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te de su tiempo a la explolación de sitios aJ.queológi~

cos en Honduras y El Salvador, una legión en los bOl– des de la glan civilización Maya, y como Nicaragua, en su maYOl parte inexplorada atqueológicamente. Un si– tio en Honduras que ya había sido visitado por Step– hens, -Copán-, sucedió que está ce1ca de la sede temporal del gobierno de Honduras en el velano de

1853 Después de hablar con Cabañas en Santa Rosa, Squier visitó Copán brevemente mientras hacía el via– je a lomo de mula a El: Salvador. Sus obsel vaciones so–

bre este sitio impOltante, publicadas en Notas Sable

Cenho Amélic,a en 1855, añadie10n muy poco a la de– tallada reseña de Stephens, publicada catorce años an– tes Ohos sitios 1 sin embargo, fueron explorados por pli mera vez por Squier. En el Valle de Comayagua, un área ahora leconociga cOlpo el campo de reunión de las culturas Maya y Lenca, Squier descubrió las rui– nas de varias ciudades aborígenes cuya existencia ha– bla sIdo por largo tIempo olvidada

La más importante de las ruinas del Valle de Co– mayagua fue10n las de Tenampúa, visitadas por Squier en Junio de 1853. Squier no trazó planos de las 300 o 400 "pirámides truncadas de varios tamaños", pero su descripción, aunque breve, era tan completa que Ban–

croft, qUien confiaba grandemente en Squier, al tratar de las ántigüedades de Nicaragua y Honduras, trazó un plano de Tenampúa bas~do en la informafión de Squier (29) Squier llegó a la conclusión que Tenam– púa era, Plincipalmente, un sitio ceremonial o religio– so, y secundariamente, una fortaleza defensiva, per 9

apenas hizo insinuaciones en cuanto a la identidad dec

sus constructores. De acuerdo a Squier:

"La forma de los varios túmulos en Tenampúa ex–

cluye la idea de que fuetDn usadas como fundamentos

de habitaciones. Parece bastante claro que fue10n, o bien altal es o sitios de templos, --contrapartes de a– quellos de Guatemala, Yucatán y México, y de una

gran porción de aquellos encontr'ados en el Valle del Misisipí 1 con todos los cuales cóinciden en los princi– pios de su construcdón".

Fragmentos de cerámica encontrados en Tenampúa fue10n declarados por Squier como 11idénticos con B–

quellos de Palenque y Yucatán". "Algunos de ellos", decía 1 "eran exactas contrapartes de figuras en el Ma–

nuscrito Dresden". (30).

Investigaciones posteriores han demostrado que Squier estaba en lo correcto, en considerar a Tenampúa como un centro religioso y defensivo y no una ciudad residencial, pero que en lo que enó fue en poner tanto énfasis en su pa1ecido con la cultUla Maya DOlothy Poponoe, quien Se refirió al artículo sobre Tenampúa "por el erudito y brillante E. G. Squier" como 'Il a plÍmera reseña auténtica de este sitio" visitó Temanpúa en 1928. Ella concordó con Squier en qUe Tenampúa era primordialmente un centro defensivo y religioso

1 mas llegó a la conclusión de que los al tefactos encon–

trados allí no eran característicos de la cultura Maya

(31) Doris Stone, que ha Investigado el Valle de Ca– mayagua 1 ha demostrado que Tenampúa estuvo influen ciada por al menos tres culturas diferentes Puede ser descrita, dijo, como "una combinación de influencias Maya, Lencá y, posiblemente Mexicana con marcadas señales de una oaracterística sureña y oriental Centro-

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amelÍcana". Los fragmentos de cerámica coleccionados por Squier, dijo ella, no fueron Mayas sino de un tipo encontrado en Nicaragua y Costa Rica. (32).

Aunque esclitores sobre arqueología Centroame– ticanos clitican a Squier en pequeños detalles, están de acuerdo en que fue el primero en llamar la atención a la importancia arqueológica de El SalvadOl y del Va– lle de Comayagua en Honduras (33) Squier, pensando en términos de un aislado centro Maya rodeado de In– dios de baja cultura, erró en tratar de identificar so–

bresalientes artefactos y monumentos a orillas de la civilización Maya como Mayas también. Investigación posterior ha demostrado que la influencia Maya en Honduras, Nicaragua y El Salvador fue relativamente tardía y débil; el área que Squier exploró está más exac tamente descrita como el campo de reunión de la cul– tura Maya con las civilizaciones al Sur. Pero a pesar de su comprensible error, Squíer merece ser recono– cido como el arqueólogo pionero de las fronteras o– rientales de la civilización Maya.

Como etnólogo así como arque610go, Squier esta– ba tan interesado por las costumbres de los Indios con– temporáneos y la delineación de sus fronteras históri– cas como lo estaba con los artefactos y monumentos dejados por sus antepasados En los lugares que visitó, observaba con ouidado cómo los Indios Se vestían, ado– raban y vivían. Estaba particularmente ansioso de comparar los idiomas de los Indios Centroamericanos y cuidadosamente apuntó tantos vocabularios como pudo en una forma que le indicó Albert Gallatiu, Pre–

sidente de la Sociedad Etnológica AmerIcana. (34) Cuando regresó de visitas a Nicaragua, Honduras y

El Salvador había coleccionado una gran cantidad de información etnológica no asequible previamente En

sus trabajos generales Squier intentó clasificar los ha~

bitantes aborígenes contemporáneos de Centloaméri– ca y delinear las fronte1as para todas las diversas tri– bus. Sus más importantes observaciones etnológicas, sin embargo, fueron confinadas principalmente a los Indios de los tres· Estados centrales, Nicaragua1 Hondu– ras y El Salvador.

Squier dividió a los Indios de Nicaragua en dos categorías: semi-civilizados y salvajes Los Chorotegas, Cholutecas, Niquiranos y Chanta1es, todos los cuales vi vían en el lado Pacífico de Nicaragua y todos los cua–

les Squier había personalmente abservado, fueron clasi ficados por Squier como setnicivilizados; las varias tri– bus en la Costa Mosquita, las clasüicó como salvajes. En uObservaciones sobre la Arqueología y Etnología de Ni– oaragua'1, Squier describió en detalle, el aspecto, mo– dales, organiZ'ación gubernamental, prácticas religio– sas y hábitos de trabajo de 105 IndIos de la Costa del Pacífico que había observado. (35) Tomó vocabularios básicos de 30 palabras de seis tvibus diferentes, y de por lo menos dos tribus Nicaragüenses tomó muesh a– lias mucho mayores. Aunque pudo dar prueba lin– güistica del origen Naboa de los Niquiranos y otras tlibus Nicaragüenses, no se aventuró a dar positivas conclusiones respecto a los lenguajes no-Nahotl.s dp

Nicaragua. (36) Sugirió, sin embargo, que algunos nom– bres toponímicos Nicaragüenses se parecían a los del Perú) En Waikna estudió, de segunda mano, las cos– tumbres de las menos desarrolladas tribus costeñas

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