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« Previous Page Table of Contents Next Page »se habían empobrecido por las convulsiones del país, y que, de todas maneIaS, no me podría dar una res_ puesta silla hasta que SUs hermanos 1egresaran, a quienes espel aba denho de dos o hes días Ploba– blcmentc antes de la 1cfelida treta especulativa, los ducílos hablÍall sido felices de vender todo el tell'e~
no, l:onsistente en más de cincuenta mil acr es, con t.odo
lo que hay e1:'. ét, conocido y pOl' conocer, llar unos po–
cos miles de dólar es Yo estaba ansioso de visitarlas peI sonalmel1te, y de estudiar con más cel teza la posi-
bilidad de su 1e1110ClOn, pela tuve miedo de aumentar la exü avagancia de sus ideas Sus hel manos no lle– galon, y uno di" ellos desgraciadamente murió en el camino Yo no tenía al gobielllO como pagadol, ha–
blÍa sido necesario elevar el pI eeio por motivo de los gastos de ilaslado; y les dejé una ofelia por medio ele Mr Sava¿e, cuyo lesultado todavía estaba dudoso; pelO confío en que, cuando estas lJáginas lleguen a
manos del lectol, dos de los más glandes monumen– íos se hallarbr en camino pala esta ciudad
CAPITU!.© 3
RECEPCION EN LA CASA DEL GOBIERNO. - El, CAPITAN EN AFLICCIONES - CAMBIO DE CA– RACTER. - ARREGLOS PARA EL VIA.TE A PALENQUE. - ARRESTO DEL CAPJ¡rAN. - SU LI– BERTAD. - LA VISITA DE UN PAISANO. - PELiGROS EN PERSPECTIVA. - ULTIMO PASEO POR LOS ARRABALES. - EL HOSPITAL Y EL CEMENTERIO DE SAN JUAN DE DIOS. - HORROROSA CONDICION DEL PAIS - ULTmIA ENTREVISTA CON CARRERA. _ PARTIDA DE GUATEMALA. - UN DON QUIXOTE _ CIUDAD VIEJA - LLANO DE EL VIEJO. - VOLCANES, LLANURAS Y
PUEBLOS. - SAN ANDRES ISAPA. - CAMINO PELIGROSO. - UN MOLINO
Al día siguiente hice una vistta al Jefe del Es–
tado Esta vez no era cuestión de presentar creden– ciales, y fui recibido por él y por todos los caballe~
lOS de su compañía sin ninguna desconfianza o Ie– celo, y más como a uno identificado con ellos en sentimientos e intereses que como un agente extran– jero. Yo habfa conocido más de su país que nin– guno de los presentes, y hablé de su extraordinalia belleza y fertilidad, de sus volcanes y montañas, del gran canal que podlÍa hacel'lo conocido de todo el mundo civilizado y de sus inmensos recursos, si ellos dejaran descansal la espada y se mantuvielan en paz unos con ob os .
Algunas de las observaciones en estas páginas tal vez se considelen ásperas y una pobre recompensa por la benevolencia que se me manifestó Mis pre-' dilecciones estaban en favor del partido libelal, no sólo porque ellos sostenían la fede18ción sino porque me daban la espelanza de un gobierno; pero yo siento un tierno afecto hacia, ITIuchos de los plincipales miembros del partido central Si hablo con dureza es de su actuación pública y política solamente; ~'
si los he ofendido; lo siento mucho
Al salir de ]a Casa del Gobierno, un caballelo
me siguió, y preguntóme quién era eSe capitán que
me ha.bía acompañado, añadiendo, lo que me sor~
prendió no poco, que el gobierno tenía in(Ol mes oc
su viaje conmigo desde La Unión, de su intención
de junt31se- a la expedición de MOlazán, y de su cam~
bio de mÍla a consecuencia de encontrarlo d~ll'otado
en el camino; que aún no había sido molestado so~
lamente porque habia estado en mi casa Yo me inquieté por esta comunicación Me enconhaba ex.... puesto a la imputación de aprovecharme de mi ca~
ráctcr ofícíal pala abrigar a un guerrillero Yo ela el único amigo que tenía el capitán, y, por supuesto, estaba lcsuelto a defenderlo; pero él no era única""" mente objeto de sospechas, sino que ya tenían prue~
bas en su conh a; pOl causas mucho menores se encalce1aba a los hombles y se les fusilaba; en caSO de un tumtüto, mi casa no sería una protección, el a mejor evitar cualquier agitación y tener tUl enten... elido al momento Con este plopósito regresé a don~
de el Jefe del Estado, y mencioné las circunstancias bajo l~s cuales habíamos viajado juntos, con el agle~
gado de que, con resJ?~cto a mí, yo hahría tomado a un mucho más dudosp compañero antes que viajar solo, y en cuanto al capitán, que si la suerte le hubieta al'l Diado a tierra sobre sus costas, sin duda habría entrado a la campaña al lado de ellos; que él 110 estaba en camino de tmirse a la expedición cuan– do enconhamos a Morazán, y le aseguré muy seria~
mente que ahora él complendfa mejor el abo lado de la cuestión y que yo respondía de su q.uietud Don Rivera Paz ...,-de eso me sentía yo bien seguro, estaba, más deseoso de calmar que de crear cualquie) agU,ación en la ciudad~ recibió mi conversación en
el mejor espíritu posible, y dijo que el capitán ha– lía bien presentándose pe1sonalmente al gobieIno, Re~
glesé a mi casa y encontré al capitán solo, ya de ningún modo satisfecho con su cambio de fortuna Mi comunicación no le consoló, pelO ine acompañó a la Casa del Gobielno Difícilme'nte podía pe:¡;:sua.... dhme que él fuera el mismo hombre cuya resuelta apariencia en el camino, a menudo había hecho CU~
chichear a las mujeles "muy valiente"; y cuya reS– puesta a todas las insinuaciones de peliglo era, que el hombre no podía mOlir más que una vez De se– gUla, los soldados en el corredor se daban aires de insinuar que ellos le habían descubierto; los seño– res en la habitación le examinaba'n de pies a cabeza, como si tomaran notas pala dar aviso al público de
su pelsona, y sus miradas palecÍan indicar que 10
reconoce1ían cuando 10 encontraran otra vez Mon~
tado a caballo y con un campo favorable. el capitán hablÍa desafiado a toda la nobleza de Guatemala, pe–
lO se enconüaba con?-pletamente acobardado, habla~
ba solamente cuando .le dirigían la palabra y salió con menos descaro del que yo meía pOSible.
y ahOla de buenE!. gána dejaría yo al lector sen– tado, divirtiéndose tranquilamente en Guatemala; pe... ro no me es posible El lugar no lo pelmiJía No podía ~cu1tálGeme que el gobierno federal estaba des– hecho, no había ni el más leve indicio de su reS_ tauración, ni esperanza. a lo lnenos por largo tiempo, de que algún otro fuela olganizado en su lugar Ba– jo estas circunstancias no considelaba justificada mi pelmanencía por más tiempo én el país. Yo ela per– fectamente inútil pal a todos los propósitos de mi mi– sión, e hice un inrOlme oficial para las autOlidades de Washington que decía. "Después de diligentes pes– quisR's ningún gobiel1lO hallado"
Yá ela yo una vez más mi propio amo, con li–
bel iad de ir a donde quisiera, a mis pIopias expen–
sas, e inmediatamente empezamos a hacer los ar1e– glos para nuestro viaje a PaJenque No t.eníamos ti0mpo que pelder; se :encontraba a mil millas de distancia, y la estación lluviosa Se aploximaba, du– 1ante la cual, parte del camino era intransitable No había en la ciudad nadie que hubiese hecho el viaje nunca El alzobispo. en su salida de Guatemala ocho años antes. había huido por ese camino, y desde esa época no había sido transitado por ningún 1esidente de Guatemala: pero nosotros supimos lo bastante pa~
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