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« Previous Page Table of Contents Next Page »te personaje, a quien hicieron casi legendario nuestros historiadores que""en él se ocuparon en los últimos vein– te años, Unos lo desconocen, creyendo que la Biblio– teca Nacional fue inaugurada bajo la Dirección de Mo– desto Barrios, y hasta de Antonino Aragón; otros di–
cen ignorar su país de origen; pero todos ellos coinci. den en la escaSez de datos al respecto. Si es cierto que nuestra historia escrita estál como nuestra geografía, sembrada de lagunas, a causa de la pérdida de nuestros archivos o quizá porque nuestro genio tiende más a la pre.visión que a la re-visión, a la poesía que a la histo– ria; no se menos cierto que
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para informarse acerca de la vida de Brioso, bastaba leer el HDiccionario Histó– rico Enciclopédico de la República de El Salvador", de
lUiguel Angel García, publicado en 1941 Esta obra, aunque sus al'ticulos sean breves, está bien documenta– da y es de sobra conocida por los estudiosos
Cuando el Oenelal Miguel Brioso se hizo cargo de lluesÍla Biblioteca, llevaba ya seis años residiendo en Managua, donde ocupó, con su familia, una casa si– tuada frente al ala norte del Club Internacional. Ha. bía llegado expahiado a nuestra Patl'ia. después de la derrota que sufrieran sus tropas en Pasaquina, el mis– mo año en que subió a la Presidencia de El Salvador. por vez primeral el Dr, Rafael Zaldívar. Sin embargo, al cabo de nueve años, Brioso decidió l'egresar a su País l cuando allí se l1aba, precisamente, la última y fugaz exaltación al pol1er de su viejo advelSario político el Doctor Zaldívar; y su vuelta a El Salvador era un ges– to de nobleza, porque significaba su adhesión a la cau– sa centroamericanista del Presidente Valdívar. Esa honrosa actitud de su vida estaría, sin duda, en conso-nancia con su heroica muel te. )
Don Miguel era natural de la ciudad salvadoreña de Jucuapa, y el mayor y único val ón de loS' tres vás– tagos del matrimonio de Don Inocente Brioso y Doña Dolores Iglesias Cursó sus primeros estullios, hasta el bachillerato, en la ciudad de su nacimiento, en Te~
capa y en el Colegio de la Asunción de San Salvador, Pasó luego a la UnivelSidad Nacionat donl1e siguió la canera l1e Derecho, licenciándose en 1853 El joven
abogado alcanzó pronto el reconocimiento de sus com–
patriotas, gracias a su don de gentes, a su brillante in– teligencia y a su imaginación brillante Colaboraba en la prensa libel'al. y sus artículos polémicos lograron gran resonancia Su pl'osa hacía honor a su apellido,
y el autor no cedía ni un palmo en la doctrina En cambio, los versos que también salieron de la pluma de Brioso no tienen las calidades de su literatura pe– riodística.
Apenas habían pasado cuatro años desde que el li–
cenciado Brioso saliera de las aulas universitarias, cuando ya era Diputado por Chinameca. Su carrera política fue realmente vertiginosa. Poco tiempo des~
pnés, el Gobierno del General Gerardo Barrios le man–
dó a estudiar a Europa; y en 1864 se encontraba de
nuevo en El Salvador trabajando en la reforma de los
Código~, A la sazón, recibía un nombramiento de Juez
de San Miguel y de La Unión Pero su prestigio jurí– dico no le impidió que siguera cultivando sus muchos talentos. Las humanidades de don Miguel eran vastas,
y ellas le llevaron a ocupar la cátedra de Lógica y Psi– cología de la Universidad Nacional. Así el antiguo alunmo regresaba, como maestro, a su punto de parti–
da.
Entre 1869 Y 1876, fue sucesivamente Enviado Es. peclal ante el Gobierno de Honduras; Ministro de Rela-
ciones Exteriores, Justicia y Negocios Eclesiásticos, in– terviniendo entonces en un serio problema de relacio– nes entre la Iglesia y el Estado, durante la Presidencia del General Santiago González; Gobernador y Coman– dante General de San Miguel; Inspector Militar Divi– sionario del mismo DepartaJ;1lento y de los de Usulután y La Unión; General de División, por Decreto Legisla– tivo del año 1876; y, en fin, Jefe militar de los Depar– tamentos orientales En la personalidad del General Brioso, no cedieron las armas a la toga, sino que ambas se hermanaron con lazo amorosísimo; y, de segulO, Don Miguel tenía muy presente aquel célebre DiscUISO de Don Quijote, en el cual se dice "que las al'mas requie–
1 en espíritu como las letras"
Poco más queda lJOr espigar en la vida del pI ime)' Bibliotecalio Nacional de Nical'agua, Se había casa– do con Doña Vu'ginia Bardos el 30 de septiembre de
1869, siendo padrino de la boda el Presidente Dueñas. Cuando Brioso fue designado pala dirigir nuestra Bi–
bliote~a, ya contaba cincuenta años de edad, No sólo el a un típico hombre de la l1ush ación, COll mayúscula, sino profundamente ilustrado; y. a demás, un hombre de cuerpo entero, que luego mu1'Íó valerosamente en el campo de batalla, en aquel combate de Cerro Parti– do, en el Departamento salvadoreño de Cuscatlán
El 16 de mayo de 1883 sucedió a Blioso en la Di– lección de la Biblioteca -ya durante el GobielJlO de Cárdenas- el Doctor Modesto Barlios, "veldad210 fundador" de la misma, como le llamó el académico don Alfonso Ayón Un mes antes se había sancionado el leglamento del Archivo. Ela BauÍos hombre de muchos saberes, de ánimo desinteresado y de aguda vi–
sión. El fue, en compañía de Gámez, quien trajo a Rubén Darío a Managua, hospedándole en su propia
~asa, según nos cuenta el Poeta en su Autobiogl afía; y fue quien hizo a Rubén colaborador suyo en la Biblio. teca Nacional, iniciándole en la Litelatura francesa, de
la que era adelantado en Centro AméIica. Las úIthnas publicaciones de PalÍs elan a la sazón remitidas dil'ee– tamente a nuestra Biblioteca por el escritol francés De– siderio Pectol', Cónsul de Nicaragua
Reclamado Barrios por Don Adán Cárdenas para el desempeño de otros altos cargosl dejó la Biblioteca en mayo de 1885, siendo su sustituto el humanista y peda– gogo Don Antonino Aragón, director de un colegio llal ticular en la ciudad de Masaya Con motivo del nombl amiento del señor Aragóu se derogó el Artículo
14 del Reglamento del Archivo Nacional el cual esta– blecía que para ser Director de la Biblioteca era ne– cesario ser Abogado y Escribano Público, Vale recor– dar, como dato curioso, que el sueldo del Biblioteca~
rio y Archivero nacional era entonces de sesenta pesos mensuales; y que, conforme estadística publicada en "El Porvenir de Nicaragua" -el periódico oue dhigie..... ron Fabio Carnevalini y Jesús Hernández Somoza- el
número de lectores que en un mes visitaban la Biblio–
teca era de ochenta y tres.
Darío siguió algunos meses más empleado en este Centro, bajo la Dilección de Don Antonino Aragón, quien también contribuyó muchísimo a su cultivo li–
terario, como reconoce el Poeta con ancho agradeci– miento, El Señor Ar¡::t.gón mUlió siendo Bibliotecario
y Archivero Nacional. Después se sticedieron nombres como los de Isidro Sotomayor, el General Luis M Gó–
mez, natural de Cololllbia, Manuel_Antonio Zepeda y
el comediógrafo Manuel Rosales. Lo demás es histo. ria de hoy.
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