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« Previous Page Table of Contents Next Page »peto y entusiasmo Un corresponsal de periódico que acompañaba a la escolta de Squier entre Gl anada y León describió la escena como sigue:
elLa llegada del UMinistro" (ellos le considerarán nada menos que un plenipotenciario!) fue un gran acontecimiento y fue recibido en la forma más entu– siasta miles se arremolinaban para estrecharle la mano MI.' Squier mantuvo su posición con gl an dig_ nidad y de la manera más cortés, 10 que pareció ga– narle la buena voluntad de todos De vez en cuando conversaba con los caballeros Nicaragilenses que le acompañaban y luego con los Indios". (34}.
En León, Squler fue recibido COn una de las más lisonjeras recepciones que Nicaragua haya ofrecido jamás a un dignatario extranjero (S5) En la mañana del 5 de JuUo de 1849, la ciudad fue puesta sobre aler_ ta de la inminente llegada de Squler y una delegación de prominentes ciudadanos se apresuraron a recibirlo y escoltarlo a la plaza. El cortejo, consistente de dis~
tinguidos funcionalios civiles, militares y eclesiéstícos, encabezado p~r un oficial del Ejército de Nicaragua llevando una bandera de los Estados Unidos, recorrió a caballo las calles hasta la plaza, en medio de saludos de cohetes, de música marcial, de repiques de campa· nas y de vivas del entusiasmo populacho Después de cortos discursos, -que nadie oyó por lazón de la al. gazara-, Squier fue escoltado a la casa del Cónsul de los Estados Unidos, Joseph W Livingston, sólo para ser festejado de nuevo por la noche con serenatas y fuegos arllflciales. (36}
La entusiasta bienvenida fue seguida por un Te Deuro cantado en la Catedral por el feliz arribo de Squier y una serie de banquetes y bailes culminó el 9 de Julio cuando Squier presentó oficialmente sus el e– denciales La ceremonia de presentación, ---ordina. riamente un acto privado de poca significación-, fue atendida por una gran muchedumbre que se desparra~
mó sobre la plaza frente al Palacio Nacional Anun– ciando el acontecimiento como una "Nueva Era para Nicaragua"
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el Correo del Istmo describió la escena en detalle y predijo que el 9 de Julio serfa en adelante ce. lebrado con un entusiasmo igual al del día de la In· dependencia (37}
Abierta y cándidamente, muchos Nicaragüenses creyeron que Squier había llegado como el salvador de su país (38) En su relato de la recepción oficial, el Correo del Istmo revelaba una profunda y patética esperanza por la protección Americana:
"Los bordes de las banderas de Nicaragua y Nade América se tocaban, fOlmando a la vis_ ta una sola bandera Fue algo digno de vel– se la afectuosa demostraci6n que Su Excelen· cia, Sr Squier, hizo al momento de salú-, to– mando la nunta de nuestra bandera en sus manos
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diligió al hombre que la sostenía una profunda mirada, como para demostt al' que una eficaz y firme protección en nuestro fa_ VOl se había ya convenido" (39)
El dialio oficial, órgano del Gobierno, coment6 que Nicaragua habia siemple reconocido a los Esta– dos Unidos como el protector natW'al del Continente y especialmente de Nicaragua, la que había identifi· cado su causa con la de los Estados Unidos. (40)
El diSCUl so de Squier en la recepción oficial bizo muy poco pal a desvanecer el punto de vista Nicara_ güense sobre su misión Su afirmación de que selfa su empeño "no sólo confirmar la actual armonía y buena CO:r:l espondencia que existe entre las dos Re. públicas, sino crear nuevos lazos de amistad y promo_ ver una más íntima lelación entre ellas", parecla lo suficientemente inofensiva, aunque sujeta a diversas interpretaciones Pero al comentar la Doctrina de Monroe pareció ir más allá de la prudencia diploma_ ·tic'l. y definitivamente desfiguraba la actitud de la Administración Taylor uDeberfamos proclamar" di–
;0, "en lenguaje claro y firme, que el Continent~ A– mericano pel tenece a los Americanos y es sagrado re_ cinto de la Libertad Republicana Deberlamos hacer entender, que si poderes extranjeros llegan a intru. sarse en los territorios o invaden los derechos de cual_ quieJ a de los Estados Americanos, infligen daño a to_ dos, lo que es asimismo deber y obligación de todos ver corregido" (411). De acuerdo con el National In~
telligencer, el órgano nacional del Partido Whig (Li– beral}, Nicaragua "bien podrla baber deducido de sus declaraciones que estábamos listos inmediatamente a tomar nuestra posición sobre la declaración de Mr
Monroe, y a resistir todo intento de la Gran Bretaña a establecerse con pie firme en Centro América". (42} El discurso esta~a bien calCulado para alimentar las esperanzas Nicaragüenses de más que ayuda moral de los Estados Unidos (43)
En su breve contestación a Squier, el Presidente Don Norberto Ramfrcz se explayó sobre el deseo de su país de protección Después de agradecer a la Divina Providencia por la llextraordinaria intervención" de Squier, dijo: "Nicaragua desde mucho tiempo ha sen– Udo la necesidad de ampararse bajo la brillante ban– dera de la Confederación Norteamericana; mas el mo_ mento que el Arbitro de las Naciones ha sefialado para tan gran felicidad y consecuente prosperidad, no ha negado. Hemos hecho algunas insinuaciones al Go_ bierno Ameli~no con vista a esta feliz consumación; pero nuestras esperanzas han sido escasamente soste– nidas por sus resultados J\!Ias ahora veo todos los elementos de un futuro feliz ante nosotros; hay buena fe en el Gobielno con el que estoy unido; los senti– mientos más amistosos hacia Norte América llena ca– da corazón Nicaragüense; y tenemos las seguridades de la simpatía y el apoyo del Gobierno Americano".
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Con estas enfáticas profesiones de fe en los Es· tados Unidos, que tenían mayor significado junto a las sinceras manifestaciones de amistad al Encargado de Negocios Americano, era claro que el problema de Squier no estaria en establecer relaciones amistosas, sino en mantener la amistad a Ulla distancia respeta– blemente diplomática
La noticia del discurso de Squier y la contesta– ción de Ramlrez llegó a los Estados Unidos en Octu– bre, e inmediatamente provocó una polémica sobre la Doctlina de Monroe en un buen número de periódi~
cos del Este El National Intelligencer y otros dia– l ios liberales tomaron la posición de que el discurso de Squier era la afirmación desautorizada de un prin· cipio peligroso (45) Por otra palte, los diarios de la oposición salielon en defensa de Squier, arguyendo
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