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vanta~10 dos veces y bajarlo con un luido sordo y pe–
sado Jamás presencié una escena más bI utal y 1 epug· nante El cuerpo del infante debe haber quedado con–
vel tido en átomos
Por la tal de los zancudos princ.ipialon sus opeJ a~
ciones Pawling y Juan plantaron palos en el suelo fuera del convento. y extendieron sábanas encima co–
mo mosquiteros, pelO vino la lluvia y los metió hacia dentro y pasamos oua noche infeliz Se podIía plC– guntar' cómo viven los habitantes Yo no puedo 1 ~s
ponder, Parece que suftían tanto como nosotros, pela en casa ellos podían tener comodidades que nosoU os no podíamos llevar viajando Pawling suflió tanto, y 0'1 ó tan telribles relatos de 10 que nos esperaba más abaJO,
que, en un impulso efe impetuosida~ ":t cólela, lesolvió no seguir más adelante Dada la <hflcultad e incerti_ dumbre de las comunicaciones, sin embalgo, yo sospe– ché fueltemente que.. en semeiante cas?, todos los pro– yectos en que él se hallaba comprometido saldlÍan mal
y teuddan que ser abandonad~s, ~'a que.yo no q:u euia incmrir en Jos gastos de enviar materiales, sUleto a dilaciones e incertidumbres, a no ser con encargo es– pecial y una vez más cambió de plopósito
N~ me quedaba m.ás que una despedida, y esa era
penosa El a el decir adiós a mi noble macho El me había llevado más de dos mil millas sabI e los peores caminos que jamás muja alguna haya aU'avesado Es–
taba amall'ado a la puetla del convento' mhó el equi_ paje, y aun su plopia silla, llevados a InanO y parecía tener el presentimiento que algo inusitado estaba suce– diendo Repetidas veces se me había solicitado que lo vendiela, mas ningún dinero me habia tentado Se en_
contraba en más triste condición que cuando llegamos
a Palenque Privado de malz y expuesto a terribles a_
guacelos, estaba veor que cuando tlabajaba dUla y co– mía todos los días, y en su lánguida condición parecía leprocharme el que me fuera y lo dejal a abandonado Le eché los brazos al cuello; sus ojos tenían una melan_ cólica eJl.-presión. y en aquel momento olvidó la cóle– tica punzada de la espuela Yo hice a un lado el re– cuerdo de IDla sacudida de sus lomos y los ineficaces intentos para repetirla, y recordamos solamente nues_ tros mutuos benévolos servicios y buen compañerismo Plobado y fiel compañero, ¿dónde estás ahOla? Lo de– ié, con atlas dos, amarrado a la puelta del convento. para que lo llevala el saclistán al pI efecto de Palen– que, a recoblarse de la debilitante influencia de las primeras lluvias, y a vagar sobre fértiles pI aderas. in– tocado por la brida o por la espuela, basta que yo 1 e_ glesara pala montarlo otra vez
CAPITULO 22
EL EMBARQUE - UN LLANO INUNDADO - EL mo CHICO - EL USUMASINTA --- EL RIO PALI_ SADA _ YUCATAN - MAS REVOLUCIONES - VISPERAS - EMBARQ!UE PARA LA LAGUNA - MA– TANDO CAIMANES - TREMENDAS TEMPES'rAD - BOCA CHICA - LAGUNA DE TERMINOS - LA
CALMA, SEGUIDA POR UNA TEMPESTAD - LLEGADA A LA LAGUNA.
A jos siete de: la mañana bajamos a la playa para embarcal nos Los barqueros a quienes el justicJa ha_ bia consultado, y por los que se había mostlado tan in–
flexible, elan su honorable persona Y oh? hombre, que, pensamos, sel ía contratado como el mas barato ayu– dante que él pudo encontrar ~n la aldea La canoa tueía más o menos cuarenta pIes de largo, con un
toldo como de doce pi~s en la popa, y cubiert,o con petate Todo el espaclo frente a este ela requerI– do por los barquelos,para manejal' la canoa. y, con to~
do nuestro equipaje bajo el toldo, nos quedaba muy ~s
becho lugar La aparente laguna en que nos moVla_ mos ela sólo un extenso llano inundado. cubierto de agua a una hondura de hes o cuatro pies, y el justicia
en la popa, Y su ayudante al flente. andando en el fo~
do de la canoa con palos apoyados a sus homblos,la lu–
cielon cruzar A las ocho ennamos a una angost.." y fangosa coniente, no más ancha que un canal, pela muy honda y con su curso en contra nuestra El palo con que la 'empujaban no pudo tocar el fondo, pero eS– taba bifurcado en un extremo, y manteniéndose al 1 i– mada a la orilla, el bogado!' o remero lo fijaba contra las ramas de los árboles que soblesalían por arriba y
la impulsaba, mientras el justicia. cuya pél tiga tenia un ludo galabato, lo aseguraba a otras ramas de ade_ lante y jalaba De este modo, sin otra vista más que las al baladas orillas, nos movimos lentamente a 10 lar–
go de la fangosa COl'1'iente. Al dar la vuelta a una pe– queil.a comba, súbitamente vimos en la orilla ocho ú
diez caimanes, algunos de ellos de veinte pies de largo, enOlmes, lloulbles monstruos. apropiados habitante& para tal corriente, y, considerando la ñagilidad de
nuesba pequeña embarcación, no eran vecinos muy deseables A medida que nos aproximábamos se zam_ bullían pesadamente dentro del agua, apazeciendo de vez en cuando en medio de la corriente, y la atravesa~
ban nadando o desaparecían. A las doce y media en_
tramos al Río Chico, que variaba desde doscientos a quinientos pies- de anchura, profundo, lodoso y muy lento, con arboladas riberas de impenetrable espesura
A las seis de la tarde entramos al gran Usumasinta de qUinientas a seiscientas yarda$ de ancho, uno de' los más majestuosos ríos en Centro América, que nace en– tre las montañas del Petén y desemboca en la Laguna de Términos
En este punto se juntan las tles provincias de Chiapas, Tabasco y Yucatán, y la unión de las aguas del Usumasinta y el Río Chico presenta un espec~
táculo singular, Desde que salimos de la extensión de
agua frente a las Playas fuimos subiendo la cOl'liente, mas 3hm a. siguiendo en la misma dirección y el uzan– do la línea de unión, salimos de la cOll'iente ascenden–
te del Rio Chico y entramos al fiujo descendente del
Usumasinta Moviéndonos hasta la mitad y mirando hacia allás vimos venü' juntos al Usumasinta y Río
Chico, y formando un ángulo no mayor de cualenta grados, el uno corriendo hacia arriba y el otro hacia abajo En medio de lo silvestre y Jo tranquilo de es_
te majestuoso 1 ío, y flotando en una pequeña canoa, el efecto era muy extraordinario; pelO la razón era obvia El Usumasinta, descendiendo rápidamente y
con inmensa fuelZa, rompía contra un saliente a.1leci.
fe hacia la izquierda de su curso; y, mientras el caudal plincipal se habría paso y se plecipitaba hacia el océa_ no, parte retrocedía en este ángulo agudo con tal ím– petu que formaba las corrientes que habíamos subido. e inundaba el llano de las Playas
Al presente. lejos de las riberas alholadas, con las pél tigas en descanso y flotando quietamente sobre el seno del noble Usumasinta. nuestra situación era placentera y excitante Un fuerte viento que soplaba río abajo ahuyentó a los zancudos. y no habia aglome– laciones de nubes que anunciaran lluvia Nosotros habíamos espelado hacer puerto por la noche. pelO la tal'de estaba tan cla¡Oa que decldimos continuar Des– graciadamente, nos vimos obligados a dejar el Usuma– sinta, y, como una hora después de anochecer, volvi– maso hacia el Norte en el Río Palísada Toda la in_
mensa planicie desde Palenque hasta el Golfo de Mé.
xico se encuentra interrumpida por ensenadas y co_
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