This is a SEO version of RC_1969_01_N100. Click here to view full version
« Previous Page Table of Contents Next Page »La casa se encontraba en completa confusión El em– pacaba sus libros y sus muebles prepalándose para dar cumplimiento a la orden del vicario Sus amigos consideraban que no le convendría ir a Guatemala,
po! que allá, decían: ellos, estaría a la vista de Carre– la, quien, en un lapto de cólera, podría herirle o ma– tarle por la calle Pero si no hacia el viaje, el vica– rio envialÍa a buscarlo con soldados, tal era _por ('n–
tonces el rigor de la disciplina eclesiástica. Ellos de– seaban que huyela del país y que se fuera con noSo– tros para México, pero no podría salir sin pasaporte de Guatemala, ql,J.e de segUIo no se 10 darían El he~
cho que ellos quisieran descargar sobre nosotros mas– baba el desamparo de su condición. Sus amigos creían que yo podría influir en su favor ante el vica– rio y me suplicaban que le escribiera relatándole los hechos tal como se conocían en todo Quezaltenango" Yo había determinado no intervenir en los asuntos públicos o privados de esta infortunada revolución, y aunque en este caso no hubiera vacilado en correr al– g(m 1 iesgo o molestia por sel vir al cura, si de tal mo–
do le pudiera hacer alg~n bien, conocia la suscepti– bilidad de los hombres en el poder y creía que tanto el vicario como el gobierno se resentirían par mi in~
tervención en el asunto ~é propuse, sin embargo, escribir a l..1n amigo mío, que yo sabía que cultivaba buenas relaciones con el vicario, suplicándole que en
mi nombre visitará a este diglP.atario y que lo pusiera ál tanto de todo lo ocurrido, sugiriéndole al mismo tiempo que debería enviar algún amigo para que ha–
blara personalmente con el vicalio. Ya de regreso a un país donde. hay gobierno y leyes,. se me hace I\lUY
dliÍcil comprender cómo pudo ser posible qu~, muy paco tiempo' antes, hubiera yo sido llamado eJ:l conse– Jo para la seguridad de un hombre del carácter y po– sición social del CUla. Relativall1ente los más respe~
tables clérigos en nuestra país no ocuparían un pue~
to tan elevado cQmo el que él ocupaba en Guatemala
A la mañana siguiente. se nos invitó para almor~
zar con otro amigo y confidente casi tan extr.anjer o coino yo, y era éste la anciana se,ñora que habia. en– viado al cura los cien dólares a que ya me he referi– do El plan ya estaba discutido y arreglado, y du~
ra'hte el curso del día, dos amigos tomaran a su car– go hacer el viaje a GuateIUalaen favor del cura Nosotros habíamos pensado en ascender al volcán de
Quezaltenango, pelO nuestro guía nos engañó En la mañana hicimos varias compras y preparativos para seguÍl nuestro viajé y, como una de las mulas tenía una gran matadula en el lamo, pedimos al goberna– dor que ,nos consig'Uiela algunos indios cargadores Par la tarde, en compañía del corregidor, visita– mos las fuentes termales de Almolonga El camino atraviesa por tina eshibación del volcán y desciende precipitadamente a un plofundo valle, en el cual, ca–
ma a una legua de distancia, se encu~ntran el pueblo y las fuentes de agua caliente Existe allí un 'buen balneario en donde no se nas permitió pagar la estan– cia, siendo considerados como huéspedes de la ciudad Muera, en un hermoso estanque l1atural, los indíos, hombres, mujeres y niños, se bañaban todas juntos Regresamos por otro camino cruzando un valle de extl aordinaria hermosura, siendo nuestro 'tema· de conversación la felicidad que se gozaría en este país si no fuera por las guerras y revoluciones Tan her~
maso coma él es, todos deseaban abandonarlo y lle– J{ar a una tierra donde la vida estuvierq ~atantizada:
México o Norte América Ya anochecía cuando re~
gl esamos¡ descendiendo par la .estribación del volcán,
'y encoQtramos varios cientos de indios qUe regresa~
han de las ceremonias de Semana Santa, en comple~
to estado de embriaguez En Cierto lugar, un hombre
'y una mujer, ésta con su niño en la espalda, se bam– boleaban tan cerca del borde 'de. un precipicio, que el corregidor, apeándose, otmó al niño en sus brazos, obli~
gándolos a regresal a la ciudad por delante de noso~
tros
Entre todos los lugares que visitamos
j
no hay uno tan dignp de conocerse y explorars~, tan original e interesante, exceptuando las ruinas,' cOIl)o Quezalte– nango Un mes cuando menos podría emplearse sa– tisfactoriamente examinando muchos objetos curiosas en los alrededores Botánicamente es la región más rica de Centro América; pero nosotros no teníamos tiempo ni siquiera para descansar
Pasé la noche escribiendo, 'empacando algunas co~
sas para enviarlas a Guatemala, entre otras, mi quet~
zal, que a pesar de eso nunca me llegó, y también es~
cribiendo cartas, una de ellas en favor del cura, en la cual, aunque cayera en malas manos, como yo ya ha·
bí~ d~terminado salir del país; 'me ex-presaba en no medidos términos de las atrocidades cometidas par Carrera.
CAPITULO 13
CONTINUAClON DEL VIAJE. - UNA LLANURA EN LA MONTAÑA. - PERDIDOS LOS QUlAS. - UN MOMENTO DE PRUEBA - AGUAS CALIENTES. - UNA ESPLENDIDA VISTA - lIfiNERAL DE ORO. _ SAN SEBASTIANO. ~ GUEGUETENANGO. - LA SIERRA lIIADRE.- UN ENORME ESQUELETO – LAS RUINA~. _ ESTRUCTURAS PIRAIIUDALES. - UNA nOVEDA - MONTICULOS ~ UN AGREGA– DO BIENVENIDO. - INTERIOR DE UN MONTICULO - VASIJAS _ ASCENCION A LA SIERRA MA-
l DRL. _ BUENA VISTA. ~ EL DESCENSO. _ TODOS SANTOS. - SAN MARTIN. - SAN ANDRES PE1'APAl'. .- EL INCENDIO DE UN BOSQUE - SUFRIMIl.NTOS DE LAS MULaS POR LOS ENJAM–
BRE DE MOSCAS. - SAN ANTONIO DE GUISTA.
Por la mañana temprano sé ensillatQll nuestl as mu– las para el Vlaje El gobernador y otro amigo del cura lltgaron a r,~cibll' instrucciones para la partida y em– prendieron la marcha para Guatemala Las indios con– tratados pur.~~ nnsotros ita aparecieron; y, deseosos de
aprovechal~ el día, cargamos las mulas y enviamos por dE'lante a -Juan y a Bobón con el equipaje Al paca ra_ to llegaron dos mujeres a decirnos que nuestros indios estaban presos Yo las acompañé para ver a dos o hes oficiales, y con mucLa dificultad y pérdida de tiempo dimos can el hombre que las tenía a su cargo, quien dijo que, sabienrJo que ya nosotros les habfamos ade– lantado parte' de su salario, y temiendo que comprasen aguardiente .., que faitasen, los había encen ado la no_
che anterior para que estuvieran listos, y que ya habia exphcado el ~l1otiVO de su arresto a uno de los criados del cura Fui YL con él a la prisión, pagué un chelín por. calla uno. par su hospedaje, y me los llevé al con~
vento Lo<:' pobres bombres no habían comido desde que lueroÍl encerrados, y, como de' costumbre, desea– ban ir a sus casas pnra provearse' de tortillas para el viaje Nosotros I¡O permitimos que se fueran, sino que les dirr~os C'inerG para que las compraran en la plaza, y retuvimos a las mujeres y sus chamarras como pren_ das je su regleso Pero nos aburrimos de esperar Mr Cathelwood_ recogió sus chamaITas y las puso atravesa– das en su s'-ma, c.)mo una garantía para que nos siguie ran, y emprendimos la marcha ..
62
This is a SEO version of RC_1969_01_N100. Click here to view full version
« Previous Page Table of Contents Next Page »