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« Previous Page Table of Contents Next Page »ücal como sus modales, es decü: un sombIeIo negIo y
lushoso de ala ancha, una viejja levita negla que le llegaba a los talones, lushosa de tanto uso, y pantalo~
Hes pOI el estilo; una <;:haqueta listada! un c.h~leco, ca_ luisa de franela y debaJO una de aJgodoD,_ qUlzas lavada cuando se afeitó la última vez, algunas semanas antes Se lió de núestla llegada a ver las luinas, y dijo que él
se habia leido enounemente cuando las viq pm vez plL
meila Ela de la vieja España, había visto la batalla de 'rIafalgar, mirándola desde las cumbIes en la playa y se leia siemple que la haía a la memoüa'; la escuadlu ü;ancesa había sido volada hasta los ciclos y la espa– ñola eOIl i6 la misma suel te; mat.aron a Lord Nelson -todo pOl la gloria- él no podía menos que leÍlse Ha~
bía salido de España pala liblalse de las gueuas y le– voluciones: aquí todos nos, leímos a un tiempo; se hizo a la vela con veinte frailes Dominicos; un Clucelo fran– cés le hizo fuego obligándole a desembalcat en Jamai_ ca: aquí nos leímos ona vez, consiguió un convoy in– glés pala Ofüoa a donde llegó cuando estallaba una le_ volución; y habiéndose encontrado toda su vida en llle– dio de levoluciones estaba ahOla mejOl que nunca A~
quí todos nos leímos sin podeuios contenel Su propia risa ela tan jocosa y explesiva que se hacía completa– mente iuesistibJe En veldad, nosobos no estábamos dispuestos a lesisthla, y a' la meclia hOla ya élamos tan íntimos como si nos hubiésemos conocido de rnuc1los años allás El mundo ela nuestlo blanco y nos leía. mos de él ahozmente. Salvo de la iglesia, había pocas cosas de las que el CUla no se rieHlj pelo la política era su tema favolito El estaba a favOl de MOIa2:án, o de
Cauela, o del Demonio: "vamos adelante", ela su divi. sa; se reía de bJdos Si nos hubiélamos sepalado de él entonces, siemple le habríamos lecordado como el
CUla lisueño; pela en ulteliOles lelaciOlles enconhamos en él tal vena de sano entelldimiento y eludición, y, aislado como vivía, estaba tan íntimamente, infolmado de la situación del país y de todos los hombI e¡:; pú.bli– cos, y como:melO obselvador, sus puntos de vista el,an tan conectas y su sátila tan aguda, aunque sin malicia, que nosotros le mejolamos el titJ,.t1o y le llamamos, el filósofo risueño.
Habiendo teJ rnin~do nuestras obsel vaciones en es– te lugar, f'.e~ando de reír de alguna nueva grandeza o
€:xtravaganc.ia 'drl m\mdo, pasada, presente o por ve– Jlir, ocuuida a nosotros, descendimos por una t:stre– cha senda, atravesamos un bflrIanCO y enttamos a una meseta donde estuvo el palacio y la parte principal dE:
ja ciudad 1\1'1' Cathel'wood y yo plincipiamos e;"am.F nando y midiendo las l'uinas, y. el padre nos seguIa, }l.~
blando y déndcse todo el tiempo; y cua.t;1(lo ,n.os en,:, contLábamos sobre algún lugar elevado, fuera de su rllCance, sent~ba a Bob6n a sus pic~, habláridole de AI–
vaLsdo y de Moctezuma, y de la hija del ley de Tec– pán Guatemala, y de libros y manuscritos en el con~
vento; todo Jo cual Bobón escuchaba sin co~prE:nclel
nna palabla ni mov('r un músculo, mirándole dil'ec.ta– mente al lostrv y lespondiendo a su prolongada y
suave lisa con 1111 rer petuosn HSi, Señor"
El plano en la división del último grabado mar– caclo A, lepresenta h fotografía del terreno, en el ca– lazón de Ja ciudad, que estaba ocupado por el palacio
y oh os edificios de la 1 eal casa del Quiché (Fig NQ 3)
Está ladeado por una inmensa lJarranca, y la única en- '
ti acta se hace POl aquella pai te del ban anco por donde naBab os llegamos, y la cual está defendida por la fOl ta_ Ieza ya menciona:da, mal cada B en el gl abado (Fig NO
3) El cUla nos señaló una parte del barranco, la cual, diio, según un antiguo manus~rito que antes existía en el convento, pero ahora llevado a otra pal te, era arti– ficial, y para hacerla se haMan emple;ldo cualenta mil hombl es a un mismo tiempo
Toda la supel fieie estaba ~ntiguamente ocupada por el palacio, el seminalio, y otros edificios de la leal casa del Quiché, que ahal a yacen en su mayor pal te
en confusa €' informes masas de ruinas El palacio, como el cOfa nos: dijo, con sus patios y conedores, que en un tiempo cLbríar'! todo el diámeho, está completa-
mente desh uído. y los mateliales han sido llevados para ccUfü:ar la población actual En p3l te, sin em– bargo, 'el pi:o.o rtel manece entel o, con fragmentos de las paledes div i s01ias, así que el plano de las habita– Ciones, puede -distinguÍ1se clalr..mente Este piso eS de un dUlO C'enu'nto, cl cual, aunqne año has aÍlo ha sido lavado pOl las Íl. undaciones de la estación lluvio– sa, está fuel te y durable como piedra Las pal edes
íntfjlioH~S estaban cubiertas con yeso de la más fina calidad, y en las esquinas c1~nde habíarr estado mé– nos expuestas, roe veían los lestos de los colores, sin duela, todo el intcliOl había sido Olnamentado con pin– tUlas Ploducia una extraña sensaci6n andar sable el piso dc aquel d~stechado palacio, y pensar en aquel
rey que salié de alli a la cabeza de setenta mil hom– }JleS pala repele:r a los invasOles de su imperio Maíz estal)a cleciendo enhe las luinas El campo Cla uti–
li~a:do 'por una. hmilia indígena que pl ctendia ser des– cendiente rle la ('asa lcaL En un lugar cstaba una de– solada choza, ocupada por ellos dUl ante la épQca de Ja
siembra y cosecha del maíz: Oontiguo al palacio que–
daba unaglail plaza, también cubierta con cemento endurecido en cuyb cenbo estaban los restos de una fuente
La pal te m~s lmpol ta1lÍe que pel inanece de estas
1 uinas es la que aparece en el grabado, la cual es llamada El Sac\ificatotLo. o lugar de los saclificios (Fig NQ 4) Es una estructUla de piedl'a~cuadlangular,
de 66 pies a c~da lado de la base, y elevándose en for– ma phamidal a una altma, en sus actuales cond~ciones,
de lt einta y tl es pies En tres de sUS costados hay una hilera de gl'adas en medio, cada glada de diez y
siete puIgad:'.s ;le alto y de no más de ocho pulgadas
en la paIt~ de au¡ba lo qu~ les d<:t un~ il~clinac!ón ta,o
! ápida que al d<'lscender se hace necesaIlO algun CUI–
dado En las esquinas tiene cuatro sostenes de piedra canteada disminuyendo de tamaño según las ctimensio~
nes del éuadlo, 'y al parecer destinadC!§ a soportar Ja estructura SoL' e el costado que mha al Occidente no tiene gladas, pero la superficie es lisa y c~bielta con estuco, gtis a consecuencia d.e la larga eXPOSIción Ro~
piendo un poquito las esquinas notamos que tenia dl–
fCl entes cap2.S de estuco, indudablemente puestas en ifistintas épocas; y que todas habían sido ol'nam~nta
das con fieeras pint"das En un lugar descubnmos pal te del cuelpo de un leopal do, bien dibujado y en colOles
El 1 emate de El SaCI ¡[ieatorío está destruido y
arruinado, pCIO no cabe duda que en un tiempo so· portó un altar ¡para aquellos sacrificios de víctimas humanas que hOll'olizaball aún a los españoles, Ape–
nas había lugar en él para le altar y los saCel dotes oficiantes y pala ·el ídolo ti quien se hacían las oflen– das Todo quedaba a plena vista del pueblo que se encontraba al pie.
Los bárharo~ minist10s subían a la víctima ente– l amente desnuda, señalando al idolo al cual se dedi~
caba el sacrificio, para que el pueblo le pudiese bibu– tal' su adoración y en seguida extendíanla sobre el al– tall Tenía éstE' una superficie convexa, y el cuerpo de la víctJma peI mapecía arqueado, con el tl onco ha– cia aniba y ]a cabeza y los pies pma abaio Cuatro sacerdotes sujp.t!Jbanle las piel nas y Jos brazos, y ob'o -le inantenia fh me la cabeza con un instI umento de madela que ten!a la forma de llna S~l piente enroscada. ,p{lraj,evitar ..tue hiciese. el. más leve moyimiento El 'mincípal sact~ld:,te se aproximaba entonces, y con un cuchillo de t)ed(~rnal le hacia una abertUl a en el ue– cho, V. íe ariancaba ~l corRlón. el cual. tódav[a palpi– 'tante, lo j~unola"'a al sol. Elnoiándolo en seguida a los "ies del ídolo !,i el ídoTo era gigantesco Y hueco, se acostumbl aba in1roducirle el corazón de la vlctima en la boca c.on una CUCral a de ofO Sí la víctima' era un "i-¡síonero de guen-a. tan pronto como se le sacrifica· ba le cDItaban ~a cabeza para preservar el cráneo, y
al rojaban el CUPl'pO por las gadas hasta abajo, de don– de lo recQgía e. oficial o el soldado a quien peltenecia el prisionero, y 10 llevaba a su casa para ves~
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