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« Previous Page Table of Contents Next Page »capturadas pOl 106, Holandeses entre ese lugal y la Habana, estiman que hay más seguridad enviándo– las pOl las fragatas a Cartagena porque los Holan· deses se encuentran en este camino con menos fre– cuencia Que en el otro Lo mismo, cuando se sabe
que hay navíos en la mal o hacia del cabó de San Antonio, a menudo se envía 111 plata de los caudales del Rey por este camino del lago de Granada a Car– tagena Cuando yo estuve en la ciudad. antes de re– .tiralnte a un pueblo de indios, entr~Uon en un día lo
menos trescientas mulas que venían de San SalvadOl
'y de Comayagua, cargadas de índigo, de cochinilla y
de cueros, Y dos días después llegaron otlas bes re– cuas <le mulas procedentes de Guatemala, una de las cuales traía la plata del Rey, la segunda estaba car– gada de azúcar y la otra de índigo
En esta ciudad, tuvo durante dos días "el placer de las delicias de este Paraíso de Mahoma, ~co,,!ran
do en todas partes los caminos llanos e iguales, los pueblos agradables, lo campiña sombreada por órbo– les, y por todos portes una gran abundancia de fru–
tas". Mas no todo, cloro está, era paradisíaco, pues también informo de la travesía molesta par el Río Son Juan (donde las fragatas sufrían muchos atrasos de– bido o los raudales) lleno de mosquitos y de un terri– ble calor que hadan ese viaje insoportable
D) LA AVENTURA DEL LAGARTO
Cuando se dirigia o Costa Rica bordeando el Gran Lago, relala que un monstruo --un caimán o proba– blemente un lagarta--- le ínfundiá un extraordinario espanto al ver que perseguía agresivamente al grupo, pero, grocias a los españoles que conocían el natural del lagarto, lograron burlarlo corriendo desesperada– mente en zig-zag, astucia que cansá al monstruo que dejó de perseguirlos. "Se puede conocer la magnitud de este lago de Granado -termina sus observaciones sobre lo provincia- en que todavía nuestra segundo y tercera jornada, en lo que habíamos hecho por lo menos veinte leguas desde que salimos, nuestro cami– no iba todavía cerca de sus riberas. Cuando perdi– mos lo vista del lago, en tramos en unos caminas difí– ciles y pedregosos que se inclinaban más hacia el Mar del Sur que o lo del Norte".
El EL ESTILO RURAL DE LA COLONIA
El testimonio de Gage -quien tiene ademós una obro titulada Spanish Narth America editado en Lon– dres en 1655- ha sido aprovechado por José Coronel Urtecho paro señalar el aspecto rural de lo vida níca– ragüense en los tiempos coloniales que no fue otra coso, en realidad, que un conjunto de haciendas que daban vida· a unas pocas ciudades, villas y aldeas, to– da lo vida de la provincia, pues, ero de estilo campe– ,sino Los haciendas constituían la base principal de la vida nicaragüense, el sostén de las ciudades y pue– blos, como también de casi todas las ocupaciones de
SllS habitantes Hoy que tomar en cuento este aspec– to porque fue uno de los factores determinantes por los cuales surgió, en vez de uno literatura más O menos culto, lo vivo y floreciente literatura popular.
14 -DOS TEXTOS DE LITERATURA RELlGIOSA-OCASIONAL DEL SIGLO XVIII
Anteriormente hemos señalado el inicio de la
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versificacián ocasional --que es producida como de– jamos apuntado, por circunstancias de c~nsiderable
repercusión social y cuyos ejemplos abundan o lo lar– go de nuestra historia literaria--- y varios de las cau– sas que contribuyeron o que toda producción apareci– da duronte este peripdo que no fuera de índole reli– gioso o prolongacián de lo castellana resultara de ca–
~ócter ar(ánima-popular Pues bien, ahora ejempli– ficaremos la existencia de esa líteratura de índole religiosa creada, 01 mismo tiempo, circunstancial– mente.
Al LA NOVENA "CANDOR DE LA LUZ ETERNA"
Anotamos, antes de citar la poesra o "Alabado Antiguo de lo Concepción de Granada", que a esto clase de literatura pertenece la novena "Candor de la Luz Eterno" escrito para su próctica religioso por Fray Rodriga de Bethancourt ---{] quien nos referiremos más adelante- que el pueblo nicaragüense todavía rezo anualmente durante los nueve días del tradícional novenario de liLa PuríSIma", novena que ha tenido en el país muchos ediciones --sobre todo en Leán duran– te el siglo posada--- y cuyo estudio ho realizado Ed– gordo Buitroda. Este afirma que consto de los siguíentes partes un preómbulo, uno oración general paro todos los días precedido de uno cuarteto en octo– sílabos --que leeremos luega--- en la que se invoca y se saluda a la Inmaculada Concepcián y cuyos das primeros versos reza solo la persona que enseña la novena, contestando o coro toda la concurrencia las dos finales, nueve canciones en octavillas, una paro codo uno de los días, nueve consideraciones, una tam– bién poro cada día, una petición cantada, canto y rezo de los tres Ave María, lo jaculatoria, rezo del "Alo– bada a la Santísimo Trinidad" poro todos los días, alabanzas y cantos o Mario, y, por último, el grito final. Después comento los textos de cado una de las partes, citando los que considera más importantes. Aquí nosotros transcribimos fragmentariamente una de los citos que hace Buitrago cuando comíenza a exa– minar el Preámbulo que consto, o su vez, de tres por– tes de uno especie de relación cronológico de la Inmaculada Cancepcián y una poético consideración sobre ello, de un ejemplo histárico para quienes rin– dieron culto a la Cancepcián Purísima, y de seis indi– caciones para hacer bien el ejercicio. "He aquí inte– gro la primera -escribe Buitrago-, que es lo que consideramos de mayor ínterés.
Cinco mi. doscientos años contaba ya el mundo y aün no habia pasado aquella larga y dilahtda no~
che en que lloraron los siglos lBS desgl acias de una illobediencia. escudándose sólo en su licenciosa lenti– tud los suspiros de Profetas y Patriarcas. por aquella deseada luz que había de poner término a todas las somb18s que figulaba. ¿ Cuándo? (preguntaban an– siosos.) ¿ Cuándo, oh custodio sagrado de Israel, raya– rá este suspirado día? ¿En qué estado está la no– che? Así clamaban los antiguos Padles; cuando véis aqui ¡qué dicha! que layó la deseada Aurora en la Concepción de aquella· Alba risueña, alegre Precur– sora del día ciar o de la gracia que venia a dar luz inmortal al Verbo pa18 alumbrar a los que yacían sentados en la sombra de la muerte Aquí alma de: Iiciosamente naufraga en la alta mar de tantas luces
y quédate sola en el espacio estrecho de la admira. ción, pues gozas en un mundo 10 que con tantos si·
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