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« Previous Page Table of Contents Next Page »de buena ¡:onstiiución, que pudielan dispo~le.r de d,neo
años liblemente pomían alcanzar buen ~xlto SI el
objeto ue la f~xp]oración lesultaba una quuncla, e,n l~s
aglestes escenas de un nuevo e inexplOlado telll,tollo existen ohos obietos de interés; pelO si fuese lealldad,
a más del '51o! ioso estimulo de semejante novedad, ten–
dlían alguna COba pala lecordal1a: dmante todo ell?S-to de su v:da. En cuanto a los l1esgos, es~os han sIdo siempre exagerados, y, en general, el peltglo, se des–
cubre con tiempo suficiente para escapar de el ~I~s,
con toda probabilidad, si algún descublirJliento se hlcl e – la algún día. éste sería l1ev~do a cabo por l.os padles Por lo que toca a n050tros, Intentarlo solos, 19nal antes de la lengua y con mozos que nos elan un constante fasttdio ni síauicra pensar en ello Lo más en que po~
ddamo~ pt>nsar seria en una ascención a la cumhlc de la siena 'ilRra desde allí lanzal~ una mitada sable la misteliosa ·cindad- pela teníamos bastantes dificultades que arrastrar en ~l camino; esto aumentaría diez días a un viaje que a1n sin ellos, en pelspectiva parecía ya casi atel'laclol' durante días la siena podlÍa estar cu– bielta de nub~s. por aventurar demasiado pC?dl~amos
perderlo todo; Palenque ela nuestro objeto pllnc~pal ~
lesoivimos no apartmnos de la luta que nos hablamos
tIazado
A la maiíana siguiente tuvimos un momento dolo_
lOSO con el CUla y éste fue en el instante de la par~
tida El estaba' entonces tI anquilo y bondadoso" su
illesistlble r:sa y su entusiasmo habíali desapaleCl(lo Teníamos que pas!':n por un pueblo en ~londe n~s dijo que los indios el an malos, pOI cuya lazan nos dIO Ul!a calta pma el justicia, y con todo el afecto de su cmazon insistió en (me fa acepta! él uno de sus bellos quezales Como es~a ,~la la SemaJ;la Santa, t.uvimos gran di– ficultad para conseguir un guía Ninguno de los indios quena salir de Ja población, y el alcalde le dijo a up
alguacil qUf' ~'acala un hombre de la Cálcel pala sel VIl' de O'uía DC,':>llUés de una plática con los huéspedes a
tl R\~éS de la Jeja. selecciori31on uno, pero quedó gual~
dado en la p'í"isién hasta el momento de la paltida; en–
tonces el alguacil ablió la p,uelta y lo dejó salil, pu~
siéronle nUE'stlo rollo de equipaje soble las espaJdas y emlJlendió la marcha El soldado "'cmtido'" nos acom– pañe. por una CM ta distancia, y Bobón pasó más ade~
lunte llevando sable un palo al ave leal del Quiché Atlavcsando el Vano y el ball'anco sobre los cuales es– tuvo edificnda la ciudad, ascendimos una montaña en el fondo, dominando una espléndida vista del llano del Quiché. y (~('~cclldiendo por el ohoJado, a una distan–
~¡a de dos 1('gUHs ll€gamos al puehlo de San Pedlo Una iglesia techada con paja, con una Cl uz al frente,
~,ta1Ja celcn del camino, y las chozas del pueblo se enM
~ontlaban nn peco atrás El padle nos había dicho
'=lue los indio!:: de estC' lugar eraü "n:my malos"; V como nuestlo guía a ~u regres9; ten:ÍD que sel enceJ l'ado en la ptislon, pala r"vitarnos la necesidad de parar, hata– nJOs de incuclllo a que siguiera con nosohos; pela él,
~lejanc1o caer su earga alpie de la C1UZ IcglesÓ con tal
velocidad '1ue df'ié atlás su hmapienta chamatra El justtcia €la un n:estizo, quien mandó llamal al alcalde, y al punto ('se benemérito botaba hacia abajo con seis alguaciles, inalchandCl en una 'sola fila, todos con "ata
~n mano. Y a1aviados c0}1 hermosas capas de paño, y el
~taie de fiesta pala, la Semana 8ant11 Les dijimos que necésitabamos un guía, y los seis pUl tieron pata conse_ guirjo Como a los diez minutos 1egl esm on en fila, {?¿metamente en pI mismo ti ate c;1e antes, diciendo que no habian l1f\dido hallar ninguno, que toda la semana
el a tle fiesta y que nadíe quelÍa salir de su casa Les hice vol' el l:)asaporte de Cal1<;!l a, y le dije al justicia que debería !l' él mismo, o enviar a uno de sus alguaci– 1es, y ellos marchm on oh a
vez pal'a conseguirlo. Des~
lmés de Ull tr,omento de espera, me dhigí a la cumble de una loma inmediata y los vi sentados abajo, sin du~
da I?sperando que me fuera Tan pronto como me di– vismoh lcglesaron todos juntos para repetir que no po~
dían enCoT~trar 1m guía Les Ofl eeí doble paga, pero
aún asi se moshalOl, inflexib1es; y sintiéndome más bien dudoso con lespecto al lesultado de las cosas, ha~
blé lal gamerüe de la venganza de Call era, diciéndoles que yo no quedalÍa satisfecho con que los allojma del
puesto, sino que pedilía que les quitala la cabeza de
una vez D 'SPlié-S de algunos momentos de consu1ta todos se levantalon pacíficamente: uno de ellos se des– pojó de sn umg0 y de su üaje los lestantes emolla– Ion la caIga y chándosela sable la deslluda espalda, cclo!3álOnle el mecapal sable la f1ente y lo hicielon mal ch.al' a l(;'\ Canela Nosotros 10 seguimos, y el secletaiio me lago que le rsclÍhiera a eau el a diciéndole que él no ela culpahle de que yo hubiela tenido que eSlJe] al' y que él mismo halnía sido mi guia si Va no ltubjel~
hallaclo otl o A cm ta distancia oh. o a1guacil, por un camino más cOlto, infclceptó y lelevó al ptimelo y COR llÍan eilos tan ligelo que, sable el áSPCIO camin~ 1l0S-atlas no pod¡ UU0S caminar al paso de ellos ' El camino el a ('n vel dad escabroso y áSPCl o más allá ue toda pondreación; y muy plonto llegamos a otlo inmenso bau anco, descendiéndolo, y comenzamos un aJeenso dellfl.do opuesto qUe nos ocupó tI es hOI as Por entIe los claJ'os del bosque miramos hacia abaio pre– CIpicios de mil o c10s mil pies de plofundidad, mientIas que la falda de :'a montaña se elevaba aún más sable nosabos Toda ella se cncontIaba 'levestida de lllju~
riante veg('t:wión, y aunque escasa de peñascos, ·-la salvaje grandeza de lus paisajes alpinos_ en cada vuel– ta la pcrspeetiva el a sublime lVIientl'as que suhíamos cuconh amos une s pocos inclios que no podían hahlar otra lengua que la Illopia, y llegando a la cumbre mi.
1 amus un la~timcl o espectáculo de los sel es hechos a la Íl• .lagen df" Djos: un indio borI3cho Se encontraba tendido en el su:?lo, con una hetida de machete en la cala y lcvolf'&ndose en su sangle; V una mujer eblia 1101 anclo SOhl e é! Nuesh os indios se pal al on y les ha-' lJJal on pero nasohos no pudimos entender lo que de_ dan Como ~ las tres de lá tarde salimos de las sc1vas y muy plonto di.visamos Totonicapán. a una glan c1is M tanda y mueho más ahajo de nosotl os, sobre una es– pléndida llanma con una alta meseta por dehás, una fila ele montaña.:; elevándose ele la meseta, e irguién_ dose sobre eUas el volcán de Quezaltenango La ciu– dad estaba extendida sobre un amplio espacio, y los
a~hatados techos de 1as caSas pa1ec{an una enOlme cu_ biCI La intell'Umpida únicamente por el cámpanario de la iglesia Descendimos la montaña hasta las lihelas de una heUllosa C'ouiente, a lo largo de la cual estaban unas indias hwar..do, y siguiéndola, entramos a la ciu-' eled. y nos (ltlÍ~jmos a caSa del conegidor, don José AZtnltia NuesÍ!o equipaje había llegado felizmente, y
a los pocos minutos. se plesentaron nuestros cliados a lccibirnos
Mucho podrta dedrse de Totonicapán como cabece la de un delJatt'lmeltto, y lodeada de montañas visi: bIes por todos lados desde la plaza, pela me detengo solamente para
1 ecordar un evento Desde un princi..; PlO, con las ('alias para los cOll'egidOl es, el pasapOl te de Callela, y la taIta del arzobispo, lluestta camino ha– bía sido una especie de mmcha triunfal; pero en este lugar nosah os comimos, es decir, tuvimos un banquete El JectOl d('b~ 1eCOldar que en Costa Rica prometí ya no molestar su atención sino una vez más lefhiéndome a tal incidente El n:omento ha llegado, y me conside– lia yo un ingrato si omitiera el menciollilrlo Nos ha bian tenido E'Spel ando tal vez dos hOl as y no habíamos comido nada en más de doce Habíamos subido pavo– losas monts.ñas, y a las seis de la tarde, plevia invita_ ción con manos y Calas limpias y vestidos de flac nos sentamos con el corregidor Los platos llegaban con l'e M gulalidad y pn correcta sucesión Los criados estaban bien ejE-lcitaQos, y nuesho anfitrión hacia los honores como si estuYicfI,e habituado a la misma cosa todos los días Pero para 11os0i1'os no era así Como Rittmas-ter Dugald Dalgetty, comíamos muy de prisa y duran– te un largo tiempo. según su plÍllcipio, juzgándolo co~
mo cJ debel de todo comandante de una fOl taleza, en
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