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« Previous Page Table of Contents Next Page »lado~ del hatl'ar~co el a11 de una inmensa elevación En un lugar raminamos a lo largo de una muralla per_ pendicular de piedra caliza que humeaba con espon_ tánea combustión
A las dote del día comenzamos la ascención del lado opuesto Como a media cuesta nos encontramos con otra lecua de mulas, con glandes cajas soble sus lomos lHecipitándose en la bajada de la t;mpinada cuesta Lleaalon hasta nosobos tan repentmamente que nuestra~ mulas de cal ga se conflUldieron entre ellas, regresaron y se precipitaron hacia abajo de la montaña NuestLos mozos loglarOn desenredallas y
nosobos seguimos subiendo pegados al muro A me–
dida que ascenéUamas, y~ celca de la .c.tnn~re y muy artiba de nosahos, habla 1 udas fOl hflcaClOnes que dominaban el c:lmino por donde subíamos habajosa_ mente Este era el puesto fronterizo de' Los Altos,
y la posición adóptada por el General Guzmán pal a lechazar la invasión de Carrera Parecía segUla la muelte de cualquier gLUpO de hombres que avanzase contL'a él; pero Can era envió un destacaméllto de in_ dios, que treparon el barranco por otro lugar, y lo atacalon per l'etagua\ dia Las fOl tificaciones fueron de– tri badas y quemadas demolidas las vallas divisorias
V Los A Itas :mexados'a Guatemala Aquí encontramos
a un indio quien confirmó 10 que los a~'IÍeros nos ha_ bían dich¿, que - el ramina pala Santiago Atitán, el lugar de lesidencia de los familiares de don S.atur..... nino era dE' cir co leguas, y exc~sivamente malo, y,
pala Jiblar del peliglo a nuestras mulas de equipaje, lesolvimos dpjallas en l~ aldea de Godines, como a una milla m6.s 3rt iba La aldea se componia de sólo tres o cuaba chozas enteramente d~soladas, allí no se veía a nadie Tuvimos miedo de confiar en nuestros mozos solamenb'; podían ser asaltados, o robarnos ellos mismos. además no tenían nada para comer Nos en_ conh ábamos ca~i al fI ente de la laguna de Atitán Era imposible, con las mulas !le carga, Ilegal a Santiago Atitán en ese dia, estaba situado sobre el borde íz"...
quierdo del lago. nuestro cami:no iba a la delecp.a,
y convenimo'5 en que don Saturnino seguiría solo, y
nosotros continuariamos nuestLo camino "directamente a Panachahel (PanaiacheJ), un pueplo a la orilla de_ recna opuesta " AUtlln, y que atravesaríamos la la– gun.a pal a h"cel1e una visita. Se nos informó que allá
había canoas con ese prop6sito, y nos despedimos de don SatUlnino con la confiada. esperanza de vClle oira vez al siguiente día en casa de sus parientes; pero ya nunca no~ volvimos a, encontrar
A las doo; ete la tai de salimos sobre la elevada me_
seta que limita ~a·laguna de Atitán En genelal me he abstenido de' intento de dar una idea del espléndido paisaje en medio del cual estábamos viajando, pela aquí el omitirlo selfa un pecado ·Desde una eleva– ción de tres o cuano mil pies miramos hacia abajo sobre una supe' ficie reluciente como una sábana de plata fundida, c:!"cundada de rocas y montañas de to_ da íOl ma, algunas estériles, y oh as cubiertas de vel_ dar, levantán-dose desde quinientos a cinco 'mil pies de
e.1evación Del lago opuesto, tendido sable la orilla de la la,;una. y 3-parentemente. innacc.esible -por tíell'3, estaba el pueblo de Santiago Atitán, hacia el cual nues_ tro amigo continuaba su camino, situado enhe dos in_ mensos volc:me!; de ocho a; diez· mil pies de elevaci6n Más lejos quedaba oho volcán, y todavía más allá oho, más elevarlo qw" todos, con su cima escondida enne las nubes No hay hechos histÓlicos enlazados con esta laguna; hasta últimamente nosouos no la cono--:– ciamos ni aun rle nomble, pero ambos estuvimos de acueldo en que aste el a el más espléndido espectáculo que habíamo5' vlc;to j~más Nos detuvimos y obsel va_ mos las nubes de vapor que cual vellones de lana se levantaban de la superficie, moviéndose hacla las mon_ taiías y haci~ las faldas de los volcanes Descendimos al principio por un rápido declive, y en seguida poco a poco una clistancia como de tres millas a lo lalgo
de la escalpada Olilla de la laguna, dejando a nuestla delecha el camino leal y el pueblo de San AndIés, llegando súbitamente al balde de la meseta, a dos
mil pies de elcvé),ci6n En la base habia un fé!tU lla_ no que se extendía hasta el agua; y al lado opuesto ono inmenso y perpendicular lado de la montaña, ele_ vándose a b. misma altura que aquella en que nos encontrábamos En medio del llano, escondido entle
el follaje, con la tone de la iglesia apenas vIsible, estaba el puebio de Panachahel Nuestra plimC;Ia visión de la laguna fp..e de ]0 más hermosa que habla– mos visto jamás. pelo esta la sobrepujaba Todos los leq"isitos de lo glande y de lo bello se e.nconuaban allí, montañas gigantescas, un valle de poética dulzura,
laguna y volcanE's, y desde la altura en que nosotros estábamos \lna cascada marcando una línea de plata hacia abai~ ele :::us faldas Un gl upo de indios, hom_ bies ~' mujetes, se:: movían en· fila d~fide .el pie de la montanQ. con dirección al pueblo. y se .~I,rab.an como niños El dpscenso era esc31pado y perpendicular, y,
al llegar a la llar.ura, la vist~ de los mUlOS de la. mon_ taña era .sublime A. medIda que av~pzáb3;mos el nano formaba un triángulo con su base sobre la la_
gima, las dos fiJas de montañas conver&ían en U11 pun– tó, y comunicaban pOI un es!J-:eeho desflladClo más allá con el pueblo de San .J\ndres
.....aminandó a traves de una espesa f~~)lest~ dl áL boles fl utAles Y de flores, cntramos a la pobla_ ción y a las tres de la tarde nos dirigimos al conv~~to,
El padte era un hombre jove.n, cura de c~aho O CIPo..,.
ca pueblos, lieo formal y de 1..nos modal.es.. pero en to. das pal tes del mundo las mUjeres son meJ~r~s que los hombles' su mame y su helmana .nQs l~e.t,blelon C~)l_
dialment'e Ellas estaban angustiadísimas con motIvo
del ultlaje a Quezaltenango Las tropas d~ Cauera h3: w bían pasado por allí en su segreso a Guat\3.mala, y ell9- s temían que las mismas sangrientas escenas se efectUa–
ran en toda la nación Pal te de estas afIentas fue en
conha- de la pelsona de un cura, .Y esto par,eci{l. rom, per la única cadena que se supoma q':le los ,guatdab~
en sujeción Desgraciadamen~e,~~ nos mform<:? q\le al~l
había- poca o ninguna COmUnICaCIÓn con Santiago Att– tán, y' que no había canoa de este lado p'e la. laguna Nuestla única espelanza de ver, a, don 8atur!lIno aba vez era que él sablia .es~o en Atttlan, y que SI ~l1á lJ,a– bia una canoa, la ~nvIarla por nosotros Despues de la comida con un cuado deJa oasa como guia, ~os epca–
minam~s hacia la laguna. La',~enda se e~tendía a tra_ vés de un jardín tropical E~ clima ela completamente distinto del de auíba en la,. meseta, y p~a.n.tas que no elecelÍan allá flOlecian aqm Zapotes, JQcotes, ~guaw
cates. manzanas, piñas, naranja.s, Y' limones, la~, meJOles frutas de Centro América, se daban :n plofuSl~n, .y. los árboles cleeían a una altura de tremta:a tI em~lcmco
pies, y de doce a catorce pulgad~s de gl ueso, cl:lltlvados
en filas para uscnlos en los techos de las mIselables chozas de los indios Bajamos a la laguna hasta unas fuentes termales, tan celca de la aFina que las on~as se veltían sable ellas, siendo las pumelas muy caltentes
y las segundas sumamente frías . '
Según HUA,RROS (Juárros), "la laguna de Atitlln es una de las mas interesantes en el lema Es co~o de
veiJlticuab o millas de Oliente a Poniente, y de diez de NOlte a SUl enteu¡lmente ladeada de locas y monta– ñas N o hay gl aduación de las profundidades de sus
bOl des, y su fondo no ha si~o haUa:do cpn una cue~da
de tlescientas blazadas ReCIbe VarlOS nos, y todas las
aguas que descienden de las montañas, pelO no se le conoce un canal por donde salga esta inmensa cantidad de agua Los únicos pescados COSidos en ella son los cangl ejos y unas especies de pequeños peces casi como del tamaño del dedo meñique. De estos abundan en tan incontables miríadas que los habitantes de los diez
pueblos ahededor se ocupan de la pesca en glan esea– ia".
A esa hala del día, según entendimos que sucede siempre en esa época del año. densas nubes se cenúan
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