no obstante su triunfo militar tuvo que adoptar el unitarismo que representaba a, las nuevas instituciones e ideas liberales (libertad y
expedición para el comercio y la industria, deslinde definitivo y propiedad privada absoluta sobre la tierra, maquinismo y métodos agrícolas intemf~os, policía, enérgica, justicia eficaz, etc.). Por eso t~~L!~'~ se im– pusieron los antiesclavistas en la Améri~;~ del Norte, no obstante el valor que demostraron y l{IS elementos con que contaron los esclavistas. Refiriéndose a éstos, dice l\'Iurray Butler que "su causa estaba perdida desde' su comienzo, no importando lo noble de la lucha, y
no sólo porque se apoyaba en la institución de la' esclavitud, sino porque contradecía la fuerza de aque– llas grandes leyes naturales, que, al través de los siglos, invisiblemente forman y dirigen la vida de los hombres". (21) Por eso también, porque sus opo– nentes representaban el progreso, los Estados del Sur sintieron, más que el resquemor de la derrota, los beneficios del nuevo régimen que se les imponía,
y así, se mantuvieron unidos a la Federación con más fuerza aún que antes.
En Centro Amél'ica, lo hemos visto, desgraciada– mente la situación fue la contraria: la fuerza de 1m
ol'ganización feudal colonial en -Guatemala, con el consecuente pl'edominio político del conservatismo, hiz.) l'epresentar a dicho Estado un papel I'eaccionario, que
110 había de permitirle fundamentar históricamente, con la razón del progreso, su natural preeminencia sobre los otros Estados. Y eSe hecho contradictorio del organismo centroamericano, fue el que produjo fa– talmente el derrumbamiento de la joven Federación, porque ni Guatemala podía imponer su ideología y su voluntad conservadora, en forma antihistórica, a los Estados progresistas del Sur, ni éstos tenían vigor su– ficiente, ni mucho menos la cohesión absolutamente necesaria para operar la tranfOl'mación social defini– tiva de la poderosa Guatemala. E impotentes las dos: fuerzas hisótrico-sociales para imponerse en forma absoluta en el Istmo, fue apareciendo y fortificándose, en el plano político, la tendencia separatista. Veámoslo· sobre la la narración histórica.
Desde los primeros días del pacto federal (desde mucho antes, debería decirse, si no se quisiera hacer referencia a los hechos, precisamente en relación con el momento de la constitución política de Centro Amé– rica), todo el Istmo se conmovió al embate doble de·
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