Page 93 - RC_1969_01_N100

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ceptando en la cima el salto de agua que habíamos vis– to desde la canoa Muy pronto comenzamos a ascen– del' la senda iba fOlmando zigzags y dominaba alter_ nativamente una pelspectiva del llano y de la laguna El ascenso era teuible para las mulas con carga, pues había algunos lugares con gladas coItadas en la piedla como de una escalela. Cada vez que mirábamos la la_ guna era con una vista difelente A las cuaba de la tarde, mirando hacia atrás sobre las elevadas filas de montañas que habíamos cruzado, vimos los glandes voL canes de Agua y de Fuego Seis volcanes teníamos a la vista al mismo tiempo, cuaba de ellos aHíba de diez mil, y dos de casi quince mil pies de elevación l\'1il an_ do hacia el lago divisamos una canoa, tan pequeña que parecía un simple punto sobre el agua, y, según supu– simos, quizá la enviada para nosotros pOl nuestto ami– go don Saturnino Cuatl o días más tarde, después de desviarnos y leglesando al camino leal, encontré una carta de él dirigida a ~IEl Ministro de Nueva York ll

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en la que decía que había enconbado el camino tan dificil que le había SOlpleridido la noche viéndose en la nece– sidad de paral tres leguas más acá de Atitán Al lle_ gar a ese lugar supo que la canoa estaba de su lado en la laguna, pela que los balqueros no quisielon Cl uzalla hasta que el viento de la tarde se levantal a La cal ta había sido esclita después dellegreso de la canoa, y :te~

mitida por coneo con dos días de viaje, suplicándonos que regresáramos y ofreciéndome como SObOlI10 una magnífica mula, la cual, en nueshas zumbas pOI el ca_ mino, afitmaba él que ela mejor que mi macho POI dos veces el rastro de las mulas casi nos condujo a la caída de las cataratas, y la última vez que llegamos arriba de la laguna miramos hacia abajo un llano aún más hermoso que el du Panachahel Dhectamente abajo de nosotlos, a una inmensa distancia pero elevándose el mismo a mil quinientos o dos mil pies, estaba un pue– blo, con su iglesia a la vista, y parecía como si nosob os pudiéramos arrojarle una piedra hacia abajo sobre el techo IDesde el momento que esta laguna apaleció ante nosobos hasta que la dejamos de ver, nuestro viaje pOI sus cercanías presentó la más admirable combinación

de bellez'as que ninguna otra legión vista por mi ja w más La última subida nos llevó una hOla y hes cuar– tos Como viejos caminanjes, la habríamos evitado si hubiera habido oho camino; pero una vez emplendida no la hubiéramos dejado por nada del mundo Muy planto divisamos Solalá En los arrabales había indios bOlrachos palados en línea, y se quitaban sus viejos

peiates (sombrelos de paja) con ambas manos Ela día domingo, y las campanas de la iglesia tocaban a víspe– ras, se disparaban cohetes, y una plocesión, encabezada con violines, ostentaba alrededor de la plazal a imagen

de un santo a caballo, vestido como un arlequín Al

lado opuesto del cabildo el alcalde, con una tUl ba de mestizos, jugaba a los gallos.

La población está situada SObl e los elevados bOl des de la laguna de Amatitán, (léase Atitán), y como a cien yardas de ella toda el agua ela visible Amallé mi ca– ballo al poste donde ataban a los leos para azotarlos, y,

glacias al pasapOl te de Canela, el alcalde mandó pOI saca te, hubo un cual to bania en el cabildo, y Ofl eció mandarnos cena de su propia casa Hacía como diez días que él estaba en funciones y había sido nombrado desde la última invasión de Cauela Antiguamente es_ te lugar el a la l esidencia de la más joven l ama del lina~

je de los indios kachiqueles

El a nuestro propósito en este lugar adelantar nues– ha equipaje pOI el camino leal a Totonicapán, una jOl~

nada de un día más allá, mienh as nosoh os lo COl tá– bamos en ángulo y visitábamos las ruinas de Santa er uz ... del Quiché Los indios de aquel lugal, aún en los tiem– pos de más quietud, tienen muy mala fama, y nOBoh os estábq.mos temelosos de oír tales referencias de ellos que nos imposibilitaran ir al1á Canela había dejado una gualnición de soldados en Solalá, y nosohos visi_ tamos al comandante, un hombre muy COl tés, al que se suponía desafecto al gobielno de Canela, y de con~i.

guiente muy deseoso de lespetal su pasapOl te, quien me dijo que allí había menos excitación que en algUnos ohos pueblos, me plometió envial el equipaje con una segma custodia al cOllegidor de Totonicapán, y nos dio una carta para su colega en Santa CIUZ del Quiché

A nuestro legreso tuvimos noticia que una señora había mandado a buscarnos Su casa quedaba en la es~

quina de la plaza Era ella una chapetona de la vieja España, de donde había salido con su esposo desde hacía treinta años, con motivo de las gueuBs En tiempo de la última invasión de Can era, su hijo, que ela alcalde mayor, huyó Si lo hubieran captulado lo fusilan La esposa de su hijo estaba con ella Ellas no tenían no

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ticias de él, pero como había huído con dirección a Mé~

xico, suponían que estalÍa en alguna pobladón flonte– liza, y quelÍan que nosobos lleválamos cartas pala él

y que le infOlmáramos de la condición en que ellas se encontraban Su casa había sido saqueada y ellas esta

w ban muy afligidas. Este ela abo ejemplo de los que constantemente nos salían a} paso, de los efectos de la gueua civil Insistían en que permaneeiésep10s en su casa toda la noche, lo que, además del intelés que ellas tenían, a nosotros no nos d}sgutaba hacerlo por nuestra plopia conveniencia El paraje estaba a Valías miles de pies más elevado que donde habíamos dOl mido la noche anterior, y la temperatura fría e invelnal en le_

lación Las hamacas, nueshas únicas camas, elan inú~

tiles por oiel to Ni siquiera había SOpOI tes en el cabiL do pala colgadas. A la mañana siguiente las mulas estaban todas encogidas por el frío, con el pelo elÍzado,

y mi pobre caballo estaba tan friolento qu~ apenas po–

día mOvelse Al llegar había llamado la atención y el alcalde quelÍa comprármelo Por la mañana me dijo que, como estaba acostumbrado a un clima cálido, el caballo no podlía sopOltar el viaje a través de las COl– dillelas, lo que fue confirmado POI varias personas des– interesadas a quienes apeló. X o casi so.speché de él que le hubiera hecho algún daño al caballo pala obli– garme a dejarlo Sin embargo, al moverlo en el sol, sus miemblos Se ablandmon, y lo echamos por delante Con los mozos y el equipaje, y la prometida escolta, pa– ra Totonicapán, recomendado al corregidor

A las nueve menos cual to nas despedimos de las señoras que nos hospedalon tan bondadosamente, y, con el encalgo de las cartas y mensajes para su hijo y es_ poso l espectivamente, salimos con Bobón para Santa CI uz del Quiché A poca distancia de la población nos enconhamos de nuevo soble una cumble que domina una vista del lago y de l? 5i11a; la última, y, según pensamos, la más mosa de todas. A una legua de distancia cambiamos el camino leal por un estrecho ca~

mino de henadula, y plonto entramos a un llano bien cultivado, pasamos un bosque lible de al bustos y ma–

leza, como un bosque en nuestra tierl a, y seguimos el CU1SO de una helmosa corriente De nuevo salimos a

una féltíl11anula, y en valios lugares vimos glUpOS de árboles en nlen<l florescencia La atmósfela estaba transpalente, y, ('amo en un día de otoño en nuestra pa– tlia, el sol ~c m'Jstlaba ale.gle y vigOlizante

A las doce del día encontramos algunos indios, quie– nes nos dijelon que Santo Tomás estaba a hes leguas de distancia, y cinco minutos después divisamos la po– blación aparentemente retirada a lo más una milla; pero nos vimos intellumpidos POI otra inmensa ba–

II anca El rlescenso se hacía por una sinuosa vereda en zigzag, pal te de la vía con elevados muros de amw bes ladoti, 19.11 escalpada que tuvimos necesidad de apearnos y andal a pie toda al senda, empujados pOl nuesbo pI opio impulso y por el tropel de las mulas de_

tI ás de nosotros En el fondo de la barranca había una hel masa corriente, en la que, sofocados por el poL va y el sudor, nos paramos a beber Montamos par a vadear el arlOYO, y casi inmediatamente nos apeamus de nuevo para subir del lado opuesto de la ballanCa Esto era aún más difícil que el descenso y cuando lle– gamos a la cumbre parecía tener Íles buenas leguas Pasamos a la derecha por otra espantosa ball anca, COl'-

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