Page 141 - RC_1969_01_N100

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lleza del pueblo, cuyo reuato había tomado MI' Vial– deck pala embellecer su plOyectada obra sobre Palen– que Su carrera, como a menudo acontece con las be– llezas de la aristoclacia, fué corta, brillante y poco fe– liz Se había casado con un joven indio, quien la a– bandonó y se fué a otro pueblo Ignorante, inocente e inconsciente del mal, la persuadieron a que Se casara con oh o, languidecía y murió El cm tejo fúnebre pa– só por nuestra puerta Conducían el cuel po en unas andas sin ataúd, con un vestido blanco de algodón, con

1m chal sable la cabeza, y seguido por un escaso acom– pañamiento de mujeres y niños solamente l\'le agre– gué al lado de él y oí decir a una de ellas: Hbuen cris– tiano, que asiste 'al enHeno de una pobl'e mujer" Las andas fuelon colocadas junto a la fosa, y al levantar el cuerpo, la cabeza se le volteó hacia un lado, y. los J)lnzos le quedaron colgando; la fosa era demaslado carla y al depositar el cadáver denno de ella se quedó con las piernas encogidas Su rostro estaba flaco y desmecl1 a<1o, pero la boca tenía una dulzura de expr~­

s16n que parecía decir que había muerto c0!l la 50n11–

sa del perdón pala quien le habia hecbo da~o Yo no poelía quitar la vista de su plácido pero apesadumbla– do semblante, y era tan tierna S\1 explesión que casi pude haber deuamado lágrimas Joven, hermosa, sen_ cilla e inocente, abandonada Y ll.lUerta, sin un solo do– liente ante su tumba . Todos parecían pensar que ella estaba mejor muerta; era pobr-e y no podí.a sosten~rse

a sí ínisma Los hombres ~e fueron, las mUleles y mfios con sus manos rasparon la tierra pala,ecbarla sable ,el cuelpo Fué cubliéndose gra:dual y len.tamente, aun. se le veían los pies, y por últ!mo todp qued6. se~ultado

menos el rostro Una pequena porclóll de tiena lodo S3 le cayó en uno de los ojos, y otra en su ~lulce.v son– tiente boca, cambiándole toda la e:xpresiónen up mo....:. mento, la muerte ahora estaba cub~el ta c;le ~en 01' Las mujeles se detuvieron a cowentar el cambIO, el lodo cavó hasta cubrirle todo el rostro me~los la nariz, y por clus o hes momentos sólo ésta fué visible Otta eS– cobillada la cubrió y quedó sepultada ia ,muchacha El lectOl me lo perdonará, siento decir que si hubiera sido fea, yo, quizás, la habría co.nsiderado como el caso co– rtiente de IDla mujer desdeñada pOI Sl\, marido] pero

~u dulce rostro hablando q.esde la turnqa Pl'OdUC13 una impresión que todavía hoyes difícil de ~.,=)l rar PelO volvamos a las cosas de mi incumbencia Te– níamos otra larga jornada flt!i1te a nosotros Nuesbo siguiente movimiento era hacia Yucatán Dada la con– dición de Mr Catberwood yo tenía glan teT!1or de que él no fuera capaz de cumplir lo que nos proponíamos; más, en todo caso, era necesario bajar hasta 13 ornIa del mar Había dos rutas, ya sea por Tabasco o por la Laguna hasta Campeche, Y de nuevo ]a gue1l3 nos hacía frente Tanto Tabasco como Campeche estaban sitiados por los libelales 0, como se les llamaba, por los revolucionarios La primera ruta requería tres dlas de viaje por tierra, la segunda un dla corto; y co– mo MI' e no se hallaba apto para montar, nos decidi_ mos por ésta En el intervalo, mientras agual dábamos su restablecimiento, y, pata no enmohecel'me y ser del todo inútil cuando regresara a la patria, emprendí otra apelacIón, a saber: la compra de la ciudad de Palen– que Estoy obligado a decir, no obstante, que yo no tuve el arrojo suficiente para iniciar esto, sino que cai en ello accidentalmente, en una Jarga conversación con el pl efecto acé. ca de la fertilidad del terreno, de la ba_ ratura de la tierra, de su vecindad a la orilla del mar y a los Estados Unidos, y de la fácil comunicación con Nueva York El me contó que un comerciante de Ta– basco, que había visitado el lugar, habia propuesto comprar un terreno y establecer una colonia de emi– grados, pero que se habla ido y que jamás volvió A–

ñadió, que durante dos años había tenido en sus manos una 01 den del gobierno del Estado de ChIapas, al qne ]a legión pertenecía, para la venta de toda la tierra de

su vecindad que se encontrase bajo ciertos limites, pe–

lO que no hubo compradores y que jamás se hicieron ventas Al preguntarle supe que esta orden, en sus condiciones, incluía el terreno ocupado pOI la ciudad en ruinas Ninguna excepción cualquiera que fuese se hacía en favor de ella El me enseñó la orden. la cual era impel ativa; y dijo que si alguna excepción se hu~

biela plopuesto, debelfa haber sido explesado así; pol consiguiente él se consideraba obligado a lecibir oferta por cualquier pOlción del teueno La venta debclia hacelse por avalúo, el intelesado nombraría una per– sona, el pI efecto otra, y, al ser necesario, estas dos nombralían una tClcela; y la solicitud, con el precio fijado y los linderos, debelia sel env"iada a Ciudad Rea1 para la aprobación del gobeloadOl y pala que se hicie~

1 a la escütura

El ten eno que contenía las ruinas se componia de lnás o menos seis mil acres de buena tiell a, el cual, según la apleciación cOlriellte, costaría alrededor de mil quinientos dólares, y el prefecto dijo que éste no selÍa valuado en un centavo más por motivo de las

1 uinas Inmediatamente resolví comprallas Yo com_ pondría el palacio y lepoblaria la antigua ciudad de Pa– lenque Pero surgía una dificultad: según las leyes de México, ningún extranjero podia complar tierras a menos que se casara ~on ,una hija del país Esto, di– dilo sea de paso, es un gral~ golpe de política: levantar el más poderoso atractivo .del país para desviar a los hombres de su natural fidelidad, y radic3110s en la tie– 11a, y esto es agarrarlos por el lado débil y vulnera~

ble; porque, ell'abundo, por paises e~traños, solitario y

sin amigos, golpeado y apaleado, sin quien se pl'eocupe por él, hay momentos en que una amable compañera puede aH aigar al extranjero en cualquier punto de la tie] 1'a Por· mis propias convicciones yo siempre me re– sistí a tales tendencias, peró :tampoco' antes me había visto en el caso en que el hacerlo reduu.dara dit ecta– mente en mi provecho, y la derl uida ciudad de Palen que era una prqpiedad muy 9igna de desearse El caso se plesentaba embarazoso y complicado La sociedad en Palenque era reducida, la señOIita de mayor edad no tenía más de catorce años, y la más linda mujer, que ya habia contribuido en sumo grado a nuesti.n felicidad (ella hacia nuestros pUlaS), ya era casada La casa que contenla las dos tabletas pertene– cía a una señora viuda y a una h~mana soltera, bien preddas, amables, y las dos como de cualenta años. La casa ela una de las más limpias del lugar A mi siem~

pí'e me gustaba visitarlas, y ya antes había pensado en que, si pasara un año en las ruinas, selÍa aelicioso po--– seer esta casa en el pueblo para recreo y visitas de o..... casión Con cualquiera de estas damas tomaría pose– si6n de la casa y de las dos tab1etas de piedr~; pero la dificultad consistía en que ellas eran dos, ambas igual– mente interesantes e igualmente intelesadas Soy eS– crupuloso en mencionar estas pequeñas circunstancias, para demostrar las dificultades que acompañaron cada paso de nuestra empresa en aquel pais Había una al~

telnativa, y esa era comprar bajo el nombre de alguna oha pelsona; pero yo no conocIa a ninguno en quien poder confiar Al fin, como quiera que sea, me acordé de Mr Russell, el cÓnsul americano en Laguna, que era casado con una señora espaÍÍo]a, y ya poseía grandes propiedades en el pais; y arreglé con el prefecto el ha_ cer la compl a en su nombre PawHng me acompañaría a Laguna, con el plop6sito de conseguir y de tener a la mano la evidencia de la cooperaci6n de MI' Russell y los fondos necesarios, e iba a actuar como mi agente en ledonde_ar la comR.ra El prefecto estaba personal_ mente ansioso de que se llevara a cabo. Los edificios, decía él, estaban rápidamente caminando hacia su des– trucción, y en unos cuantos años más serían montones de 1 uinas En aquel país éstas no serían apreciadas ni comprendidas, y él tenía el libelol deseo de que parti· cularmente las tabletas de jeroglíficos pudieran condu-

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