Page 96 - RC_1969_01_N100

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me lugar fue lefOlzado POl cumenta y seis mil más. adOlnados con plumas de difelentes colores, y con almas de toda clase, los jefes atavi~do& con pieles de leones. de tigres y de OSOl!. co~o senales de ~t! bl~VUla y de aguetridas ploezas. Tecun Umán leumo baJo sus ban~

del as en el llano de Tzaccapa doscientos tIeinta mil gueuelos, y fortificó su campo con ,una m~.llalla de pi e _ dlas sueltas incluyendo en su cilcudo vanas montanas En el campo habia. varias máquinas militales, fOlma– das de maderos sobre ridos, ·proa ser movidos de un lu– gal a abo. Después de una serie de desespelada,s y san– grientas batallas, los espaÍÍ:0les denotaron este mmen~o

ejército y entraron a la CiUdad de Xelahuh Los f'l;lgl– Uvas s~ desplegaron afuera, e hicieron..el último e,sfuel– zo para rodear y aplastar a los espanoles Tecun U_ mán comandaba en p~rs(Jna; tomó por su cuenta .a, ~L

varado, le atacó por trE¡s veces brazo a brazo e hl;lO a su caballo¡ pero la últilJla vez Alvalado te tt aspa~o c,on una lanza, matándole en el act.o La fUlla de los mdlOs aumentó hasta la locura; en enormes masas se abalan– zaron sobre los españoles; y, ag81rando las colas ~e los caballos, plocUlabal\ por m~d.io de la fU~I.za atroJal al suelo a caballos Y jinetes; pero, en un CrItIco mom~nto.

los españoles atacaron en columna cellada, lomplelon las sólidas masas de los quichés, d.errotalon a todo el ejército, Y mataron, un inmenso n~mero, quedando pOI

completo dueños del campo. Muy poco,s de lo~ setenta mil que salieron de la capital con .T~cun ,U":lan regle– salon; y, sin esperanza de pod~r, !eSlstIr mas 4 em p? POI la fuelza, recuuieron a la b.alclOll En un ~ons7Jo de guerla congtegado en Utatlán por el l~Y, q:nnal:uvalut, hijo y sucesor de Tecún Umán, de~ermmose enVlal una embajada a Alvalado, con un vallqso Ples 7 nte. de o~o~

solicitando su peldón, prometiél1:dole obedIencIa, e ~n­

vitando a los españoles a la caplt~l. A los pocos dlas Alvarado, con su ejército, envanec1dC?s ante la perspec– tiva de una terminaci6n de esta sangllenta gue118, acamo palon sobre el llano

Esta fue la prim~la apaFiCi~n ,de extranjeros. en Utatlán, la ·capital del gran lemO mdlge,na, cuyas lumas temamos a la vista, en ~n tiempo }a ~as populosa y

pulenta ciudad, no S919 del Q.1.;iche, sm.o de tod.o. e,lleI.. no de Guatemala Según ~~ntes, q~llen la Y~Slto con el objeto de recoger inforroaclOn, Y qUlen leumO sus, da– tos en pro te por las ruinas y en p31 te por manusclltos, estaba lodeada por \in plofundo bauanco que: formaba un foso natural) dejando solaIllente dos cam.mos muy angostos como entladas, estando ambos tan bl~n d,efen– didos por la fOI taleza de Resgu,ardo, que la hac18n mex– pugnable El centro de la ciu~d estaba ocupado por el palacio leal el cual se encontraba lodeado por las lesidencias de·'la nobl~z~, l.as iuillas las habitaban los plebeyos; y alguna idea pueae fo~ mal se de su vasta po; blación por el hecho, antes menclOn.ado, que el ley saco de ella no menos de setenta y <!os mIl hombres p~n~ opo– nelse a los españoles. Contenta rp.uchos y muy sun~uo_

sos edificios, siendo ,el má~ sob.el bl.c!' de todos un semma~

lio donde de cinco ,a s,els mIl muos se educaban por cu¿nta del tesoro tea1 , ~l casti119 de,¡a Atalaya era unA

notable estructura, de cuatIo pisos de <;lUO, y capaz d.~

proporcionaralojamie:nto a una muy, podelosa gttalm– ción La fortaleza de Resgua~ do el a de una altuI a de c,inco pisos. extendié.ndose <;iento ochenta pasos 'Por E?l fl ente, y doscientos treinta en el f~nd9 El gran a1ca~

Z31" o palacio de los leyes del QUlcl}.e, soblepasaba a cualquier otro edificio; y en la opinión de TOlquemada, podia competir en opulencia con el de Montezuma en México o el de los Incas en Cuzco. El flente se exten– día a trescientos setenta y seis .pasos geoJ?é~icos de

01 iente a Poniente, y era de seteclent!'s y vemtIocho pa.. sos de fondo Estaba constI uido con pieclras cantea~

das de varios colores Tenía seis divisiones püncipales La plimera contenía habitaciones para un numeroso cuerpo de lanceros, alqQe¡os y ouas tlopas, que constL tuían la leal guardia dé honor El segundo estaba des~

tinado a los prlnclpes y familiares del rey; y el tercero pala el mismo monarca, contenienclo distintas series de

habitaciones pata las mañanas, tal des y noches En

linO de los salones se elevaba el tIono, bajo cuatro dose– les de plumas; y en esta porción del palacio Se encon– haba la tesOlelÍa, bibunales de justicia, aunerÍa pa– jalelas y jaldines zoológicos La cualta y quinta ldivi_ sión elan ocupadas por la leina y las concubinas leales con jardines, baños y lugares para la cIÍa de gansos lo~

cuales se teman pala la producción de plumas pala OI namentes La sexta y última división ela la lesidenciá de las hijas y otlas mujeles de sang¡e real

_ Tal es la lelación d~ducida pOI los histOliadOles es~

panoles d~ !c~ manuscutos compuestos POl algunos de los caci9ues que alcanzalon plimelo el ade de escribit

y. se reflel e que desde Tanub, quien los condujo del an~

nguo al nuevo continente, hasta Tecún Umán hubo un linaje de veinte monaIcas. ' Alvalado, en viltud de la invitación del ley entló a esta ciudad con su ejélCitoj pero obsel vando l~ fOl ta~

leza del luga1; que estaba bien ammallado, y lodeado por un, plofundo bananco, no teniendo sino dos enba– das a el, la -una por una subida de veinticinco gladas y la oha por una calzoada, y ambas extremadamente ~n­

gostas, que las calles elan de insignificante anchula, y las Lasas muy elevadas; que alH no se veían ni a las mujeres ni a los niños, y q]le los indios parecían exci_

~ados, los soldados empezaron a sospechar algún enga

n~. S,:,s temores fueron pronto confirmados por los in:

dIOS alIado~ de Quezaltenango. quienes descubrielon que el p,:,eblo mtentaba aquella -noche incendiar su capital, y m~enbas las llamas se elevaran, aIlojalse soble los espanoJes con grandes masas de hombles escondidós en las inmediaciones, matándolos a todos Estas nuevas se encontraron confOlmes con los movimientos de los uta– Uecos; y al examinar las casas los españoles descubrie– lon 9.ue allí no había pleparadas provisiones para ob– sequIarles, como se les h,abfa prometido, sinQ 'que por todas pSI tes habia una cantidad de leña seca y liviana

:5:' otro~ ,combustib~es Alvalado convo¡;ó en seguida a sus ~,hclales, manIfestando ante ellos su peliglOsa si– tuaclOn l y la ulgente necesidad de letiralse del lugal, y pletextando ante el rey y sus caciques qúé sus caba_ Uos estarían mejor en. campo abiel;to reuniéronse las hopas, y sin ninguna apariencia de al~rma, marchalon en buen orden hasta el llano El ley, con fingida cor tesia.. los acompañó, y Alvalado, aplovechando la opor: tunidad l le hizo prision€lo, y después del exarhE!'ll y

pI ucba dé 5'U traición: le ahorcó en el mismo lugar (1)

PelO ni la muerte de Tecún, ni la ignominiosa ejecu– ción de su hijo pudielon subyugar el feroz ·espÍlitu de lqs quichés Brotó una nueva ebullición de animosidad y de 1 abia. Se velificó un ataque general' sobre los espaúoles; pelo léb braYUla y. disciplina españolas au– mentalon con el peligro; y ~espués de una espantosa

~es~l ucción causada poi la. artillería y los caballos, los mdlOS abandonIDon un campo cubiel to con sus muel tos y Utatliu:t, la'capital, con todos los dominios del QuiChé' cayó en las manos de Alvarado y de los' españoles " Mientlas nosotros nos enconhábamos sobre las lui– nas de la fortaleza de Resgualdo, el inmenso llanb con– saglado por la última resistencia de un valeroso" pue blo, se extendía a nuestra vista glande y helmoso, la: vadas ya sus manchas de sangre, y sonriente de fel ti–

li~ad, pelO entelamente desolad~. Nuest¡;o guía, apo– yandose SOble- su espada en el area de abajo, ela la única pelsona a la vista. Pero muy pronto Bobón i11– tI odujo a un extraño, que llegaba dando traspiés bajo un quitasol de seda roja. hablando a Bobón y mhándo~

nos a nosotros Conoci~os que era. el cura y bajamos a enconnade, Se rió al vernos buscando a tientas el camino para bajar; poco.a, poc~ su risa s~ hizo contagio. sa, y al encontrarnos nos· leinios todos Juntos De le_ pente se paró, pareciendo muy circunspecto, quitóse la bufanda y limpiándose el sudor del rostro sacó un pa– quete de cigaITOs, sonrió, los volvió a meter, sacó otro como él dIjo. de habaneras y pi cguntó qué noticias ha~

bía de España.

El tI aje de nuestro amigo estaba, tan lejos de lo cle-

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