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« Previous Page Table of Contents Next Page »jes Se adjetivan capitán y capitana, porque son los
jefes de filas, que enroscan y llegan al pesebre Allí los pastores saludan u obsequian al Niño y luego se vuelven, de dos en dos, bailando Los dos viejos gra– cejos --eonduye-, que cosi nunca faltan en estos obras, vienen del teatro hispano. Nos llamo lo aten– ción que el varón se llamo Quevedo, símbolo del hu– morismo en nuestro pueblo, que acostumblo adjudicar todos sus chistes y chascarrillos 01 gran don Francisco. He aqui algunos de los cuartetas donde, en baca de las pastores, se usan palabras diminutivos, fuero de lo "tuallita" ofrecido por Dorinda, del "frasquito de miel" ofrecido por Roselmo, de lo "palomita" que
ofrece Silvo, de la "perdicita ll y de la IJsopita de pon"
ofrecidos, respectivamente, por Elvira y Cornejo"
Lam a: Esta guh naldita os doy
que ti aigo con ausia fina para que vos en espinas la conviertas desde hoy Mhta: Como amante cOHlelito
te prCEento mi aficción
y para tu sustentación
este humilde pajalÍto.
Fileno: Yo te Ofl uco niño hermoso
esta graciosa avecilla
para que sirva de ROZO
en tu inocente alegría. Cnlia: Esta savanita hos traigo
con que te ¡lOdrás cubrir guárdala niño mío
qtlC en algo os ha de servÍ!
IFJac: Esta cunita te ofrese
mi rendido COI azón
¡lUra que en ella de!iC811Se
mi reción nacido Dios
Dos de los fragmentos de esto Postorela, de– cididamente ontológicos, pueden ser utilizados por cualquier estudioso como medidos poro valorarlo en función de sus respectivos circunstancias y como brú– jula indicadora de los influjos ejercidos sobre ello. Dichos pórrafos, dicen osi
ORFELIO (recita): Escucha DOl inda hel masa,
un inesplicable pOi tento A las doce de la uoche cuan– do más sereno el tiempo, cuando el ciclo tributara cstreUas, lunas y tucelos, ví un joven muy hermoso según a 10 que entiendo no eI8 homble sino un seu. fín, el más bello; en 10 lucido y helmoso juzgué que venía del cielo. Este me habló por nlÍ nombre y
me Oldcnó por precepto pala que yo cOllvidase a los que estaban dispuestos que fuésemos a Belén y en el es1ablo pdmero velÍamos reclinado al metÍas verda–
deJO.
DORINDA: VEndad es Otteta mio, sin dudn lo
devo creel A las horas que tú me dices. Dando glacíns al inmenso estaba yo annque indigna; Cuan.
do vi un 1 ayo de fuego que con ió para Belén y hací a nucsllo juicio nos pRleció exalación de los que· co– rren en invierno. A este tiempo el corazón no me cavia en el pecho, no de susto sino de un género de
consuelo. y también en los lebafios obsel vé otro ralO ejemplo (La ortoglatín del original, como se ve, es lespetada)
H) L45 LOGAS
Entre ía multitud de piezas teatrales producidos durante estos siglos -en gran parte extraviados o
destruidos- las "legas", los "coloquios", e IIhistoriQS"
fueron las más abundantes Lo palabra "lago" es, no cabe duda, lino derivación de lo palabro "loo" española "Los Loa.s en España --escribe Brinton_
eran primero textos· rimados, pero después tomaron
una formo mós dromótico con lo cual se diferencia_ ron de los farsas que aparecieron después". Brinton
observó que ese "pequeño teatro extemporizado" -en
el que algunos veces aparecía acompañado de músico
y en posición medio garboso un actor que recitaba uno especie de poema con gestos y movimientos pro– pios de danza-, era peculiar de los mangues Lo Loga consiste, por lo general, en un diólogo movido y gracioso que termino en uno alabanza del misterio a de la fiesta religioso para lo que fue escrito.
En Nicaragua se han conservado dos logas' "Lo lago del Niño Dios" y lo "Loo de lo Disputo del Diablo
y la mujer ante el pOI tal ll La primero, escrita en
mangue y español, parece ser de lo primera mitad del siglo XVII, en visto de lo abundanCia de palabras hoce tiempo en desuso Llamo lo atención por dos cosos lo vulgaridad callejera nicaragüense que notamos en ella y su ritmo negrido que debe atribuirse a lo influen– cio de los esclavos de Nandaime Lo segunda, res– catado por un lector de "Lo Prensa Literario", tiene lo estructuro de lo mayor parte de los logas (22)
1) LOS COLOQUIOS
De los IIcoloquios" cabe mencionar el que se
representaba en Managua, hacia Jos finales del siglo XIX --según el testimonio de un testigo presencíal–
en el que una mujer poría
l
en vez de un niño, un ga–
rrobo Este coloquio -cuyo texto es desconocido
pues, al parecer, no se escribían sino que se conserva–
ban a través del tiempo por tradición oral- fue apro– vechado por José Coronel Urtecho y Joaquín Posos en lo Chinfonía Burguesa como ellos mismos lo indicaron en uno de los notas que acompañaban cuando tal for– seto se publicó por vez primera en forma de poema. Del que si se conoció su texto fue del Coloquio de Juan
Cruz, catalogado en el archivo del Taller Son Lucos, pero del cual ignoromos su paradero Suponemos,
en resumidas cuentos, que este tipo de representación
tuvo un desarrollo, cuantitativamente hablando, de /0
más profuso Darío dice que estos "coloquios" tie–
nen su origen en el terreno religioso y que u es lo ver–
dadero comedio popular lo que represento lo forso criollo, el sainete del pais" añadiendo que con pocos
variantes los personajes que en ellos actúan eran, en
su medio especial, el eterno marido burlado, lo auto– ridad apaleado, lo mujer casquivano y el tipo del avis– pado, venturoso y bravo matasiete que en los títeres nicaragüenses se llamaba Peruchito, el cual no es otro que el Mosquito orgentíno y el narigudo y listo prota– gonistó del Guignol "Agréguese también --con– c1uia- un culebrón fantóstico que persigue o fado el mundo, y que no es sino lo Tarasco trasplantado Los coloquios se representaban en lo plaza público, en grandes tablados, sin decoraciones, y delante de lo mu– chedumbre aglomerado, que se divierte 01 aire libre" Ultimamente Carlos Móntica ha lag/oda reconstruir el Coloquio de la Sierra, recogido en los sierros de Santo Domingo
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