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« Previous Page Table of Contents Next Page »Los Indios de Hondúras y El Salvador estuvieron bajo la observación de Squier mientras exploraba la debida 1 uta del ferrocarril Hondureño en 1853 Aun–
que la obra Estados de Centro América contiene una breve reseña de todos los Indios Centroamericanos des de Costa Rica a Guatemala, los Indios del Valle de Ca–
mayagua en Honduras y de El Salvador cennal reci– bieron más extenso y más autorizado tratamiento. Mientras en Honduras Squier rec·ogió información a–
cerca de los Indios Lenco, Jicaques y Guajiqueros quie nes habían permanecido más o menos ignorados a los oios de observadores con mentalidad científica desde
)a Conquista. Sus escritos proveyeron los primeros da– tos fidedignos respecto a estos Indios. Según Popenoe, 'Iel nombre Lenca fue por primera vez aplicado cien– tíficamente" a 109 habitantes del Vallé de Comayagua, "por E G. Squier". (37) "Le debemos a Mr E. G. &–
niel G Brinton, uvocabularios de todos los cuatro dia– lectos (de los Indios Lenca) y una interesante desclÍ¡>–
ción de las condiciones actuales de la estírpe". (38)
Doris stone, escribiendo en 1957, aceptó las fronteras
de la cultura Lenea señaladas POI' Squier en 1855 con
la única 8ugestión de que el territorio Lenca debería reducirse en extensión y mov~rse un poco hacia el Es– tl!. (39) El artículo de Squier, "Una Visita a los Indios Guajiqueros" en el que describe la visita de un día a los Guajiqueros, -probablemente una tribu Lenca-,
que vivian en una remota región montañosa como a treinta millas al Sur de Comayagua, es la única reseña extensa de esos Indios en el siglo XIX (40) La des– cripción de una danza Guajiquera presenciada por 8-:
quier fue reproducida en su totalidad por Bancroft en 1870 y por Stone en 1957. (41).
Los ,Indios Pipiles de El Salvador central han sido
1 econocidos por los primeros cronistas Españoles co– mo miembros de la familia Naboa, pero según Squier, ninguna prueba previsa de su origen NahoB ha sido nunca presentada y ningupa frontera exacta de su territorio, ha sido nunca señalada. Squier llenó ese va– do en los datos etnoló~ico~ con sus nObservaciones so– bre un Fragmento Existente del Nahoa o Estirpe PUla Mexicana en el Estado de San (sic) Salvador, Centro América", pul;¡licado en Abril, 1854 (4~) Tomando un vocabulario Pipil y comparándolo COn un vocabulario Aztec,a, Squier alegó haber proveído la prueba del o–
1 ¡gen Aztec'a del Pipil, y explorando el país Pipil, a– legó haber establecido las fronteras de la región Pipil de 10,000 millas cua~adas de extensión
En las f~ses primitivas de 51.;1 carrera de letrado Squier estuvo sumamente interesados en las 1 eligio~
nes o mitologías comparadas <le los Indios Amelicanos Antes de 1849 había encontrado tiempo para esel ¡bit
tI es articulas sobre los niitos y leyendas de tales ti i– bus indígenas como los Algonquinos y los Ojibuayos, comenzaba a notar similitudes en las mitologias de los Indios del Norie y ·Suramericanos. (43) Hacia 1849 se habia sefialado -para sí mismo un,a meta etnológica: ayudar a establecer la unídad de ia cultura Indoame licana mostrando ia
9-~ttid de ro
creencias rel~gil
sas Tal comp él 10 veía, otros cicI\tífi,cos eS,taban esta": bleciendo fuel a de duda que' todos los Indios Ameri~
canos venían de la mü,;:ma fuente y peJ,'tcnecían a la misma familia, a pesar' di i& inqueblantagle oposición
si
de hQmbres que todavía creían que varias miglacio–
nes plovenientes de divclsas direcdones, eran lespon– sables de la presencia del hombre en América. Samuel
G. Morton, de acuerdo a Squier. había mostlado por medio de sus estudios craneo16gicos que los Indios des–
de Tierra del Fuego hasta Alaska eran del mismo tipo
físico Albert Gal1atin y otros, según Squier, habían mostrado por medio de estudios lingilisticos la unidad esencial de todos los idiomas indígenas Americanos. Si– cólogos estaban intentando demostrar que todos los Indios Americanos tenían similares características de personalidad. (44) La meta de Squier era ceITar la cuestión demostrando que las creencias religiosas indí– genas, ya fuesen Incas, Mayas o constructores de tú.... mulos, eran esencialmente las mismas
En 1851, a su regreso de Nicaragua, publicó la ex– posición completa de sus creencias en la unidad reli– giosa de los Indios Americanos en un libro titulado El Símbolo Serpiente y la Adoraoión de los Principios Recíprocos de ]a Naturaleza en América. (45) En este libro Squier da numerOsos ejemplos de la generalizada
adoración del sol, la naturaleza, el símbolo fálico y el símbolo serpiente por los' Indios en ambos continentes Americanos El hecno: 'de que' el
sol, la naturaleza, y el símbolo fálico desexnpeliara'n. itil papei tan importan– te en las religiones primitivas Americanas, no le pa--'
1 eció extraño a Squier, pero sí la generalización de
la adoración de la serpiente símbolo. La gran plepon– derancia de la serpiente símbolo, e.reía, intentaba
u es– tablecer una comunidad de origen, o una conexión o trato de alguna clase, entre las naciones primitivas de los dos continentes; pues es muy dificil suponer que un símbolo estrictamente arbitrario, pudiera ser acci– dentalmente escogido para expresar las mismas ideas y combinaciones de ideas, por naoiones dé diversos Olí-..;
genes y totalmente desligadas". (46).
Haber intentado semejante sintesis en 1851 cuan– do la evidencia sobre religiones indígenas era escasa, fue un paso atrevido de parte de Squier, mas uno que no le ha granjeado el reconocimiento de los el uditos. Criticos contemporáneos de su época alaban su pre-' sentac6n imparcial de los hechos pero Se muestran re– servados en cuanto a la validez de su tesis. Por ejem– plo, el crítico del Lendon Athenaeum, dijo: "El ha pro cedido con un espíritu amplio, liberal e ilustrado, y ha producido un libr<?.:. de mucha investigación, que de– muestra requisitos generales extensos. Lo hemos leí~
do con intelés, no simplemente por la novedad de sus puntos de vista, sino por la naturaleza de su hasta a~
hora inexplorada información. Hemos recorrido cami– nos nuevos con un guía nuevo (47).
Eruditos modernos están inclinados a pensar que Squier puso demasiado énfasis en el simbolo selpiente y que mucha más evidencia detallada es necesaria an– tes de que una significativa síntesis de los símbolos y
de los mitos de los Indios del Nuevo Mundo pueda ha– cerse (48).
Más t81de, los inteleses antlopológicos de Squier cambialon, de las religiones plimitivas a los idiomas, y dedicó muoho tiempo en los años 1850 y 1860 a la colección de datos referentes a los idiomas indígenas Centroamericanos Aurque estaba trabajando a latos divelsos en estudios de idiomas indígenas, sólo Un ma-
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