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« Previous Page Table of Contents Next Page »piedras separadas. cuyas junturas se muestl an en las líneas obscuras del glabado La escultura es perfec– ta y los caracteres y figuras están elalos y distintos
c~ la piedra A cada lado tienen hilel8S de jeroglffi– cos Los principales pelsonajes selán reconocidos al instante como los mismos que están replesentados en la tableta de la cruz Usan idéntico vestuario, pela aquí ambos parece que están haciendo oflendas Los dos personajes se hallan de pie sobre las espaldas de sel es humanos, uno de los cuales se sostiene a sí mis– mo con las manos y rodillas, y el otro patece aplasta– do sobre el suelo por el peso En medio de ellos, al pie de la tableta, hay dos figuras sentadas, con las pier– nas Cl uzadas, una reforzándose a sí misma con la mano del echa sobre el suelo, y con la izquierda sosteniendo una mesa cuadrada; la actitud y acción de la otra es la misma, excepto que está en orden invelso La mesa también descansa sobre sus nucas encOl vadas, y sus contraidos 10SO'OS pueden quizá ser considerados como expresión de pena y sufrimiento Ambos están vesti– dos con pieles de leopal do Sobre esta mesa descan– san dos bastones cI:uzados, con el extremo superior ri– camente Ol namentado. y sosteniendo lo que parece una hOll'ible máscara, con los ojos muy dilatados Y la lengua colgándole hacia fuera Este palece ser el ob– jeto al cual hacen (lfrendas los plincipales pelsOl~.ajes
Las pilastras a cada lado de la entrada contienen una tableta de piedra, con figuras esculpidas en bajo relieve, las que están replesentadas en los siguientes glabados, (Figs Nos 30 y 31) Estas tabletas, no obstan te, han sido removidas desde su lugar hasta el pueblo, y colocadas en la pared de una casa corno adornos Ellas fuelon los plimeros objetos que nosotros vimos y los t'dtimos que Mr Catheryood dibujó La casa pertene– cía a dos hermanas que tenian una idea exagerada del valor de estas tabletas; y, aunque siempre agradadas de que llegáramos a verlas, se Opusiclon a que fuelan contadas Solamente obtuvimos el permiso plometién– do-les una copia para ellas también, la cual, no obstan– tete, MI' Catherwood, cansado por el constante traba– jo se vió imposibilitado enteramente de hacer Yo a– l r~nqué del libro de Del Río los dibujos de los mismos objetos, los cuales pensé que estando impresos les gus– tarían más; pero ellas habían examinado los dibujos dc MI' Cathel'wood conforme los hacía, y no quedaron del todo satisfechas con los substitutos Al momento que yo vi estas tabletas tuve la idea de comprarlas y lle– varlas a mi patria como una muestra de Palenque, pe– 10 pasó algún tiempo antes que me atreviera a mencio_ nar el asunto Ellas no podrían ser compradas sin la casa; pero eso no era un impedimento, porque a mí me gustaba también la casa Esto Se incluyó más tal de entre los objetos de otras ne.gociaciones que quedalon pendientes cuando salí de Palenque
Las dos figuras están de pie una fl ente a otra, la primera a mano derecha, mirando al espectador La nariz y los ojos están fuertemente marcados, pero en todo, el desarrollo no es tan extraño como para indical una 1 aza enteramente diferente de aquellas que son conocidas El tocado es curioso y complicado, consis– tiendo principalmente en hojas de plantas, con una gran flor cayéndole hacia abajo; y entre los ornamen_ tos se distinguen el pico y ojos de una ave, y una tor– tuga La capa es de piel de leopardo, y la figura tiene vuelos alrede<!or de las muñecas y tobillos
La segunda figura, de pie a la izquierda del espec– tador, tiene el mismo perfil que caracteriza a todas las otras en Palenque. Su tocado se compone de un pena– cho de plumas, en el cual se halla una ave con un pes– cado en el pico; y en diferentes partes. del tocado hay OtloS pescados La figura lleva una palatina ricamen_ te bordada y un ancho cinturón, con la cabeza de algún animal enfrente, sandalias y polainas: la mano derecha extendida en piadosa o suplicante posición, con la pal– ma hacia fuera Sobre las cabezas de estos misteriosos personajes hay tres cabalísticos jerogllficos.
Nosotros consideramos el Olatorio o altar como ]a porción más interesante de las ruinas de Palenque; y a efecto de que el lector pueda comprenderlo en todos sus detalles, se pJ'esenta la fígUla No 32. que muestra c1alamente todas las combinaciones de la en–
tI ada, con sus ornamentos rotos y las tabletas a cada lado: ya dentlo de la entrada se ve la gran tableta so– l>le el fondo del fimo interior El lector se fOlmará por ella alguna idea del conjunto, y de su efecto sobre el extranjero, cuando, al trepar por la del1'uida estruc– tura piramidal, en el umbral de la puel ta se le pre– senta esta escella Nosobos no pudimos sino conside_ rarlo como un lugar santo, dedicado a los dioses y consagrado por los litos religiosos de un perdid~ y desconocido pueblo Comparativamente la mano del tiempo lo ha perdonado y la gran tableb, sobrevivien– do a la 1 uina causada por los elementos, se encuentl a pelfecta y entera Solitario, desierto, y sin ningunos
a~OladOles en su altar, las figuras y caracteles se dis_ tmgl:len como cu~ndo el pueblo que lo eligió subia a
1 endll' su adoraCIón ante él Para nosotros esto era todo un mistelio; silencioso y desafiando la más escu_ dliñadora Jn.!1ada y alcance de la inteligencia Ni aUn
~festros amIgos los padres pudieron deducir nada de
Celcano a éste, sobre la cúspide de otra estl'uctu– la phamidal, estaba otro edificio enteramente en 1 ui–
na.s, el que aparentemente había sido destrozado y de,– rlIbad? por un temblor de tierra Las piedras estaban e.spa,rcldas al lado de la pirámide, y era imposible ni SIqUIera levantar el plano horizontal
Reglesando hasta el:tio 1 y prosiguiendo hacia el Sur, a una distancia de mil quinientos pies y soh} e una estructura piramidal de cien pies de eleva'ción des_ de la orilla del río, se encuentra otro edificio marcado
e~ el plano con el No 4, de veinte pies de Ílente por dIez y ocho de fondo, pero desgl aciadamente en una derruida condición El muro del frente se hallaba to– talmente caído, dejando enteramente expuesto el co–
1'1 edO! externo Dando frente a la puerta y pegado al muro de atrás del corredor de adentro, h~bfa un gran ornamento de estuco representando una figura senta– da en un sillón de descanso; pero una gran pal te se había caído o sido separada y llevada a otro lugar El cllel po del sillón, con patas de tigre, es todo cuanto ahora queda El perfil de dos cabezas de tigre y del personaje sentado se distingue en el mUlO La pérdi– da o destrucción de ~ste ornamento es más de lamen_ tar, pues por los restos parece haber sido superior en su ejecución a cualquier otro relieve de estuvo en Pa_ lenque El cuerpo de la silla eslá completo, y la pier– na y el pie que penden a un lado son elegantes ejem_ plares de arte y modelos para estudio, La plancha del frente, (fig N9 33), representa este relieve, y también un plano, una sección y la vIsta general del edilicio Ya he dado ahora. sin especulación ni comentario, una completa descripción de las ruinas de Palenque Repito lo que dije en el principio: que ahí pueden ha_ ber más edificios, pero, después de un minucioso exa– men de los vagos informes que corren en el pueblo, quedamos convencidos que ninguno más ha sido nunca descubielio; y por las repetidas preguntas a los indios que han atravesado la selva en todas direcciones duran· te la estación seca, nos vemos obligados a creer que no existen más Toda la extensión de terreno cubia to por los hasta ahora conocidos, según aparece en el plano, no es mayor que nuestro Parque O Battery Al expo– ner este hecho estoy muy lejos de querer disminuir la impOltancia o interés del asunto Yo emito nuestra o– pinión, con los fundamentos de ella, y el lector juzga– rá por sí mismo hasta dónde estos son dignos de con– sidelación Debo agregar, empero, que, considerando el espacio actualmente ocupado por las ruinas como el sitio de los pala.cios, templos y edificios públicos, y su– poniendo que las casas de los habitantes hayan sido, como las de los egipcios y de la pre!;lente raza de in-
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