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« Previous Page Table of Contents Next Page »sobre las montañas y volcanes, y la laguna se encon– traba violentamente agitada por un fuelte viento del Sudoeste- y como dijo nuestro guía, la laguna está mu~
cha brav~. 'Santiago Atitán quedaba casi al lado opues~
to, a una distancia de seis 9 si.ete leguas, y siguiendo por el irregulal y rnontañoso_ borde de la laguna, desde el punto donde don Saturnino nos dejó, dudábamos que él pudiela haber llegado aquella noche Quedaba mu~
cho más lejos de lo que suponíamos, y con la laguna en tan estado de agitación, y sujeta, según nos dijo nues_
tI o guía, en todo tiempo a violentas ráfagas de viento, sentíamos muy poco deseo de cruzarla en canoa Ha. bría sido espléndido ver allí una tormenta tropical, oÍl el bueno retumbando enhe las montañas, y ver los rayos relampagueando en la laguna Nos sentamos en la playa hasta que el sol desapareció deh ás de las mon– tañas al exh emo del lago. Confundidos con nuestras contemplaciones había pensamientos de otras y muy distantes escenas, y al obsculecer legresamos al con– vento
CAPITULO 10
LA LAGUNA DE ATITAN - CONJETURAS RESPECTO A SU ORIGEN. ETC. - UN PASEO POR, LA LAGUNA. - UNA PELIGROSA SITUACION. - UNA E'LEVADA FILA DE MONTA>íAS. - ASCENSO A LAS MONTA:;¡AS - UNA VISTA DOMINANTE - HERMOSA LIJANURA. - UN PUEBLO ELEVADO.– CABALGANDO A LO LARGO DE LA LAGUNA. - SOLOLA - VISITA A SANTA CRUZ DEL QUICHE.– PAISAJE EN EL CAMINO. - BARRANCAS. - SAN'!10 TOMAS - LA PICaTA, - LLANURA DEL QUINCHE. - EL PUEBLO. - LAS RUINAS DEL QUICHE. - SU HISTORIA. - PAISAJE DESOIJADO'. – UN CURA RISUE&O - DESCRIPCION DE LAS RUINAS. - PIIANO. EL PALACIO REAL - EL LUGAR DEL SACRIFICIO - UNA. IMAGEN. - DOS CABEZAS. ETC. DESTRUCCION RECIENTE DEL
PALACIO. - UN ARCO.
POl la mañana temprano bajamos otra vez: a la la– guna No había vapOles sobre el agua y la cima de los volcanes estaba limpia de nubes Miramos con di. rección a Santiago Atitán, pero no se divisaba canoa alguna que viniera por nosotros Nos divertíamos ca_ zando patos silvestres, pelo sólo pudimos lograr dos en tierra, los que después ~contramos de excelentr sabor De acuerdo con el relato dado por Huarros. las aguas de esta laguna son tan frías que en pocos minutos dejan yertos e hinchados los miembros d.e todos los qu~ se bañan en ella Mas era tan atractIva que determma.. mos arrIes:;al nos y 111 nos quedamos yertos de fria ni
nuestros miembros se hincharon. Se nos dijo que los habitantes Se bañan allí constantemente; y MI' e per– maneció largo tiempo en el agua, con ayuda de su sal~
vavidas y sin hacer ejercicio, y no sintió ningún frío extremado Por la total ignorancia que existe con res– pecto a la geoglafía y geología de aq1.lel país, puede ser que el relato de su insondable profundidad, y la ausencia de un desaguadelo visible, sea tan infundado como el de la frialdad de s.u~ aguas.
<lEl Viajero Moderno", lefiriéndose a la necesidad de información específica con respecto a su elevación,
y atlas circunstancias con las cuales forjar una conje– tura relativa a su origen, y a la probable comunica. ción de sus aguas con algÚn oh o depósito, establece que "los peces que contiene son los mismos que se en~
cuentran en la laguna de Amatitán", y plegunta: "¿No podlá haber allí alguna comunicación entre estas lagu~
nas, a lo menos entre la insondable y el Volcán de A–
gua? Se nos dijo que la mohara (mojalla), el pez pOl el cual tiene fama la laguna de Amatitán en aquel país, ho se encontraba, por cierto, en la laguna de Atitán; así que por ]0 menos, sobre esta base, no hay razón pa– la suponer una comunicación entre las dos lagunas Con respecto a alguna conexión con el Volcán de Agua, si el relato de TOlquemada es cíer to, la inundación de agua del volcán no fue causada por una el upción, sino por una acumulación de agua en una cavidad de la cima,
y por consiguiente, el volcitn no tiene potencia de agua subtell ánea La elevación de esta laguna nunca ha sido tomada, y la totalidad de esta legión del país in– vita la atención del viajero científico
Mienh as qUe nos vestíamos, Juan, uno de nuestros mozos, encontró una canoa pOI la playa Era una oblon– ga "pÍlagua" tosca y desvencijada, hecha para solo una pelsona; pelO la laguna estaba tan mansa que un tablón pmecía suficiente Nos metimos en ella, y Juan la empujó y remó A medida que avanzábamos las montañosas orillas del lago Se elevaban majestuosa~
mente ante nosotros; y yo acababa de llamar la aten~
ción de MI e hacia runa cascada que se veía sobre n05_ oh os desde una gran altura de quizá tres o cuatro mil pies, cuando nos sentimos sacudidos por una ráfaga que hizo dar vuelta a la canoa y nos arrojó lago adentI o La canoa estaba sobrecargada y Juan era un remero inexperto DUlnte varios minutos lemó con todas sus fuerzas, ejel ciendo todo el poder de sus músculos, pero aún así apenas pudo mantener la proa en línea Mr e
estaba en la popa y yo arrodillado en el fondo de la canoa La falta de runa remada, o un movimiento vaci~
lante al cambiar de lugar, podía hacerla zozobrar; y si la dejábamos ir seriamos arrojados a media laguna y echados a la milla. si aca~o, a veinte o treinta millas de distancia, desde donde tendríamos que legresar tre– pando por las montañas; y había un peligro peor que éste, pues por la tarde el viento sopla siempr e del otro lado, y podría lanzarnos otra vez a media laguna Nos– otros veíamos a las gentes que nos mÍ! aban desde la playa y que se hacían a cada instante más pequeñas, pero ellas no podían auxiliarnos En todas nuestras dificultades, no habíamos tenido ninguna que llegara tan repentina e inesperadamente, o que pareciera más amenazante Apenas halía diez minutos que nos en_ contrábamos parados ttanquilamente en la playa. y si el viento hubiera persistido cinco minutos más, ignoro lo qUe habría sido de nosotros; pero afo! tunadamente calmó Juan lecobró su enelgía y haciendo un gran esfuelzo nos condujo al abrigo de un elevado promon~
torio, más allá de donde el viento nos arrojó primero,
y a los pocos minutos llegamos a tierra
Ya habíamos tenido lo suficiente de laguna, el tiern
R po era precioso y dispusimos emprender la m31cha des– pués de a]mt1elzo y cabalgar cuatro leguas hasta So– lolá Tomamos otro mozo a quien e] padre lecomendó como un bobón, O gran bobo Los dos primeros esta– ban de punta, y con tal trío no habría mucho peliglO que hicielan alguna combinación Al cargar las mulas empezaron a pelem, Bobón en cuenta Desde que sa– limos, don SatUlnino había vigilado esta operación, y
sin él todo se hacía mal Una mula dejó ir par te 'de su
caIga en el patio, y nosotros no fOlmábamos más que l1n desconsolado gl upo al consider ar la larga jornada que teníamos por delante Desde el pueblo nuestr o ca. mino se extendía alrededor del lago, hasta el lugar de la montaña opuesta que se cierra en el llano de Pana. chahel Aquí comenzamos la ascención DUl ante aL gún tiempo la vereda dominaba runa vista de la pobla– ción y el llano; pero poco a poco nos apartamos de ella, y después de una hOla de ascenso llegamos arriba del lago, caminando una cm ta distancia sobre el balde, Con oha inmensa fila de montañas a nuestro frente, intel~
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