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« Previous Page Table of Contents Next Page »multitud de gentes que oflecían al mismo líempo una
oración
Durante las plimeras horas de la noche llegó un coneo con despachos para don Flancisco, comunicán– dole que 1IDa población que se había "pronunciado" en favor de los libelales, se había plommciado otra vez
pero en su contl a, lo que pareció dal.' mucha inquietud a él y a su esposa A las diez de la noche una pabu–
na almada llegó a recibir órdenes, y nosobos nos le– tilamos a lo que Illucho necesitábamos: una buena no– che de descanso
POi la mañana don Francisco, entre blomas y ve~
las nos contó de la inquietud que le habíamos dado a su esposa El español de Pawling, y el constant~ uso de modismos bien sabido que pel tenecíall a la clUdad de México habían excitado sus sospechas; decía ella
que: él no 'ela un americano, sino que mexicano de la capital y creía que eIa un espía de los centlalistas A
pD.wlin'g no le gustaba la imputación; estaba algo .mOl–
tificado por esta visible malea de la lalga ausenCIa de
su tiena y no del todo halagado de que se le tomara por mexi~ano Don Francisco se reía de ello, ~elo s.u señora se mostraba tan pertinaz, que, si no hubIera SI–
do por la aparente concor<;Iancia de que -ro
tenía, nece_ sidad del auxilio de algUIen que estuvIera pelfeeta~
mente familiarizado, CaD el idioma del .pais, yo cr,eo, que en el estado de apiensión y desco~la~a, Pawl~ng
habría pel<lido la inmunidad de su nacImIento, Y sIdo auestado como espía, .
Pasamos el día siguiente en tI anqulla holgazane–
1 ia y en hacer los arleglos pala, la continuación ~ de n\lesbo viaje y al otro día, eqUlpados por la s!::nOla con un fastudso sm. tido de plovisiones, y acampanados al lugar 1)01' don Francisco, nos embalcamos á bOl do de un bongo para la Laguna El bongo el a CO~lO de quince toneladas, de fondo I?lano, con dos mástlles y velas, y calgado con Dalo de tInte. La popa tenía cual_ teles movibles Unas cuantas llnglelas de, palo de tinte JlabÍan sido quitadas, y los cua~teles colocado~
encima como para abrigarnos de la llUVIa; una vela fue conveltida en toldo para plotegerl1:0s del sol, y en po– cos minutos nos alejaJnos de la aulla
'l'eniamos como pasajeros a dos jóve~es cel~boame
licanos del Petén ambos menores de v.cInte anos, que huían a causa dei predominio del palUdo de Carlela Viniendo, como venfamos, directamentE; de Centro A– mélica, nos llamamos unos ~ anos .palsanos. Pro,~to
observamos que el bongo tema una mfeliz' trlpulaClOl1 A.rriba los tripulantes se llamaban bogadores Oremeros, pelO aquí, como estaban a bord~ ~e un bongo con ve-; las, y bajaban hacia la costa, m31'ltl~a, se llamaban a SI
mismos marinel'os El patr~n o capItán era un hombre apacible inofensivo e inefIcaz, que plolongaba todas sus óld~nes a sus marinelos sin calzones con las con– ciÚadolas palablas de "Señales, háganme el fav01,n
Abajo de la población comenzaba una isla co~o de cuaba leguas de largo, a cuyo extremo, SO.bl~ tierra firme había un extenso claro y un estableclnllcnto a–
gricol~ con canoas echadas sobre el agua Todos los viajes áqui se hacen por el río y en canoas Desde es– te lugar ya no habia habitaciones; el río ela muy hon– do las oli11as densamente al baladas, con las 1amas extendiéndose por encima de las aguas
Muy plOmO llegamos a uJ;la palte del rio donde los caimanes parecían gozar de una impel turbable pose_ sión Algunos estaban calentándose al sol sobre ban– ('.05 de cieno, como troncos de madera flotantes, y en muchos lugares el río estaba punteado con sus cabe– zas El histOliador español dice que "Nadan con la ca_ beza fuera del agua embobándose con todo lo que ven y tlagándoselo, sea palo, piedra, o criatura viva, lo cual es la veldadera causa de sus piedras engullidas; y no que se sumerjan hasta el fondo, como algunos di–
cen, pues no tienen necesidad de hacerlo así ni les aglada tal cosa, pOlque son muy diestros Nadadores; pues la Cola les sirve como Timón, la Cabeza es la P103, y las Garras los Remos, siendo tan veloces como
pala captUlal nadando a cualquier ouo pez Un Quin– tal y medio de Pescado fresco ha sido hallado en el Cuajar de un Caimán, a más de lo que estaba digeIido; en oho había una india entera con sus Vestidos a
quien se había tragado el Día antelior, y oho Con 'un
par de Brazaletes de Ola, con Perlas, el Esmalte des– tI uido v disuelta una Parte de las Pellas, pela el 010 cabal"
Aquí ellos todavía mantenían su dominio Con fl e_ cuencia OCl1ll'Ían accidentes; y don Francisco nos lcfi_ lió que en la Palisada, un año antes, le habían quitado
a un homble una pierna de una mordida y que se ha–
bía ahogado Tres ele ellos estaban echados juntos a
la entrada de un liachuelo que desembocaba en el lío
El patlón nos contó que al final de Ja pasada estación seca, más de doscientos se habían contado en el lecho de un pantano vaciado por esta cOl'lÍente Los bar– quelos de valÍas bongos se metieron entl'e ellos con palos, estacas puntiagudas JO machetes, y mahu on ¿UJ i_
ba de sesenta El río mismo, descolOlido, con Ol illas cenagosas, y un ardiente sol batiendo sobre él, ein bas– tante feo; pero estos enormes y 1l0lribles monstruos,
ni pescado ni carne, lo hacian absolutamente l epug– nante Los barqueJ;os los llamagan enemigos. de los
clistiallos, con lo que querían decir enemigos del gé– nero humano En una canoa habrfa sido desagladable el pClturballos, pela en el bongo cogimos nuestras es– copetas y les hicimos una guerra sin piedad Un mons_ truo, de veinticinco o tteinta pies de lalgo, estaba sa– ble el blazo de un árbol gigantesco que se ploycctaba cumenta o cincuenta pies, con la parte baja cubíelta de agua, pela todo el caimán eIa visible Le aceIté iustamellte debajo de la Hnea blanca, desapaleció, y
COIl una tremenda convulsión, tiñendo de lOjO el agua
COn un circulo de sangl e, se tumbó sobre su espalda, muelto Un balquero y uno de los muchachos del Pe_ tén se metieron en una canoa para trael10 al costado del bongo La canoa e18 pequeña y se bamboleaba, y no hnbía avanzado cincuenta yardas cuando se fué de lado, se anegó, zozobró y arrojó a los dos al agua En ese momento había quizás veinte caimanes a la vista sobre las riberas y nadando en difelentes partes del
1 ío Nosotros no podíamos hacel nada p01 el hombre y el muchacho, y el viejo bongo, que antes apenas se movía, pal ecía avanzar hacia adelante con el propósi– to de dajarlos abandonados a su suerte A cada mo– mento aumentaba la distancia entre ellos y nosouos, y a bordo todo ela confusión; el patrón calmaha en ago– nía a los señores
l
y los señores, poniendo en tensión to– do sus nel vios, hicieron volver al viejo bongo hacia la orilla, y tlab310n los mástiles entre las lamas de los árboles que 10 mantuvielon inmóvil Entle tanto nues_ tros amigos en el agua no estaban ociosos El mozal– bete del Petén avanzó vigorosamente hacia la Olina, y lo vimos agarrarse a la rama de un árbol que Se plO– yectaba cincuenta pies sobre el agua, tan bajo que es_ taba al alcance de sus manos, se encaramó como un mono, y cOlrió a lo largo hasta la playa El marinero, teniendo la canoa pala sí, le volte6 el fondo hacia arri– ba, se puso a horcajadas y lem6 con las 111anos Los dos llegaron felizmente a bOldo, y, pasados los temo– res, el lance se consideró como una buena broma, Mientlas tanto nuestros mást.iles se habian haba– do de tal modo entre las ramas de los árboles, que qui– tamos algunos de nuestros miselables aparejos pala desenredarlos; pela al fin nos hallamos una vez más en medio lio y renovamos nuestra guerra conh;a los enemigos de los Clistianos El sol estaba tan ardiente que no pudimos permanecer fuera del toldo, pero los barquelos nos daban aviso cuando podíamos hacer un disparo Nuestro CU1SO a lo largo del río se lecorda_ 1 á como una desolación y azote Los viejos caimanes, como último precepto, enseñarán a las generaciones nacientes a mantener la cabeza bajo el agua cuando los bongos se aploximen Matamos quizá veinte, y otros estarán plobablemente en este momentos posa– dos en las riberas, con nuestras balas en el cuerpo, ad_
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