Page 89 - RC_1969_01_N100

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eSlaba colocada sobre ella, que se mantenía cubiel ta

y que era mu\, saglada; él jamás la había visto y

el a evidente que no quelía que nosotros \a viésemos, no obstante nm. dijo que haría 10 posible por mos_ trárnosla cu::tndi.> 1 egresáramos de las ruinas Mandó a buscar un guia y nosotros salimos al atl io de la iglesla, y en tanto que Mr Catherwood procura.ba ha_ cer un diseño, yo subí las gradas El interlOr. era

elevado espacioso, ricamente ornamentado con lma_ genes estucadas y pinturas, tétrico y solemne, y a

lo lejos estaba el aHar mayor, alumbrado con gran_ des cirios encendidos y con indios ~rrodil1ados frente a él En la puel ta un hombre me detuvo, diciéndome que yo no debía entrar con espada ni con espuelas, y aún más' que debería quitarme las botas Yo lo hu_ hiel a he~hp así, pero observé que a los ~ndios no l~s

agladaba que un extlanjero entrara a su 19lesia ~V1­

dentemente p.l1os no estaban acostumbrados a la VIsta de los exn anjet os, y Mr Catherwood se encontraba tan disgustado con el gl upo que babL-'ln for.mado. ellos a' su ahededor que abal1~onó sU dibujo, y temlen~o

que todo esto fuela peor a nuestro regIeso. le diJe a don 8aturninn que debeliamos hacer un esfue~zo

pal a ver la piedra en ese momento Don Saturnmo guardaba un gra!i respeto !Jacia los sacerdotes y a la iglesia No era el un fanátICO, pelo creía que una po_

derosa influencia religiosa era provechosa para los indios Sin embargo dijo que debíamos verla, y

1egresamos todos juntos a casa del padre, y ~on Sa– tUlnmo le dIjo que nosobos estábamos anSlOSOS de ver la piedra al momento, para evitar demoras a nues_ tro regreso El pesado cuerpo del buen padre se sintió molesto Pidió otra vez la cal ta del provisor, la leyó hasta el fin salió al cor1edor y consultó con un, her_ mano casi tan viejo y lcdondo como él, Y por ultimo nOS dijo que aguarrlásemos en aquel cuarto y que él la traería Al salir. mandó a todos los Indios que estaban en el. patio, Unos cuarenta o cincuenta, que fueran al cabildo y diieran al alcalde que enviara el guía A los pocos minutos volvió, y abriendo col} algo de miedo los pliegues de su larga sotana saco a luz la piedra

Fuentes, hablando de la antigua ciudad dice: 'lHa_ cia el occidente de la ciudad hay un pequefto cerro <me la domina, sobre el cual existe un pequeño edi_ ficio redondü como de seis pies de altura. en medio del cual hay un pedestal formado de una substancia

hl U1ante oarecicla al vidrio, Pe! o cuya exacta calidad

no ha sido :tve!'iguada. Sentados alrededor de esta estructura los jueces oían y juzgaban las causas lle_ vadas ante ellos, V sus sentencias se ejecutaban en el mismo lugar Antes de ejecutarlas, sin embargo, era necesario que fuesen confirmadas por el oráculo, a cuyo fin tres de los iueces dejaban sus asientos y se

di,.i~ían hacia un profundo barranco, donde estaba un arlnratorio que contenía una piedra negra transparente, sobe cuya superficie se suponía que la deidad indL r.aha la suerte del criminal Si la decisión era apro–

h~da, la sentf'ncia se eiecutaba inmediatamente, si so– hle la niedra nada analecía. el acusado era nuesto en Fbertad Ec;te orár.ulo también se consultaba en los r.R.SOS de ~uell a El obispo Francisco Marroquín, ba– biendo tenid<' noticias de esta plancha, mandó C01_

t:ula a escuadra, y la consagró para ser colocada en– cima del altar mayor en la iglesia 'de Tecpán Guate_

m:tlJ=l Es un:.l piedra de sinl!Ular bp.Hp.za corno dp. IlnJ=l

yarda V media de caca lado" El "l\'¡odern TraveUer'J se refiere a ella como aun ejemplar intelesante del arte antie:uo": v en 1825 termina, C1podemos espelal, antes de mucho. recibir alguna más clara infol ma_ ción ne esta niE~dra oráculo"

El mundo -es decir, las dos clases en que un al1tol' 10 dividió una vez, de SUbSCliptOl eS y no subs_ Cl intores dp. su obra- el mundo que lea estas págL nns es deudor a don Saturnino de alguna infOlmaci6n nñ'r.;ona 1 La piedra e.c;taba envuelta v cosida en un pedazo de tela de algodón bien estirada, que parecía

~~·~.:e·-ol"·

cieltamente tan vieja como los heinta y cinco años que babía estado a cargo del cura, y probablemente era la misma cubierta en que fue envuelta cuando por pri.– mela vez la pusielon encima del altar Una o dos puntadas se le cortaron por en medio, y esto quizá

habría sino todo lo que viéramos, pero don Saturnino, con una contusa jerigonza de Uextraño, Cul ioso, sa–

glado, incomprensible, la carta del provisor. el roL

nistro de Nueva YOlk". &c. dejó ir su navaja, y el

buen anciano padre, dominado por la agitación y por su plopio pe~o, se hundl6 en su siBa, todavía soste_ niendo la pipdra en alto con ambas manos. Don Sa– tUlnino descClsió basta casi cortarle los dedos al buen viejo, sacó la sagrada taoleta, y dejó el saco en las manos del padle El padre era el vivo retrato del abandono de sí mismo, de la impotencia, de la angus– tia y del arrepentimiento Nos movimos hacia la luz,

v don Saturnino guiñando los ojos y con una cárnica formaUdad, col[rl.ó el miedo y el horror del padre ras_ pando la sagrada piedra con su navaja Esta plancha oráculo es un p'!dazo de pizarra común. de catorce por diez pulgadas V aproximadamente tan gruesa como las que usan los muchachos de escuela, sin caracteres de ninguna clase scbre ella Con una fuerte predilección

por ]0 mara\·illoso. y 1aspándola de la manera más

h reverente no pudimos sacar nada más de ella Don Saturnino se la devolvió al padre, y le dijo que haria mejor en ('o<;erJa y devolverla; y probablemente está ahora en su iUJ:Hu entima del altar mayor, con la copa sacramental SObl e ella. como un objeto de veneración para los fanáticos indios

Pelo la agi1 ación del padre destl UYÓ todo 10 que

había de cómico en la escena Repuesto de la emo_ ción, nos dijo cl,l!e no regresáramos por el pueblo; que había un camino directo pora la antigua ciudad, y

ocultando la tableta bajo la sotana, salió con paso fir_ me, y con una fuerte y segura voz, rápidamente, en

su pl'opio ininteligible dialecto, llamó a los indios para que llevaran nuestros caballos, y ordenó al guía que nos pusiera en el camino que conducía directamente hacia el molino' El temía que los indios llegaran a descubrir nucst~ o he<'ho sacrflego; y cuando miramos sus estúpidas caras, quedamos muv satisfechos de ir_ f.OS antes que tal descubrimiento se hiciese, regoci_ iados más ql1e el padre de poder regresar al molino sin pasar por In población

No tuvimos más (lue montar y ponernos en camino A milla y media de distancia llegamos al borde de

l1n inmp:nsCl ~ar"(anco Descendimos a él, yendo ade– lante don Saturnino' y al pie, en el otro lado. él se detuvo en un angosto pasadizo, apenas del ancho su_ fi",;p:'lte oal:t dar paso a una mllla Esta era la en_ trada para la antigua ciudad Era un sinuoso camino cortado en la falda de un barranco, de veinte o treinta ni es de Pl ofundidad, y no de bastante ancho para dos

~inetes apareados, y esto continuó hasta la elevada meseta donde estuvo la antigua ciudad de Patinamit Esta ciudad floreció con el en un tiempo poderoso reino de los indios kachiqueles Su nombre en su len_ gua, signüic:J .lla ciudad" También se le llamaba Tecpán Guatem~la. que, según Vásques, quiere decir Clla Casa Real ce Guatemala", Y él infiere que esta era ia capital dE los reyes kachiqueles; pero Fuentes supone que Tec}Ján Guatemala era el al senal del reino,

y no la 1 esidencia real, cuya honra nertenecía a Gua_ temala, y que la primera se llamaba así por su si_ tuación sobre una eminencia con respecto a la olra. signIficando "aniba" la palabra Tecpán

~pr!líll Fuentes, Patlnamit estaba situada sobre una eminc!1cia, ~r !."odeada por un profundo desfila–

d~ro o foso lIatnral. cuya altura \)erpendicu 1 ar. desde el nivel de la ciudad, era de más de cien brazas. La ímica entrada era por una an~osta calzada terminada l)or nos nuel tas com:truidas de piedra chav, una en la muralla pxterior y otra en la interior de la ciudad El plano de esl8 eminencia se extiende como a tres milias de lal'go de norte a SUf, y como a dos de an_

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