This is a SEO version of RC_1969_01_N100. Click here to view full version
« Previous Page Table of Contents Next Page »lcunión dc todas las fuelzas y enviar también las de la ciudad <:omo doscientos lanceros fuelon apaltados en la lllaza con una débil glitcría, bajo el mdiente sol, y yo 1 Cgl esé a la ca~a La comnoción se apaciguó, se calmó mi excitación y ya me lamentaba de no habel'
palOdo con E'l capitán cuando, para mi mayor sorp1 e_
sa, le vi 1egl esar y entl al' al patio en 1)1 ecipitado ga-
lope El motivo el a que por el camino pensó que me
había abandonado en el peliglo y que, Coluo compañe– lO de viaje, su obligación ela permanecer en mi com–
paiiÍ~ yo no pensaba de la misma manela, pero me sentl felIz de su regreso y montando, dejé a mi capital sujeta él 10 que pudiel a sucedel1e sin saber todavía si
pUl fin encontr~uía al gobielno q'ue buscaha
CAPITUl.O 4
CONTRIBUCIONES - EL BARRANCO DE GUARAnIAr~ _ EL VOI,CAN DE IZALCO - DEPREDACIO_ NES DE RASCON - ZONZONATE - NOTICIAS DE GUA'I'EMALA - CONTINUACION DEL VIAJE AGUlSALCO ~ APANECA - MONTAÑA DE AGUACHAPA - FUEGOS SUBTERRANEOS_
AGUACHAPA - DERROTA DE nrORAZAN - CONFUSION JI" TERROR
El capitán me había sugelido una idea con un ca– ballo que tería de lemuda, y yo había camInado uno
a un oficial del General Motazán, quien lo vendió
pOlque no enbaha al combate, recomendándolo como
más a propó!:1ito para alejar a su dueño de las balas
A dos leguas de distancia llegamos a la hacienda don_
de nuestros hombtes nos espclaban con el equipaje Estaba habitada por lU1 miserable viejo solitalio, que tenia un enonne bocio, enfclmedad muy común en to–
do el país, lo mismo que en las montaíías de Suiza
MienttM que nuestros hombles calgaban de nuevo las
UlulaS. OíUlOS el hopel de caballelía, ploducido por el galope de quince o yeinte lancelos que se detuvielon [rente al }lOl tón de la hacienda, y el jefe de ellos, un
moreno de a:;:pecto lt'spetable V sevclo, como de cua_
l enta años, ('on J anca voz llamó al viejo para que se
alistara v montala inmediatamente, diciéndole que ha.
hia negado 1:1 hora en que cada uno tenia la obligación de luchar por su paíria, que si antes 10 hubieran he~
cho así, sus propios ba! cos flof.aLÍnn sobre el Atlánti–
co v el Pacir'co y que abola no estarían a melced de los
v
extranjel os y de los enemigos Todo e1 discut'SO Cla magnífico y muy adecuado para una 1 eunión pa–
triótica dc un cnatlo de Julio, O pala una sesión polí. tica de bUllio; pela en boca de un hombre POclClOSO, bien montado, bien mmado y acompañado de lance_
lOS, no era un sonido muy grato pala los oídos "exhan~
jelos tl a los cuales sin duda iba dirigido En veldad, la enelgía del hombre ela para mi digna de lespcto,
pelO su expresión y maUelas excluían tada cOltcsfa, de modo que aunque nos mil aba como espel ando la lespuesta. nc le contestamos El anciano lespondió que él ela demasiado viejo para pelear, y entonces el
oficial le contestó: que ayndal8 pues a otlOS para que
fueran al combate contlibuyendo por lo menos con sus
bestias Como esto también 1 ezaba con nosoh'os. pro
cmamos apartar las r;uestras, quedando a la vista so~
lamente una infeliz mula, tan miselable como su due. ño, el anciano Este manifestó que esa el a todo lo que
poseía, y el (lUcial, buscando algún pletexto pala apo.
delalse de las. nuestras, le dijo que Se la entlegal3, a
lo que el vicio, lentamente y sin profelh una palab13,
la desató y In ll(~VÓ a la puelta dándosela a uno de los lancclos niÉ'nrlose ellos al recibir todo lo que el vic– jo poseía, piralon la mula con sus lanzas y siguieron galopaudo en busca de más conh ibuciones
Desgraciadamente siguielon pOi nuesllo camino y nosotros temíamos encontral nos con g¡ upos POl el
estilo hast.a llegar a Zonzonatc Esto nos hajo a la mente un aSl.mtu que nos daba mucha inquietud Como
el sel vicio de Colleos estaba POlO completo intenumpi_ do y nadie viajaha, a mí me hicielon portador de Cal– tas POI todo el camino, desde Nicaragua Había yo s1I– frido tanto por no recibh las cartas pala mí, que sen_ tía mucho gusto en sel vil' a todo aquel que me lo so~
licitaba. pela como habia sido u-atado con tanta since_ Lidad pOl.' el "partido" en San SalvadOl , tenía el pro· pósito de no sel un medio de comunicación para sus enemigos, de modo que siernl>l e tenía el cuidado <le
preguntal' si no contenían las cartas alguna infolma– ción tocante a la politica, no aceptándolas mientras no se me asegmara que no tlataban de tales asuntos Mu_
~has de ést~s ihan dil'igidas a MI' Chatfield y a altos mgleses reSIdentes en Guatemala Bastante odio ha– bia en contra de 1\11' Cha1.field. y la insolencia de es_ te hombre de apatiencia 1 ealn~ente 1 espetable nos da– ba una ligera idea de la e~asperación que 1 einaba en contI a de los extlanjeros en general, y como ellos es– taban identificados con la revolución hasta la dilec– ción misma podria exponernos a peUios con c1.t.alquiC't
banda de {miosos partidarios que nos enconnasen por el camino Si hubiera tenido OpOl tunidad las ha_
hria legtCSa(1.o a San Salvador No podíamos confiál.–
scla~; al viejo y nos pusimos a delibelal' si no selÍa me–
jOl leglesar y esperar la crisis en la capital; pelO no~
sottos pelseguíamos un objeto: enconirarnos lo más celca posible de la costa y quizá al alcance de algún
b31 ca, de modo que decidimos continuat Como a la
hOla divisamos a los del mismo gl upo, todos desmon_ tados, a alguna distancia del camino v f1ente a la puer– ta de una haciendo. gtande, con algünos de ellos deu–
ti o, pelo por fOJ tuna tan lejos, que aunque oímos que
nos hablaban, no pudimos entender lo que decían En
seguida y muy planto uescendimos pOi un paso mon– tañoso y desolado y entramos a El Bauanco de Guma_
n~al. estlecllo ~esfiladel'o con lados altísimos y perpen– c1lcula l es, CUblC1 tos con arbustos, floles si1vesb'es y
musgo; ceuado por encima con grandes ramas de ál–
boles que se el uzaban entre sí POl' ambos lados alriba de nuestlas cabezas Una glan cOl'liente intel'lumpida por tIoneos ele ál boles y enormes piedras. forzaba su camino 'Por el bm ranco Más o menos media legua del camino debla hacclse soble el lecho del anoyo con el agua a las lodillas de las mulas En cierto lugar
y hacia la dc!echa se precipitaba una helmosa cascada desde arlÍba y casi atIavesaba la barl'llc Un poco ntes del anochece1' encontramos a un vendedor de puel
COS
que habia acampado en un lecodo del bananco p81a pa–
sar la noche allí Tenia sus animales amarl ados a un ár_ bol y su muiel.' estaba preparando la Cena Cuando le contamos que por ahf andaba una escolta huscando ví– vel es, tembló por sus marranos Un poco después de a~
nochecer negamos a la hacienda de Gual amal Había allí mucho zacate, pero no teníamos quien lo fuel a a COl tal' El maYOl domo era un viejo V los mozos tenían: miedo a las culpbLas Por lo demás nos encontrába_ mos bien; teníamos camas de ruadel a PUl a dOllnÍl en
una pieza dividida por un tabique para el mayordomo y
su mujer
Autes de amanecer ya estábamos a caballo, cami– namos hasta las once, 1101'a en que llegamos a un pe_ queJio pueblo pal a que pacieran nuesh as mulas y pa– ra evitaln05 del calor del mediodía A las hes de la 1:ardC;' montamos nuevamente y ya entrando la noche oí aba vez los retumbos del volcán de Izaleo, que pare–
cían tl uenos lej3l1os. pasamos por su base y paramos en la misma casa donde yo había estado cuando visité el volcán El lugar se encontraba en completa anarqufa
23
This is a SEO version of RC_1969_01_N100. Click here to view full version
« Previous Page Table of Contents Next Page »