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« Previous Page Table of Contents Next Page »equipaje, siendo lcpelido hacia la plaza con példida de hescientos mosquetes, cuatrocientos hombles en_
he muertos, heridos y prisioneros, y todo su bagaje
A las diez dE' la mañana toda su fueLZa estaba acona– Iafla en la plaza, rodeada por una inmensa masa de
soldddos indios Que hacían fuego sable ella desde todas las esquinas MOlazán, mientras tanto, defendiéndose con los parapetos y haciendo fuego desde los techos de las casas, hostigó al enemigo cuanto pudo
En tan rUfÍcil situación, Morazán tuvo tiempo pal a leflexionar Un año antes se le había lecibido con repiques de campanas, salvas de artillería, VítOlCS y díputaciones de agl adecidos ciudadanos, que lo consi_ deraban como el único hombre capaz; de defcndel10s de Canela y de la destrucción Entre los pocos ciu– daddnos blancos que había en la plaza cuando entraloll los soldados, estaba un joven que fué tomado prisio– nero y traíc1.o a Morazán Este le conocía pelsonal_ mente y le 'preguntó por valios de sus antiguos palO_ dalÍos, citando sus nombres e inquiriendo por qué no acudían a leunírsele ahora El joven respondió que ninguno había llegado, por lo que Morazán y sus ofi_ ciales palecie-ron contrariados No hay duda que ellos esperaban un levantamiento de todos los eíucta– dadanos y otra vez ser saludados como sus libel tado–
1 es de Can el a En San Salvador yo oí decir que él
había lecibido urgentes solicitudes pidiéndole que lle_ gara, pelO ahOla no había ninguna manifes~acíón de tal deseo, al contrario, por todas paltes se Ola ellon_ ca grito de "¡MUela el tirano!", "¡Muera el General Morazán!" Los sentimientos populales habían SUfli~
do una completa hansfOlmación, o quizá estalÍan apa– gados por h8 mmensas masas de indios que habían llegado de tedos los pueblos circunvecinos en' defensa de la ciudad
Poco a poco el combate se fué debilitando y a las doce del día terminó pOI completo, quedando la plaza sembrada de cadáveles, las calles obstluidas por den– sas masas Y en las esquinas de la plaza, los soldados haciendo escarnio y befa de l\10razán y de sus tropas El fuego te-rminó por falta de municiones, pues los al– macenes de Can el a habían quedado en podel de Mo– razán, y Canela, en su afán de lenovar el ataque, se dedicó a hacer cartuchos con sus propi,as man~s, . La lesid(2nóa de Mr Hall, el vice_consul brItam– co quedaba a un lado de la plaza. Mr chatfield, el
có~sul geneial, estaba en Escuintla, c~~o a doc~ le– guas de distancia, cuando lecibió la noüc~a. d.e, la Inva_ sión de 1\101 azán Montó su caballo, se dluglO y ~mar
baló la bandela inglesa en casa de Mr Hall, slendo para las tropas de lVIorazán el objeto más v:isible en la plaza Cf.ll'lel'a mismo no era tan aborreclble para ellos como Mi Chatfield Un piquete de soldados fué colocado SObl e el techo de la casa, dominando la pla– za 1J01' un lado y el patio por el oh o Orellana, .el an– tiguo Ministro de la Guerla, estaba soble el teJado y dió un tajo para cortm el asta con su espada, pero d~
sistió de su emueño cuando le dijelon desde el patIO que ela la casa' del .vic~_cónsul A la caída. del sol, la inmensa masa de mdlos que llenaban la cmdad, .a– rrodillándose, entonaron la Salve o himno de la Vu– gen Olellana, con otlos .de los oficiales de l\1ora z án, había bajado ha~ta el patIo y estaban en eSe momen_ to tomando chocolate en casa de 1\11' Hall. La esposa de éste que elR una dama española de la ciudad, pre– guntó ~ Ore11a11a por qué él no se anodillaba; a lo que contestó en blorna, que por temor a sus pi opios sol_ dados que estahan en el techo; quienes le podían ta– mal por un cachul'eco y matalle; pelo se dijo que a MOluzán el estl nendo de este inmenso COlO de voces le atelló haciéndole complender la enOlffie fuerza leU– nida pala destruirlo, y que por primera vez manifestó que se daba cuenta del inmenso peliglO en que se en_ contlaba El re2'O fué seguido de un fOlmidable gri– to de H¡Viva la Religión! ¡Viva Carrela! y ¡l\1uela el Genelal MO!lazán!" y el fuego comenzó más nutLido que antes, cont~nuando sin intell'upción dmante va-
lias hOl as A' as dos de la mañana MOl azán hizo un desespclado <:sfueLZo por ablÍlse paso y salh de la plaza, pelo fué
! echazado hasta más allá de sus para– petos La p!aza estaba sembrada de cadáveres Cua– l enta de sus mns antiguos oficiales y su hijo mayOl fuclon mueltos, a las tres de la mañana colocó tles– cientos hombles en hes de las esquinas de la plaza les ordenó hacer un vivo fuego concentró todas sus Úl€l– zas sable la pila y, mientra~ la atención estaba dirigi– da hacia este punto, salió lepentinamente por el otro lado abandonándolos a su suel te Así lo dijo el Pal– te Oficial de Guatemala al dar cuenta de la batalla –
POl supuesto nada de esto oí yo decir en Aguachapa– y de ser cierto, sería un borrón en el caráctel de 1V10–
1 azán como sold1Xdo y como hombre Escapó de la ciu– dad con quinientos hombres, y scmblando el camino con he! idos y C0n muertos, a l~s doce del día llegó a
l~ Antigua Allí se le impelía a declarar la ley mal– clUl.y hacer un nuevo ataque a la ciudad, pelO él res_ pondió "No, ya se ha dell'amado mucha sangle" Se dirigió al cabildo y se dice que escribió una cal ta a Canela lecomelldándole misericoldia para los plisio– nelOS. El Barón Mahelin, cónsul genelal de Francia, me iefirió una anécdota, que sin embargo, parece im– probable que Morazán, poniendo su guante sable la mesa, le encargó al alcalde que lo presentara a Cane_
1 a en señal de 1esafío. explicándole su significado De allí continuó su retirada por la costa hasta nuesbo en– cuentro en Aguachapa
Enhe tanto.> las tlopas de Canera se 8IlojalOll a la plaza con Uha tremenda descarga de mosquetería en señal de iúbilo, disparando sus almas al aire has~
ta el amanecer Entonces plincipió la busca de fugi_ tivos y los asestnatos El coronel Alias, que Se en– contraba herido y con un ojo fuela de la órbita, fué matado a bayonetazos A Pérez lo mataron de un ti! o
.Mallscal, qüe estaba escondido en catedral, fué extrai_
do y fusilado en seglJ-ida Padilla, e hijo de la viuda de Aguachapa
j
fué m&tado a bayonetazos, mienhas su– plicaba a un su conpcido centralista que lo salvala Los infelices fugitivos fuelon llevados a ]a plaza en gl upos de dos, de tres, de cinco o diez al mismo tiem_ po y Carlera señalaba con su dedo a éste o aquél pa– la que fueran fusilagos, 10 cual hacían inmediatamen– te, apartándolos a unos pocos pasos El Mayor José Viela y varios de los soldados que se encontraban so– bre el techo de la casa de Mr Hall, baialon al patio y Cauela los mandó sacar Viela estaba tomando cho– colate con su familia y le entregó a la señola de MI
Hall una bolsa con doblones y una pistola pala que se los guardala Todos fueron enttegados, pidiendo pa– la ellos miselic01dia, muy particularmente con les_ pedo a VieIa; pelO a los pocos momentos llegó lVI1
Skinner a la casa y dijo que él había visto el cadáver de Viela en la plaza. Mr Hall se resistía a darle cré– dito y dió la vuelta a la esquina, encontl ándole a po– cos pasos de SI!. propia puerta tendido boca abajo, mUCl to En estD terrible escena de asesinatos, el Pa–
dlé Zezeña, un pobre y humilde saceldote, expuso su plopla vida POl,' salvar a sus plójimos. Cayó de lodi_ nas ante Canela implOlando peldón para los infe1i~
ces plisionelos C'xc1amando "son ctistianos como no~
sohos"; y fuelon tantos sus luegos que al fin induje_ lon a Canera a desi':'til de sus asesinatos, enviando a los desventmados cautivos a la plisión
Can era y sus indios soportalOn todos los peliglos y tuvieron toda la glO1ia de la c{efellsa de la ciudad
Los ciudadanos, que COl rían el mayor peligro, no to– maron Pal te en la lucha Los miembros del gobielno más complometidos huyelon o permanecielon escon– didos en sus casas SelÍa muy. difícil analizar los pen– samientos de estas pelsonas al salir a la calle y con– templar las escenas de honor, viendo por el suelo los bien conocidos rosbos y mutilados cuerpos de los prin_ cipales líderes oel partido libelal Selltíanse liblados de un inmenso daño, manifestándolo así el gobielno centtal en su boletín oficial encabezado "¡Eterna glo-
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