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« Previous Page Table of Contents Next Page »bres. Su fama corrió como la de un salteador y un asesino, Los caminos inmediatos a la capital eran in– seguros; no se podia viajar con tranquilidad; los co– merciantes Se afligieron pensando que todas las mer– caderías enviadas a la feria de Esquipulas habían cal·
do en sus manos 110 cual no resultó cIerto a lo menos)
y muy pronto Carrera se hizo tan fuerte que atacaba pueblos y aun ciudades.
El lector debe tener presente que todo esto ocu~
rria en el Estado de Guatemala. El partido liberal estaba dominando, pero en esos cl'Íticos momentos, una fatal división tuvo lugar entre sus miembros; Barrun~
dia que era uno de los principales, y a quien se le negó un alto puesto solicitado para un pariente libertL no, abandonó la administración y apareció en la asam– blea a la cabeza de la oposición, El desorden del par.
!ido y el levantamiento de Carrera, agitaron a todos los que eran desafectos al gobierno; y los ciudadanos
de la Antigua, ciudad a veinticinco millas de distancia de la capital enviaron un mensaje pidiendo que se de– cretase la amnistía para los reos politicos permitiéndo_ les volver a la patria y la reparación de otros agravios Una diputación de la Asamblea fué enviada para con– ferenciar con los peticionarios, ]a clIal no tuvo buen éxito y los antiguUeños amenazal'on con marchar sobre Guatemala
El día domingo 20 de Febrero de 1838 fueron en_
contradas en las calles de la ciudad las proclamas de los antigüeños, produciendo una alarma general, por– que ya venían a atacar la ciudad. Las tropas del go_ bierno general, que ascendían a menos de quinientos hombres y las de la milicia fueron revistadas, los ca–
ñones colocados en las esquinas de la plaza r centine_ las en las calles; y el General Frem mandó publicar Un bando llamando a las armas a todos los "ciudadanos. Gálvez Jefe del Estado, montó en su caballo y conien– do por 'las calles, trataba de entusiasmar a los ciudada_ nos diciéndoles que Morazán estaba a punto de lle–
gar' Y que acababa de derrotar a quinientos hombres de ia pandilla de Carrera. El lunes todos los negocios se suspendieron, Gálvez, en gran perplejidad, llamó a varios oficiales que habían sido despedidos y nombró
a l\fexía un español. teniente coronel; este nombra_ miento causó disgusto tal, que Prem y todos sus ofi· ciales enviaron sus renuncias. Gálvez les suplicaba
e imploraba que continuasen, reconciliándose él mismo con cada uno individuabnente
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y al fin , revocado el nombramiento de Mexia, ellos accedieron. A las dos de la tarde se decía que ya Carrera se había unido a
los antigüeños. Prem, publicó un nuevo bando para que todos los hombres comprendidos entre la edad de
1 a 60 años tomasen las armas, exceptuándose los sa– cerdotes únicamente y a los que tuvieran algún impe– dimento físico que los inutiUzara para tal objeto. A
las nueve de la noche se produjo una alarma diciéndo_ se que parte de los seguidores de Carrera estaban en Aceituno. La plaza fué convenientemente guarnecida con cañones y centinelas en las calles. Para colmo de excitación, durante la noche el Provisor murió, y se recibieron noticias de que eL código de Ljvingston ha– bia sido quemado públicamente en Chiquimula y que la ciudad se había declarado contra Gálvez. El miér_ coles por la mañana se empezaron a abrir fosos en las esquinas de la plaza pública, pero el jueves el mar–
qués de Aycinena, corifeo del partido central, por me_ dio de una conferencia COll los liberales divididos, in– dujo a una mayoría de diputados a firmar una conven_ ción de amnistfa, la cual produjo satisfacción general,
y al día siguiente la ciudad estaba perfectamente tran– quila
A medio día esta calma era precursora de una ho– rrible tormenta. Las tropas del Gobierno Federal, las únicas en quienes se podía confiar, se sublevaron y con las bayonetas caladas, agitando las banderas y con cañones al frente, abandonaron los cuarteles y mar– charon hacia la plaza. Ellos rehusaban ratificar J.g con_
vención por la cual, según se les babia dicho, Gálvez seria retirado, y el Vice Jefe Valenzuela, instrumento
de Barrundia, sería puesto en su lugar. No quel'Ían servir bajo ninguno de la oposición, diciendo que enos podían dar protección y no pedirla. Se citó a los di– putados para una reuni6n de la asamblea pero tuvie_ ron miedo asistir Entonces los oficiales 'conferencia– ron con los soldados, y el sargento Merino hizo un do– cumento exigiendo que se llamase al presidente Mora. zán, y que Gálvez permaneciera en su puesto hasta la llegada de aquel. Esto fué aceptado. Se enviaron di–
putaciones llamando a Morazán, enviándose otra a la Antigua explicando los motivos de la violación del con– venio, pero sin ningún éxito, y la misma noche la calli. p!lna de alarma anunciaba la aproximación de ocho– CIentos hombres que iban a atacar la ciudad. Los mL
liciano~ fueron llamados a las armas, pero solamente apareCleron como cuarenta. A las cinco y media Gál~
vez formó a .l~s tropas del gobierno, y, acomp~ñado
por Prern, salto de la plaza a hacer encuentro a los re~
beJdes; pero antes de llegar a la salida de Ja ciudad
hU~? u.na conspiración entre las tropas y con el gritó de ¡ViVa el General Merino y muera el Jefe del Es~
tado que nos ha vendido -fuego muchachosl" la infanteria hizo fuego sobre el estado mayal". Un·a 'ba_ Ja atravesó el sombrero del general Prem. Gálvez íué a!"roiado de su caballo, pero logró escapar y se
refugió tras el altar de la iglesia de La Concepción
Yáñez se ocupó en dispersar a las tropas con su caba~
llería y regresó a la plaza dejando quince muertos en
en la calle, Merino, con cerca de ciento veinte hom. bres, tomó posesión de un pequeño cañón de campo del ~atal1ón y se estacionó en la plaza de Guadalupe. Varlos grupos de las tropas dispersadas permanecieron fuera toda la noche, disparando sus mosquetes y man– teniendo a ]a ciudad en constante alarma; pero Yáñez
la saivó del pillaje patrullando con su cabaJIer!a. A
la mafiana siguiente Merino pidió permiso para entrar a la plaza, Su número habia aumentado con la reu– nión o los grupos dispersos y, al formar en la plaza él y tres o cuatro más de los cabecillas, fueron sacado~
de las fílas y remitidos al convento de Santo Domin– gO como prisioneros. y el lunes por la tarde Merino fué amarrado a un poste en su propia celda 'y fusila_ do. Su tumba al pie de las curiosidades que me fueron mostrada en Guatemala.
El domingo por la mañana otra vez las campanas to_ caron alm'ma Jos rebeldes estaban en ]a puerta vieja
y se envió una comisión para tratar con ellos Pedian que los soldados evacuaran la plaza; pero estos indig– nados, respondieron a los sublevados que llegaran ellos mismos a tomarla. Prem suavizó la respuesta manifes_ tándoles, que ni él ni sus tropas podrían rendirse a los rebeldes, y finalmente, a las doce y medía de la noche comenzó el ataque. Los insurrectos se dispersaron por Jos suburbios malgastando pólvora y balas; por la ma– ñana, Yáfiez con setenta hombres de caballería hiz
ú una salida derrotando a trescientos de ellos, regresando
a la plaza con las lanzas tintas en sangre Probable_
mente que si las fuerzas de Yáñez hubieran sido se– cundadas por los cil.1dadanos, habrían rechazado a la
sublevada hasta la Antigua.
El miércoles siguiente Carrera se unió a ellos, Había enviado sus emisarios a los pueblos levantando
a los indios, prometiéndoles el saqueo de la capital;
y el jueves, compuesta de hombres, mujeres y niños
que ascendian a diez o doce mil almas, Carrera mismo
se presentó a las puertas de Guatimala. Los antigüe_ ños estaban atemorizados y los· ciudadanos de la ca– pital se encontraban en un completo desorden NUe_
vamente fué enviada otra comisión para tl:atar con los rebeldes, que pedían la deposición de Gálvez de Jefe del Estado, la evacuaci6n de la plaza por las tropas federales y el paso libre para entrar a la ciudad. Es probable que, aun en estas circunstancias, si las tropas federales hubieran sido ayudadas por los ciu... dadanos babían podido oponer resistencia; pero la
consternación y el temor de exasperar a las hordas de amotinados era tan grande, que nadie se encontraba aterrorizado y en pleno desorden, y el resultado fa-
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