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nos como reacclOn contra los gobernante tildados de tiránicos por las ideas revolucionarias de los tiempos. E-l Congreso estaría formado por una sola Cáma. ra con igual n'Úmero de Senadores y Diputados; los primeros mayores de 30 años y con capital de más de dos mil pesos; los Diputados mayores de 25 años. El Presidente de la República debía tener por lo menos 30 años y un capital de cuatro mil pesos. Los hijos de las otras secciones de Centro América también podían ser electos a estos cargos, con tal de que los Diputados tuviesen cinco años de residencia en el país, diez los Senadores y quince el Presidente. El período de todos estos funcionarios sería de cuatro años, con derecho a reelección, menos el Presidente. Estos cargos sólo podrían ser desempeñados por individuos del estado seglar.

Para ser ciudadanos bastaba tener 21 años de. edad; los de 18 también lo eran si estaban casados, si poseían. además una propiedad o industria de cien a trescientos pesos, o profesión u oficio que al año produjera lo equivalente.

La idea de ser capitalista para poder ejercer las funciones mencionadas, provenía de la Constitución bolivariana de Bolivia.

En lugar del Art. 45 de la Cn. de 1838 que auto– rizaba la resistencia a cualquier decreto, providen. cia, sentencia, auto u orden contrarios a la ley, lo que de cierto modo consagraba el funesto "derecho de insurrección", disponía la de 1854 (Art. 66, núm. 10). que la Corte Suprema manifestaría al Congreso en cada período los inconvenientes que las leyes presen

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taban en su aplicación, indicando las mejoras opor· tunas; que era como el embrión de la ley de amparo, si bien no tan explícito como se expresaba en el Art. 74, núm. 9, del proyecto de 1348.

:La, Constitución de 1854 fue corta, sólo contenía 112 artículos; en nuestra historia, únicamente la de

1858 es más breve, pues constaba de 104 artículos. No podemos decir qué efectos produjo en el pueblo nicaragüense la Cn., de 1854, porque, aquella, aunque fue sancionada y publicada, no se puso en ejecución debido a la guerra civil y a la nacional que luego siguieron y detuvieron todo progreso. Pero la de

1858, más corta, y cuya doctrina y tendencias se cal. caron en aquélla, proporcionó a Nicaragua el período más republicano y feliz de su existencia democrática; de donde se deduce que, para hacer la felicidad de los pueblos, no son tan necesarias leyes bonitas y pro– metedoras, como hombres que "quieran" cumplirlas.

¿Quién fue el autor de esta Constitución? Los enemigos de Fruto Chamorro afirmaron que era obra suya, impuesta a los diputados. Pero adversarios su. yos que concurrieron como tales diputados a la Asam. blea y vieron lo que allí acontecía, son mejores testi. gos. El Lic. Hermenegildo Zepeda escribía después en "La Nueva Era": "Estamos persuadidos de que el Sr. Chamorro hace un papel enteramente pasivo en medio de todas las combinaciones políticas de su partido". Y es que Zepeda, según se lo recordó des– pués Felipe Sáenz, experimentó él mismo la libero tad de que disfrutó en Jos debates de sobre la Consti– tución, "ora aprobando, ora desaprobando sus ar– tículo".

Es indudable que la Constitución de 1854 conteo nía mucho del pensamiento de Fruto Chamorro y sus colaboradores; pero también lo es que gran parte de sus ideas antes de aceptarse para esa ley fundamen. tal, fueron discutidas y aprobadas libremente por sus más ilustrados adversarios.

CAPITULO 13

l.-Amenazas y conspiraciones. 2.-Política perturbado– ra del Presidente Cabañas. 3.-Conspiración de 1853. 4.-EJtpulsión de los conspiradores. 5.-Preparando la

:>:evolució~.

1. AMENAZAS 'JI COlIlSPIRACIONES ,

Las elecciones de 1852, en que Ji'¡:uto Chamorro y el Lic. Francisco Castellón, Oriente y Occidente, se dis– putaron el poder, fue uno de los últimos actos de la con– tienda que venía consumiendo a Nicaragua.

Las luchas por la hegemonía de ambas ciudades con los apodos de coquimbos y gobiernistas; militaristas y civilistas; timbucos y calandracas; los unos con sus pretensiones de sacar la capital de León como remedio al desorden, y los otros con su persistente afán de resti– tuirla a esa ciudad, vinieron a ser el motivo de los tras– tornos de la época desde el año de 1838 en adelante, es decir, desde que Nicaragua se separó de la Federación. Cuando los adversarios de Fruto Chamorro atisba– ron su posible triunfo en los comicios, intensificaron sus medidas de defensa. El carácter enérgico del candida– to, su conocida decisión a fundar el orden, su firme cri– terio de que para ésto era necesario establecer la oapi– tal fuera de León y otorgar más fuerza al Poder Ejecu– tivo, dieron a comprender a los occidentales que si se perdían las elecciones, con ellas perdería León no sólo la capital, sino también el poder, quizás para siempre. Comenzaron, pues, desde entonces a hacer encopa– da oposición por todos los medios, sin exceptuar los de– lictuosos, con amenazoas de trastornos. El Lic. Francis– co Castellón, quien mejor que nadie comprendió que se trataba de su última oportunidad; llevado por la ambi– ción insatisfecha de ser Supremo Director, presentó su candidatura, y fue a Granada en propaganda personal. En aquellos tiempos no se acostumbraba que el propio candidato solicitara votos para su persona; a pesar de

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eso, Castellón estuvo en Granada con tal propósito. Muy mal le iría sin duda, ya que, al pasar de regreso p.o.r Masay~¡ expresó a un amigo todo su despecho, di– ciendole: Aunque en Granada no me den votos la elección la decidirán las bayonetas de León". ' He allí la clave del mal nicaragüense contra el que luchaba Fruto Chamorro. Mientras en León se opinaba que las bayonetas hacían a los gobernantes en Grana– da pensaban que esa función estaba exclusivamente re– servada a los votos ciudadanos.

El triunfo de Oriente en los comicios sería por es– to de una ,inmensa importancia, y era seguro que no se conformanan los leoneses con la derrota. Y así suce– dió. Sabiendo que se jugaban su última carta, se prepa– raban para un esfuerzo desesperado, una revolución a sangre y fuego, con su remate de auxilio filibustero Fácil es comprender, pues, que la elección de Fru– to Chamorro cayera mal entre cierto elemento de León' pero sujetos distinguidos y amantes del orden como ei Obispo Viteri y Ungo, se regocijaron con ella.' El Pre– lado encargó al Cura Vijil dI' Granada que felicitara a Chamarra por su triunfo en los comicios.

En marzo de 1853. antes de tomar posesión Fruto Chamorro, ya hubo la primera intentona de hacerle la revolución. Leemos en los documentos copiados por Lorenzo Prado de los Archivos de León:

"Diligencias crefldas nara averiguar la existencia de una conspiración. El Gobernador Militar de la nlaza de León, General Don Agustín Hernández, habiéndosele dado parte el 26 de marzo (1853) en la noche de Que se

prepara~.a una. conspiración, siguió una información y deseubno ser Cierto; pero por lo mismo que fue deseu-

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