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A LA JUVENTUD ESTUDIANTIL EN LA PLAZA DE LA REPUBLICA DE NICARAGUA
RAMIRO sacasa GUERRERO
Ministro de Educación Pública de
Nic81agUA.
Hace un año, justamente en este mismo sitio de amplio acogimiento democrático, prometisteis amar y
defender a Nicaragua.
En espectáculo m6s que conmovedor, en medio de
banderas desplegadas, se oyó el eco de un sí multipli–
cado por millares de voces juveniles y esparciClo por el
viento a través de todo el territorio nacional.
Levant6steis la mcolnO conque escribís vuestras tareas cotidianas y atentos a la mano firme del Presidente de la República, General de División Anastasio Sarnazo Oe– bayle, que con acierto dirige al gobierno y guía a la naci6n, prometisteis empeñaros en forjar una Patria grande y poderosa, plena de luz y de esperanza. Prometísteis como inquebrantable norma, cumplir vuestro deber, estudiando todos los días, con verdadero ahinco, aquellas disciplinas que ayudan el conformar
vuesllo espíritu y a determinar Jos factores indispensa– bles ¡Jara desarrollar con dignidad, así como reconocer el valor y la perennidad de los próceres que -luchan– do hasta moril- nos legaron una nación libre, sobera~
na e independiente
No debe asombraros la sistematización de este acto dvico que -si año con año se realiza- es porque su repetición implica uno devoción y un aprendizaie, una
obligación con la Patria, un deber con la propia cultura
y un compromiso con la nacionalidad
Así se manifiesta el verdadero espíritu religioso de
un pueblo que -firme en su fe cristiana y religado en
cre~ncias, mitos y costumbres- revive el gesto heroico de sus emancipadores, para constituir una amalgama que es el fundamento de la nicaroguanidad.
Recuerdo que en el vibranfe discurso que el Presi– dente Sornoza Debayle en aquel acto pronunciara, dijo
al recordar uno de Jos episodios más brillantes de nues– tra historia, que " en San Jacinto, un conspicuo nicara– güense que amaba a su Patria, Andrés Castro, campesi– no como lo somos todos en Nicaragua, en el momento decisivo recurrió precisamente a lo que nosotros debemos amar mós,
ti nuestra tierra", y tomando un pedazo endurecido de ella,
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convirtió en instrumento de sa'– vación del pais.
Recalcó así el Presidente la importancia fundamen– tal de la tierra en los destinos de Nicaragua y por eso su empeño en que los Programas Educatjvos sean sus-
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tancialmente modificados para incorporar entre las ma– terias de estudio las que enseñan el cultivo de la tierra y su defensa, aprovechamiento y cuidado, ya que sien– do fa agricultura lo fuente principal de producción del
país, la educación servirú como camino ptóctico de ca– pacitar a cada uicaragüense para que, sin periuicio de su iJu5~raclón general, humanística y culturizadora, pue–
da participar más adecuadamente en el proceso produc~
tivo, con mayor utilidad para él mismo, para su familia
y para la Nación.
SI conquistamos la libertad en San Jacinto y si de
la tierra extraemos el sustento; si al agro le debemos, pues, la libertad y la vida, cómo no incorporar su culto en nuestros. Programas de Estudios, para devolverle en
la paz lo que los abuelos no pudieron darle por causa
de las guerras?
y al veros marchar ahora con penachos blancos y
azules, entre himnos y tambores, no he podido evitar algunas reflexiones alrededor del aconte(imiento histó~
ricl,) del 14 de 5eptiembre, sin duda el más respetable qu poseemos.
Se encontraba en San Jacinto el Coronel José Dolo–
res Estrada, en cumplimiento de una misión de obser– vación y abastecimiento que le había encomendado el
entonces General en Jefe del Ejército Libertador de la
República, don Fernando Chamarra, ciudadano de res~
plc:mdecientes virtudes Componían la tropa del valero– so Coronel Estrada -que después fuera ascendido–
160 hombres mal armados, divididos en tres compañías ligeras, comandadas respectivamente por 108 Capitanes Libergto Cisne, Francisco Sacasa y Francisco de Dios
Avilés
y al amane~er del 14 fueron atacados por una fuerza expedicionaria dirigida por el sodo de Walker,
Byron Cole, lIevandq; Oficiales como el Mayor J, e 'Neal,
Wiley Marsh~lI, los Capitanes Watkins, Lewis y Morris, los Tenientes Brady, Connor, Crowel, Hatchins, Kiel, Rea– der Milhingan y Sherman -veteranos de gran experien– cia bélica- y 300 hombre!i magníficamente equipados. Después de cuatro horas de fucha tan desigual, en
que muchos de los nuestros sucumbieron, pero también demostraron gran arralo e intrepidez, los invasores hu– yeron derrotados por nuestra capacidad de resistencia, sorprendidos del valor nicaragüense, engañados por cier-
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